Capítulo 886
La mirada matadora de José aterrorizó en Nadia, quien vaciló por un instante y se hizo en ese momento la loca. Pensaba que si no hablaba y fingía mejor no haber oído nada todo pasaría, pero él no estaba dispuesto a dejarla marchar.

Al verla acorralada en una esquina como un asustado y torpe conejito, le levantó la camiseta y vio cómo le salían dos llantitas por encima del pantalón. Había visto mujeres con todo tipo de cuerpos, desde delgadas hasta más gruesas, pero nunca había visto a una mujer tan entrada en carnes.

—Parece que la familia Vázquez cocina muy bien, ¿verdad? José pensó que, con ese cuerpo, no parecía estar enferma.

—¡Pues sí! Todos los días como cinco veces, contando la comida formal y los postres, pero para que sepas que estas llantas las cultivé en casa de Luna, su comida es la más deliciosa. Es una gran pena que el idiota de su novio piense que como demasiado y no me permita seguir comiendo allá. Si no fuera por él, podría haber comido aún más.

José nunca había visto
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