Ani sostenía el ramo de rosas azules en sus manos, rosas como las que Candelaria admiraba y solía tener en su habitación. El vestido era con una caída amplia, elegante pero sencillo como lo había escogido.Juan Carlos estaba super feliz, sus ojos irradiaban toda la emoción, sentimientos y felicidad, Eleonora le acomodaba la corbata, quería salir corriendo para ver la novia.-Quédate quieto, entiendo la emoción, pero no debes ver la novia, así que vamos estás listo…-. Dijo dando la última mirada al traje.La boda se celebraría en casa de la abuela, el grande y amplio jardín había sido adornado, con las remodelaciones lucia tan hermoso, los más allegados estaban para desear a la pareja felicidad, y brindar juntos por mejores tiempos.Su padre estaba listo para llevarla ante el novio, las emociones chocaban en su corazón. todos sabían que alguien hacía falta, pero estaba allí en sus corazones.Ani podía sentir la melodía en el ambiente. Siempre parecía que ante momentos tan emotivos podía
Juan Carlos Alvear llegaba a su consultorio siete en punto de la mañana, cumpliría una larga agenda de citas, en el aparador estaba su uniforme, procedió ir a su sala de baño y cambiarse. Ya los pacientes esperaban con sus historias actualizadas, se sentó frente al cómodo escritorio, pero algo llamó su atención, curiosamente sus ojos contemplaron un ramo de girasoles, doce para ser más concretos. Una tarjeta sobresalía, justo en ese instante el paciente ingresaba, por lo que tuvo que iniciar la consulta, sin darle tiempo o espacio a revisar la tarjeta. Lucila su asistente y enfermera abrió la puerta para que el primer paciente entrara, y así sucesivamente uno a uno fue atendido, una vez terminada su agenda del día, dejó varios detalles ultimados, de allí saldría a su consultorio particular. Con calma abrió la tarjeta que había tomado en sus manos “Amor perdóname, Te Amo. Silvia” la dejó de lado, en ese instante Lucila entraba de prisa, para dejarle unos documentos, exámenes para re
Esa noche sus hermanos estarían en casa por pedido de Naomi, quien nada menos y nada más se había dado la tarea de inventar una de sus cenas, seguro que le saldría con alguna visita inoportuna, ese siempre era el broche final de su querida hermana. Le había enviado a Lucas y Martin sus sobrinos sin avisarle, como siempre lo hacía, eran dos chicos traviesos de ocho y cinco años. Siempre lo hacía, todo a última hora y sin aviso previo. Henry por lo menos era algo más considerado, aunque no tanto así Luisa su mujer que enviaba a su sobrina Zarina todas las tardes después de clases, por lo general le pasaban a buscar entre ocho o más tardar nueve de la noche, Zarina era una dulce chica, aunque tenía once años, le daba una mano en el jardín, y con algunas cosas de la pastelería, Ani hacia varias cosas para Emilia su amiga, y otros dos cafés, uno que otro fin de semana viajaba a Barcelona y trabajaba donde Paolo el fin de semana. Cada vez que se reunían a cenar era una verdadera guarderí
Juan Carlos llegó a urgencias una hora antes de lo previsto, quería revisar varios exámenes que tenía pendientes, había logrado cambiar el turno con una colega.De las seis horas asignadas, solo estaría dos horas y medias, adelantaría unos informes, revisaría varios exámenes, uno de los sobres captó toda su atención, era el sobre con los resultados de Nora, una afable mujer, a quien después de unos chequeos le había enviado a practicar varios exámenes, el temía lo peor. Allí estaba en la sala de urgencias, nuevamente afectada, tendría que internarla pues al ver los resultados comprendió que el tumor era fulminante.Le embargó un sentimiento de tristeza, Nora no solo era su paciente, era su amiga, su cariño y aprecio por sus pacientes, le hacían esforzarse cada día más en su profesión.Su tarea consistía en salvar vidas, esta vez no podía hacer nada. No tenía palabras esta ocasión, El tumor había avanzado mucho, el tiempo que le quedaba estaba acortándose, tendría que notificar a su es
Henry intervino en la conversación, pidiendo a su hermana que le colocase varios rollitos de queso y jamón, en ese momento los chicos llegaron, todos comenzaron a tomar sus puestos, sirviendo el vino, las copas de agua. En ese momento sonó el timbre y Naomi en pie, hizo gesto de aplauso mirando por la ventana, a paso rápido abrió la puerta, se escucharon voces en la salita, el hombre en cuestión se disculpaba por los quince minutos retrasado, pedía disculpas una y otra vez. Entraron en el amplio salón, Naomi presentó a su familia, la de su hermano, la abuela, todos le dieron una cordial bienvenida, dando las gracias se unió a todos en la mesa. -Disculpen mi tardanza cosas de última hora que no se pueden posponer, los gajes del oficio-. -No te preocupes, esta cena será inolvidable-. afirmó Naomi mientras sonreía con júbilo. -No se diga nada más, estábamos por cenar, todo está delicioso-. Dijo Frank, a la par que echaba manos de los rollos de queso, y le pasaba al invitado. La abu
Aunque no era un cocinero estrella, cocinaba de tanto en tanto. Le encantaba tomar el café de la mañana allí mirando el mar, haciendo una caminata, saliendo a trotar con Teo, admirando desde un rocoso paso que había toda la extensión de colores, podía pasar horas, lo disfrutaba. -Amigo ven aquí, ¿Quieres otra galleta? -. Teo ladró fuertemente moviendo su cola. -Conocí alguien esta noche, sé que te va a gustar mi amigo, vamos a descansar, mañana será otro día-. Apagando las luces del interior, entró a su habitación, Teo gustaba de dormir junto al balcón de la habitación, allí tenía una cómoda almohada super grande en la cual el gustaba de dormir, era tibia y suave, en pocos minutos ya estaba dormido plácidamente, Juan Carlos después de un baño, se hundió en sus cobijas, por más que daba vueltas el sueño no acudía. Cada momento de aquella escena en casa de Naomi la tenía grabada, los ojos profundos de Ani, su perfume tenue pero exquisito, respiró hondo convenciéndose a sí mismo que
Le hacía reírse cuando ella asumía esa posición distinguida para darle su opinión, si ella fuera la directora de cocina, serían los almuerzos y las cenas muy distintos, ambos reían a carcajadas, tenía sentido del humor y eso le encantaba.- ¿Qué harás mañana doctor?-Mañana tengo turno ocho y treinta, hasta tres de la tarde, tengo unas cirugías en la mañana, una es delicada, las otras son ambulatorias, luego de eso, estaré libre después de tres, claro que me gustaría que me digas Juan Carlos, el título de doctor me hace sentir algo incómodo igual no estamos en consulta médica- ¿O sí? -.-No, tienes razón en cuanto a que no es una consulta, es por respeto. Pero si prefieres te llamaré por tu nombre-.Él la condujo de la mano al amplio sofá, se sentaron allí los dos, y poco a poco el sueño se ocupó de ellos. Mientras ella le contaba cómo había quemado su primer fallido pastel de moras, y él recordaba su primera consulta. Sus ojos se cerraron y el sueño hizo lo suyo, dejarles soñar plác
Juan Carlos escuchaba cada palabra de Naomi atentamente, no escuchó decir lo muy agradecida que estaba, su hermana le daba una mano con sus hijos, parecía no notarlo.-La verdad es que Ani es la única que no tiene una profesión absorbente…ni modo debe dedicarse a la abuela, es lo menos que puede hacer-.Ahora le parecía tan desacertado lo que Naomi decía, y a la vez egoísta, una enfermera interrumpió para decirle a Juan Carlos que en cuarenta minutos estaría todo listo para quirófano. Dio las gracias por el anuncio, era lo que esperaba que le comunicaran, se levantó y sirvió dos tazas de café, ofreciendo otra a Naomi, quien después de recibir una llamada había cortado el tema, él hubiese querido decirle varias cosas de Ani, pero ella no era su Ani, solo amigos, así que tendría que decir algo diplomático.-Quizás tu hermana tenga muchos sueños, en fin, no todo tiene que asociarse a que se case, puede ser que desee, como tú dices viajar, estudiar en otro lugar, al final lo que te apasio