Capítulo 919
La pequeña Nadia estaba muy asustada dentro del armario.

—¿Se habrá ido ya? —Murmuró.

Un segundo después de decir esa frase, la puerta del armario se abrió de repente. Una brillante luz entró muy tenue por la rendija y Nadia, aterrorizada, apretó con fuerza el reloj que sostenía en las manos. La muchacha, sobresaltada, se encogió en el rincón del armario agarrándose la cabeza.

—Sal, no te haré daño.

Al verla así, José frunció con seriedad el ceño.

—Espero que cumplas tus palabras. José vio que estaba a punto de llorar, así que aceptó pacientemente y dijo:

—Está bien.

—Déjame.

Cuando Nadia salió del armario, aún sostenía en sus manos el reloj de bolsillo y se alejó apresurada de José.

—Quédate ahí y no te muevas —dijo ella señalando un lugar fijo en el suelo.

—No me moveré de aquí. —José nunca había obedecido tanto a una mujer.

Nadia miró la foto del reloj de bolsillo y la comisura de sus labios se elevó en una suave sonrisa que mostraba dos hoyuelos a ambos lados de su cara. Volvió a c
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