Capítulo 112
Luna dejó el libro y se acercó. El guardaespaldas abrió la lonchera y en su interior se encontraban tres cajitas.

En la primera había pastel de castañas, en la segunda varias piezas de filete de pescado y en la tercera, sopa de arroz con verduras.

Aquel día después de enterarse de su terrible enfermedad, Luna pasó una noche entera llorando en un banco debajo del edificio del hospital.

De repente, escuchó una voz divertida y un poco imponente:

—¿Por qué siempre te veo llorar cuando nos encontramos?

Luna levantó la cabeza con lágrimas en forma de pequeñas bolitas de cristal en sus pestañas. Cuando lo miró, se dio cuenta de la angustia en sus ojos.

Gabriel se acercó a ella y con gran delicadeza secó ligeramente las lágrimas en sus mejillas. Él era la persona más amable y suave que ella había conocido, aunque en realidad no supiera quién era en verdad. Nunca había imaginado, que la persona que le brindaba esa cálida sensación fuera un "desconocido" en cierta medida…

Después de aquella terr
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