En un estudio muy bien decorado con un impecable estilo europeo e iluminado por una luz tenue, se encontraba una imponente estatua de cobre de Jesucristo sobre un oscuro escritorio. La estatua tenía un crucifijo colgado del pecho.El ayudante estaba al otro lado, sosteniendo una fotografía.—Señor alcaide, será difícil localizar a esta persona. Allá no hay cobertura. Y ese hombre parece saber que le estamos buscando, pues desaparecieron sin dejar rastro alguno todas las pistas que encontramos.Sentado en una simple butaca, José jugueteaba con una pequeña navaja. La hoja estaba muy afilada y el mango estaba adornado con una esmeralda azul que irradiaba un resplandor brillante.—¿Cuál fue su última ubicación?—La Villa Invernal, pero cuando fuimos a buscarlo ya no había rastro alguno de él.—Di que vayan más hombres, que yo lo ordené. Lo quiero vivo o muerto.—Sí, señor —contestó enseguida el asistente.De repente, José recordó algo y esbozó una afilada sonrisa.—Bueno, no hace falta. Ir
Emma, quien estaba en la habitación cuidando al niño, también escuchó los firmes pasos y golpeó rápidamente la puerta del vestidor.—Señorita, regresó el señor.Al escuchar las palabras de Emma, Luna se puso de pie de inmediato, volvió a meter el celular dentro de la caja y la escondió apresurada de nuevo.Andrés escuchó ciertos susurros en la habitación, pero no pudo distinguir muy bien lo que decían. Agarró el pomo de la puerta y entró. Recorrió el lugar con la mirada, pero no vio a Luna. Emma fingió que se acababa de dar cuenta.—¡Oh, señor! La señorita está en el probador eligiéndose una ropa. Dijo que estaba algo cansada de la que tiene en su armario, así que vino a buscar algo nuevo.Andrés se dio cuenta de la mentira, pero decidió seguirla. Era bueno que se pusiera del lado de Luna, así no la iba a castigar. El hombre abrió de inmediato la puerta del vestidor y se encontró con Luna, que estaba saliendo en ese momento. Llevaba una pijama en la mano, pero no se fijó en la ropa q
El tocador estaba lleno de cosas. Pero casi todas estas eran en especial delicada joyería, a excepción de algunos cosméticos de Luna. Los sirvientes habían ordenado cuidadosamente los collares y los pendientes según sus preferencias. Para la gente común, todos esos artículos eran invaluables. Incluso unos pendientes de sencillos flecos con diamantes, que podrían pasar desapercibidos para la gente común, podrían valer lo mismo que una casa en Astraluna.Aunque se cayeran al suelo, nadie se atrevería a robarlos abiertamente. Cada joya tenía un número de identificación único y un logotipo con las iniciales de Luna finamente grabadas. Si alguien las robara y tratara de venderlas, cualquier experto podría reconocer la pieza al instante.En el estudio, Andrés estaba en una videoconferencia sobre un proyecto internacional de inversión en el sector de salud. En efecto, nunca había dejado de invertir grandes cantidades en empresas de investigación médica. Incluso creó una fundación para estas q
Álvaro salió del ascensor delante de Shirley, quien le seguía muy atenta a pequeños y apresurados pasos con una carpeta de documentos en las manos. Nunca había visto una escena tan imponente desde que llegó a la empresa.Aunque Shirley formaba parte del Departamento de Secretaría y era la única estudiante de prácticas al mando de María, no la había visto regresar a la empresa en muchísimo tiempo, por lo que fue transferida al mando inmediatamente de Álvaro.Luego de llegar a las manos de este, no tuvo ni un solo día de tranquilidad y descanso, de hecho, llevaba tres días seguidos sin lograr descansar.Si no fuera porque tenía el bono de fin de año triplicado, Shirley no seguiría a su lado, realmente ni muerta. Empezaba a añorar los tiempos en los que no tenía nada que hacer. Las luces de los flashes de las cámaras la deslumbraban tanto que apenas podía abrir los ojos. Tímidamente de pie al lado de Álvaro, Shirley lo miraba de vez en cuando con gran cautela para ver cómo enfrentaba con
—Sabía que todo volvería a ser como al principio.Andrés, finalmente, te cansaste de ella... ¿Verdad? Ahora a ella solo le quedaba esperar a que él la echara de la Mansión del Sol y su relación terminaría por completo. De lo contrario... Luna viviría bajo su control absoluto durante toda la vida.En el vídeo, Andrés parecía ser el protagonista de todo el evento. Nadie podía cuestionar su inigualable posición en Astraluna. Era incluso más glorioso que la familia Ríos cuando estaban en su ya otrora esplendor.Cuanto más se comportaba de esa manera, menos podía olvidar Luna cómo había hecho para conseguirse todo lo que tenía. Paso por encima de todos los Ríos, vivos y también muerto, para alcanzar poco a poco sus propios objetivos...Andrés...¿Esto era lo que en realidad querías?Sentada junto a la ventana del estudio, donde los rayos dorados del atardecer caían delicadamente sobre ella como si fuera un velo dorado que iluminaba su blanca piel, su mirada se mantenía tan fría como el hi
Sentado muy cómodo en el asiento del copiloto, Andrés frunció el ceño y entrecerró los ojos por un momento. A continuación, salió del coche en completo silencio sin responder la pregunta de María. Llevaba puesto un impecable traje negro a la medida, que se ajustaba a los brazos, e ingresó por la puerta principal, aún abierta, con su figura alta y esbelta.Cuando entró en el vestíbulo, Emma estaba dormida en la mesa del comedor. Al escuchar el fuerte ruido, se sobresaltó asustada y se despertó de inmediato.—Por Dios.... ¿Señor Martínez?—¿Dónde está Luna? —Preguntó luego de colgar su chaqueta en el perchero.—La señora tenía que acabar el dibujo, iba a llevarle algo para picar, pero me quedé profundamente dormida —contestó Emma. Al decir eso, recordó algo.—Dios mío, ¡la sopa de cerdo!Emma se giró con la sopa en las manos para ver que ya no había nadie en el salón. Luna carraspeó un poco al salir de la habitación de Asterio y se encontró de frente con el hombre que subía rápidamente
Dentro de la cajita negra de terciopelo reposaba un delicado anillo hecho a la medida y adornado con un hermoso rubí rojo. Todo el anillo estaba incrustado con mil diamantes finamente tallados y de tamaño perfecto. Encajaban a la perfección con el diseño. Además, el rubí era único en el mundo, con un valor de más de 6 millones.Luna finalmente se quedó profundamente dormida, y entre sueños y vigilia, sintió que el colchón a su lado se hundía un poco. Al instante, alguien le tomó la mano y algo frío fue colocado en su dedo anular.Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Andrés estaba sentado a su lado, y que en su dedo anular había un espectacular anillo con un rubí. Al ver todo eso, despertó muy asustada de golpe. Intentó retirar la mano, pero no lo logró, y se incorporó de inmediato:—¿Qué estás haciendo?Con gran enojo quería quitarse el anillo.Andrés solo la miraba en absoluto silencio mientras ella se resistía. Su voz grave se escuchó con profundo cansancio:—Estoy pidiéndote que
Se escucharon unos pasos apresurados afuera de la puerta. Al instante, alguien tocó la puerta con fuerza.—Jefe.Andrés le echó un ligero vistazo al sonido y luego posó su mirada en los ojos rojos e hinchados de Luna. Las lágrimas de la chica se deslizaban poco a poco por sus mejillas, humedeciéndola. El hombre le secó las lágrimas con ternura y le dijo suavemente:—Tengo que atender un asunto urgente y pronto volveré.Dicho esto, se levantó apresurada y se fue. Al ver su silueta, Luna le arrojó una almohada con toda su fuerza por la espalda. Él recibió el golpe, pero esto no le importó. La almohada rodó al suelo y él la recogió muy tranquilo, la sacudió del polvo y la acomodó de regreso detrás de ella. Luna, con sus ojos muy enrojecidos, lo miró con fiereza.—No me casaré contigo, nunca lo haré. Andrés acarició su cabello con gran ternura y sonrió:—Sé obediente, ¿de acuerdo?Después de que Andrés salió por completo, cerró con cuidado la puerta para evitar que los sonidos afuera afec