Ahora, toda la paciencia de Andrés se había concentrado solamente en Luna. Él salió en ese momento del cuarto y vio a una joven escondida furtivamente detrás de la esquina. Con una mirada fría, la figura de Nadia se escabulló con gran agilidad, tal cual ladroncilla.Después de un largo rato, ella asomó la cabeza para ver al hombre que ya se había ido. Nadia se acercó con cautela, y esta vez el guardaespaldas no la detuvo. Pero al ver al guardaespaldas en la puerta, ella aún se sentía muy inquieta. Sigilosamente, se deslizó con cuidado al cuarto.Luna escuchó el fuerte ruido afuera y pensó que era Andrés quien había regresado, pero para su gran sorpresa, era Nadia.Al ver el estado de Luna, las lágrimas de Nadia comenzaron a brotar incontrolables. Después de escuchar el sonido de sus sollozos y sorbos, Luna abrió lentamente los ojos.—¿Nadia? —ella tosió un par de veces y se incorporó lentamente en la cama —¿Por qué estás aquí?Nadia se lanzó sollozando con gran amor al pecho de Luna:
Luna invitó a Nadia a cenar juntas en el cuarto del hospital. Ella sólo podía tomar un poco de sopa ligera, mientras que Nadia devoraba ansiosa los otros platillos con gran apetito.—¡Luna, la comida que prepara tu nana está realmente sabrosa! —exclamó mientras comía.—Si te gusta tanto, come un poco más. Si no es suficiente, le pido a Emma que te prepare unos platitos más —Luna sonrió con agrado.En ese momento, Emma volvió a entrar y le preguntó:—Señorita, ¿debo guardar la comida del señor?Luna, sentada en la cama tomando muy tranquila su sopa, le respondió sin levantar la mirada:—No es necesario, él se encargará de eso.—Entendido —Emma regresó a la cocina a lavar la loza.Después de comer y beber, Nadia se acarició la barriga llena y dijo satisfecha:—Luna, ¿puedo venir a verte mañana de nuevo?Luna levantó ligeramente las cejas y sonrió con alegría:—Claro. Ya es muy tarde, deberías regresar a tu casa para que tus papás no se preocupen.Nadia miró asombrada la hora y vio que er
Los pensamientos interminables luchaban con frenesí en su mente, y Luna, soportando con gran dolor esta agonía, finalmente... no pudo hacer nada.Luna dejó el cuchillo que tenía en la mano, se recostó de vuelta, dándole la espalda, pero aún había cierta insatisfacción en lo profundo de su corazón. No pasó mucho tiempo antes de que Andrés se acercara de nuevo, abrazándola con delicadeza por detrás y llevándola con ternura hacia sí, ajustando ligeramente su posición, pero sin moverse más.Hasta que escuchó su sutil voz:—¿No puedes dormir?Luna le respondió con calma:—Estoy bien. Que duermas.Dicho esto, cerró los ojos, sin pensar en nada más, pronto se quedó profundamente dormida.Después de un sueño tan profundo, Luna fue despertada por un ligero movimiento. Andrés la había abrazado toda la noche. Él con cuidado retiró su mano, frotándose el brazo entumecido, y luego salió del baño después de asearse.A las ocho y media de la mañana, el médico vino a revisar regularmente el progreso
Luna estaba alimentando a Asterio, mientras que el niño extendía sus delicadas manitas para tratar de agarrar la cuchara que ella sostenía. Andrés, al darse cuenta de esto, rápidamente sujetó la mano del pequeñín y le dijo con seriedad:—No te muevas, come bien.Asterio emitió un chillido de descontento, y con un sutil gesto de su mano, la sumergió directamente en el tazón. Luna, con reflejos muy rápidos, logró estabilizar el tazón a tiempo para evitar que lo derramara.—¿No me obedeces?Los ojos del hombre ya le mostraban una seria advertencia.Luna tomó varias servilletas de papel y le limpió las manitas, mientras le decía a Andrés:—Él es solo un niño, ¿por qué lo regañas? Todavía es muy pequeño y aún no entiende nada.—Deja que los sirvientes se encarguen de alimentarlo —respondió Andrés frunciendo muy seriamente el ceño.Luna miraba al niño con gran cariño, Andrés necesitaba un poco más de esfuerzo para cuidarla.Asterio, asustado por Andrés, casi lloraba, haciendo un fuerte puche
Luna bajó la cabeza al instante y le dio un besito en la frente, con el amor maternal brillando en sus ojos.En los días siguientes, Luna seguía muy cómoda durmiendo en la habitación principal junto a Andrés. Ahora ella se había convertido realmente en la dueña y señora de la mansión, viviendo con Andrés sin una relación por escrito. Ellos no eran en realidad una pareja, pero todos los días hacían las cosas que solo hacen las parejas.Los sirvientes iban y venían por doquier, todos creyendo que ella era la verdadera esposa de Andrés. Por lo general, los sirvientes la llamaban "señora", excepto Emma, quien siempre la llamaba "señorita". Ella no se molestaba en explicarles, eso ya no le importaba ni en lo más minimo. Andrés había reforzado la seguridad de la mansión, y Luna seguía sin poder salir a ningún lado. Lo único que había cambiado en comparación a su vida pasada, era la presencia de Asterio, que formaba una cadena más que la aprisionaba.Ella había estado en la mansión, recuperán
María golpeó el escritorio y se inclinó un poco para mirarlo:—Es cierto que te puse medicamento en aquel entonces, pero dejaste que José... Bueno, en este asunto, estamos de veras a mano.Le dio vergüenza de describir de nuevo lo que José le había hecho. Hizo una breve pausa y luego le propuso:—Lo que quiero en realidad, es el título de la señora Martínez.Andrés apagó la ceniza de su cigarro:—¿Acaso aún no estás satisfecha con el cargo de vicepresidente del Grupo Prosperidad? ¿Crees que eres digna de tener el título de mi esposa?—¡Jajaja...! María se echó a reír de repente.—Tú, Andrés Martínez, realmente eres el menos indicado para decir eso. ¿O acaso has olvidado cómo echaste a Luna de tu matrimonio en la vida pasada? ¿Quieres que te lo repita? Porque... ¡la despreciabas por no poder tener hijos! Y me tuviste de amante durante ocho años, ¡luego te casaste conmigo llevándote a mi hijo!María lo miró con un sarcasmo extremo.—Mató a Frida porque se enteró de tu secreto, ¿verdad?
Era la medianoche cuando un trueno sordo despertó a Luna de golpe. El estruendo ensordecedor resonó por toda la mansión, haciendo que Asterio se asustara demasiado hasta llorar.Luna lo abrazó suavemente, dándole suaves palmaditas en la espalda. Después de calmarlo con gran dificultad, le cambió las sábanas mojadas y las arrojó de inmediato al cesto de la ropa sucia.Los truenos no parecían querer detenerse. Luna decidió llevar al niño al estudio de la casa. En estos últimos meses, Asterio había engordado un poco, por lo que Luna se cansaba de cargarlo después de un largo rato y se sentaban en el sofá, donde jugaban con algunos juguetes para entretenerlo y calmarlo un poco.Cuando estaban en el estudio, Asterio se calmaba, pero en cuanto salían de ahí, volvía a llorar.Luna le tocó suavemente la nariz al pequeño mientras le decía con ternura:—Asterio, ¿por qué le temes tanto a los truenos?—Ma.… mamá...Luna no le respondió.—Mamá...—Ah, ma.… mamá...Luna lo observó con cariño bostez
Luna suspiró profundo, aguantando una y otra vez las voraceas embestidas de Andrés, hasta que a ambos les amaneció. Después de tanto ejercicio, Andrés estaba empapado por completo en sudor, pero también se le veía más lúcido.Levantó a Luna con delicadeza, quien ya no tenía fuerzas, y la llevó al baño para limpiarla, luego la regresó directo a la habitación para que descansara.En la oscuridad, Andrés miraba embelesado a la mujer a su lado, pasando sus dedos por su suave cara.«Algún día, haré que te quedes a mi lado voluntariamente. No sueñes con escapar de mí de nuevo», pensó con firmeza él.—Esta vez... no habrá más María, solo estaremos nosotros dos. Incluso si no tenemos un hijo.Su voz grave resonaba claramente en la habitación, pero Luna, adormilada en ese momento, apenas lograba escucharlo.Cuando Luna despertó, ya era mediodía. Asterio ya no estaba a su lado.Aguantando el agudo dolor en su cuerpo, se sentó, y en la parte descubierta que su camisón no alcanzaba a cubrir las m