Casi que se estaba ahogando en tan tremenda tristeza, que mejor preferiría morir de inmediato. Sabía que en su vida pasada había sido demasiado tonta para comprender los pensamientos de Andrés. Sin embargo, ahora, cada vez que reflexionaba sobre las posibilidades, su corazón sufría una herida que nunca sanaría. Ya sus lágrimas eran incontrolables, se esforzaba por no llorar en voz alta por el dolor. Se secó las lágrimas una vez más y respondió sin ninguna expresión:—No, nada. Es que se me metió un bicho en el ojo.La enfermera la miró con curiosidad. ¿Cómo era posible que hubiera bichos en el pabellón del hospital? ¿La chava estaba loca ya?Pero no insistió más. Echó un vistazo al resto del volumen de medicamento y ajustó la velocidad de la infusión. Luego salió y cerró muy la puerta. Al abandonar la habitación, informó al médico sobre el estado de Luna.El Club de la Nobleza Retro.Este club, era un salón de baile de los años ochenta que aún conservaba el estilo vintage de aquella é
—El medicamento tú lo conseguiste y, me pediste que se lo aplicara en Luna. No necesitas fingir ser "amable". Desde el principio, Luna ha sido parte esencial en tu plan. Quieres destruirla y ver cómo Miguel envía a su propia hija al infierno poco a poco. Pero si quieres probarla primero, puedo ceder… — dijo Leonardo frunciendo ligeramente los labios en tono despreocupado—. Si no te importa, podemos hacerlo... juntos... Después de todo, hemos sido grandes amigos durante tantos años. No me importa si quieres jugar con la misma mujer, al mismo tiempo... Lo que me intriga saber porque, durante todos estos años, nunca te he visto jugar con una mujer en la cama. A veces, incluso sospecho si eres... ¡un impotente! ¡Jaja!Andrés lo miró fríamente con sus ojos oscuros y peligrosos:—Si dices una tontería más, no me importará dejarte mudo.Leonardo entrecerró un poco sus ojos alargados y un poco borrosos, y sus atractivos labios se curvaron como si estuvieran manchados de sangre. De repente se e
Carolina afirmó y le respondió:—¡Sí!Miguel acarició sutilmente la suave y tersa pierna de la mujer, mientras se perdía en sus pensamientos. Luego dijo:—Déjalo. Se encarga de la mayoría de los asuntos de la empresa, también es bastante normal si quiere relajarse un poco de vez en cuando. Pero ¿por qué eso te interesa? ¿Qué idea tiene en tu cabecita?Miguel era un hombre desconfiado, y Carolina replicó haciendo pucheritos para evitar levantar sospechas:—¡Solo quería informarte de que Andrés también se encuentra en el club! Así, cuando él mencione que nos encontramos hoy, no podrás culparme por no habértelo dicho. Siempre tienes sospechas…Miguel relajó un poco su ceño fruncido y la besó en el cuello, luego le dijo para hacerla feliz:—Sí, sí, entiendo. No te enfades… ¿Qué te parece si salimos de compras juntos mañana? Puedes comprar todo lo que quieras…Mientras los dos hablaban, los demás hombres bromeaban:—Ay... ¿De qué están susurrando los dos tortolitos? ¿Algún secreto que no po
Luna dejó el libro y se acercó. El guardaespaldas abrió la lonchera y en su interior se encontraban tres cajitas.En la primera había pastel de castañas, en la segunda varias piezas de filete de pescado y en la tercera, sopa de arroz con verduras.Aquel día después de enterarse de su terrible enfermedad, Luna pasó una noche entera llorando en un banco debajo del edificio del hospital.De repente, escuchó una voz divertida y un poco imponente:—¿Por qué siempre te veo llorar cuando nos encontramos?Luna levantó la cabeza con lágrimas en forma de pequeñas bolitas de cristal en sus pestañas. Cuando lo miró, se dio cuenta de la angustia en sus ojos.Gabriel se acercó a ella y con gran delicadeza secó ligeramente las lágrimas en sus mejillas. Él era la persona más amable y suave que ella había conocido, aunque en realidad no supiera quién era en verdad. Nunca había imaginado, que la persona que le brindaba esa cálida sensación fuera un "desconocido" en cierta medida…Después de aquella terr
Después de que Isabel se lastimó; se mudó del dormitorio de la preparatoria a la casa en donde descansó durante un largo tiempo.Hoy era un día libre para Andrés, así que Isabel le pidió que salieran juntos y visitaran a Luna en el hospital. Estaba volviéndose loca de estar tanto tiempo encerrada en casa.En realidad, rara vez visitaban a Luna. La mayoría del tiempo era Liora quien iba al hospital para cuidarla. Hoy le pidieron a Liora que cocinara gran variedad platos y los trajera al hospital. Con el cuidado de Liora, la cara delgada de Isabel se había llenado un poco más. Antes de salir, Isabel se arregló un poco. Con su apariencia natural y sin nada de maquillaje, llevaba una falda corta hasta las rodillas de color claro. Su largo cabello estaba trenzado hasta los hombros. Cuando caminaba al lado de Andrés, no parecían una pareja, sino más bien como un tío y su sobrina…Pronto llegaron los dos a la puerta y vieron a una figura desconocida en el pabellón. Si Isabel no hubiera recon
Si ni siquiera tenía derecho de leer los libros que quisiera, ¿entonces, qué más podía hacer? ¡Ya habían decidido todo su futuro!Un sentimiento indigno se acumulaba en el pecho de Luna, pero no sabía cómo deshacerse de él. Simplemente apretó el puño con gran fuerza, a con la cabeza agachada, sin decir una palabra.Isabel percibió la incómoda atmósfera que Andrés emanaba. Así que trató de aliviar la tensión y dijo sonriendo:—Andrés, compramos boletos para el cine, ¿vamos? Ya es hora, tenemos que irnos. De lo contrario, llegaremos tarde.Mientras hablaba, hizo una señal con la cabeza a Andrés para que no dijera nada más. Ella no sabía qué había ocurrido realmente entre ellos dos. En el pasado, Luna siempre había sido muy amable con Andrés porque le gustaba. Sin embargo, su actitud se tornó fría y a veces incluso le hablaba con palabras muy hirientes... Pero, bajo estas circunstancias, incluso ella también temía el estado enfadado de Andrés.Andrés rompió su dibujo con indignación y la
En estos días, Gabriel estaba tomando el control del grupo Sánchez y comenzó a aparecer en los medios de comunicación. El regreso del heredero del grupo Sánchez después de tantos años había causado un gran revuelo en Internet.Con su primera experiencia en la cocina, Gabriel se interesó repentinamente por esta fascinante actividad. A su izquierda estaban las deliciosas galletas hechas por Luna, y a su derecha, las recetas preparadas por Adolfo.Gabriel estaba concentrado leyendo mientras comía las deliciosas galletas. Cuando extendió la mano para tomar una más, Adolfo le recordó amablemente:—Señor, las galletas ya se acabaron.Gabriel echó un vistazo al plato y se dio cuenta de que solo quedaban migajas ahí.—Señor, ¿le gustaría aprender a cocinar?—¿O qué? Estoy leyendo detenidamente las recetas.En realidad, Adolfo se sorprendió un poco por lo que Gabriel estaba haciendo.—¿Para cocinarle a la señorita García? —preguntó.Gabriel no le respondió directamente, pero parecía que esa era
Un destello de esperanza brilló en lo más profundo de los ojos de Luna. Preguntó:—¿Puedo saber cuál será la sorpresa?La persona respondió:—Señorita, lo descubrirá en su debido momento. Puede invitar a uno de sus amigos para que asistan juntos a la exhibición.Luna sostenía las dos entradas regaladas y un valioso álbum con la firma de Edward, sin embargo, no tenía amigos muy cercanos, ni sabía a quién podría regalarle esta fabulosa entrada.De repente, se le ocurrió una excelente idea. Pero, no estaba segura sí le gustaría acompañarla…En el quinceavo piso del edificio del hospital, Gabriel se encontraba en una reunión de video con la puerta abierta. Por casualidad escuchó la conversación afuera de la puerta:—Señorita García, por favor, espere un momento. El señor está en una reunión y pronto terminará, y la podrá atender —dijo Adolfo.—Si está ocupado, señor, ¿podría entregarle esta entrada? —preguntó Luna.Al ver la entrada, Adolfo se sorprendió un poco y sonrió amablemente.En re