Las coronas y flores en la sala de velación rodeaban el féretro, el reloj marcaba las tres y media de la tarde. Se preparaban para salir al cementerio y despedir a Candelaria. Ani se encontraba de pie mirando al vacío mientras las notas del himno sonaban en el piano.A su abuela le había encantado durante su vida aquella canción, el hablar de una mansión más allá del sol era una hermosa esperanza.Las palabras del reverendo alentaban a los presentes, Candelaria había partido, pero estaría en el pensamiento, en los corazones, y atesorada como cada recuerdo.Lindas palabras que llegaron a tocar cada uno de los presentes.Las lágrimas se hicieron presentes en los rostros sombríos.Salían con rumbo al cementerio.Ani tenía tres rosas azules atadas a una cinta blanca que dejaría sobre el féretro de su abuela.En aquel instante sus ojos se centraron en su padre, su rostro era totalmente inexpresivo, la tristeza se veía a leguas.Al llegar al lugar, el salmo 23, fue escuchado por los present
La mañana fue una diferente a las demás, todos estaban reunidos en torno al gran comedor. María la pareja de su padre traía la bandeja con el café, los panecillos, queso, mermelada, huevos con jamón, y té para la señora Berta.-María no te hubieras molestado, yo estaba por hacer el desayuno-.-No fue ninguna molestia, tu padre hizo casi todo-.-Papá definitivamente decirte que el café está exquisito-. Henry y Luisa decían que no solo era exquisito era una delicia.El timbre anunciaba que Naomi había llegado con su familia.-Buenos días familia, hoy quería ir a llevar flores a la abuela, aunque imagino que estará inundado, muchas personas llevaron sus coronas y ramos-.-Creo que la otra semana iremos todos-. María asintió a las palabras de su marido. -María y yo nos mudaremos aquí, hemos vendido la casa de Barcelona, creo que estar más cerca de ustedes será algo maravilloso-.-Es bueno papa, muy bueno-. Henry le daba un abrazo a su padre.-Naomi hay pan en el horno recién hecho-.-Grac
Ani sostenía el ramo de rosas azules en sus manos, rosas como las que Candelaria admiraba y solía tener en su habitación. El vestido era con una caída amplia, elegante pero sencillo como lo había escogido.Juan Carlos estaba super feliz, sus ojos irradiaban toda la emoción, sentimientos y felicidad, Eleonora le acomodaba la corbata, quería salir corriendo para ver la novia.-Quédate quieto, entiendo la emoción, pero no debes ver la novia, así que vamos estás listo…-. Dijo dando la última mirada al traje.La boda se celebraría en casa de la abuela, el grande y amplio jardín había sido adornado, con las remodelaciones lucia tan hermoso, los más allegados estaban para desear a la pareja felicidad, y brindar juntos por mejores tiempos.Su padre estaba listo para llevarla ante el novio, las emociones chocaban en su corazón. todos sabían que alguien hacía falta, pero estaba allí en sus corazones.Ani podía sentir la melodía en el ambiente. Siempre parecía que ante momentos tan emotivos podía
Juan Carlos Alvear llegaba a su consultorio siete en punto de la mañana, cumpliría una larga agenda de citas, en el aparador estaba su uniforme, procedió ir a su sala de baño y cambiarse. Ya los pacientes esperaban con sus historias actualizadas, se sentó frente al cómodo escritorio, pero algo llamó su atención, curiosamente sus ojos contemplaron un ramo de girasoles, doce para ser más concretos. Una tarjeta sobresalía, justo en ese instante el paciente ingresaba, por lo que tuvo que iniciar la consulta, sin darle tiempo o espacio a revisar la tarjeta. Lucila su asistente y enfermera abrió la puerta para que el primer paciente entrara, y así sucesivamente uno a uno fue atendido, una vez terminada su agenda del día, dejó varios detalles ultimados, de allí saldría a su consultorio particular. Con calma abrió la tarjeta que había tomado en sus manos “Amor perdóname, Te Amo. Silvia” la dejó de lado, en ese instante Lucila entraba de prisa, para dejarle unos documentos, exámenes para re
Esa noche sus hermanos estarían en casa por pedido de Naomi, quien nada menos y nada más se había dado la tarea de inventar una de sus cenas, seguro que le saldría con alguna visita inoportuna, ese siempre era el broche final de su querida hermana. Le había enviado a Lucas y Martin sus sobrinos sin avisarle, como siempre lo hacía, eran dos chicos traviesos de ocho y cinco años. Siempre lo hacía, todo a última hora y sin aviso previo. Henry por lo menos era algo más considerado, aunque no tanto así Luisa su mujer que enviaba a su sobrina Zarina todas las tardes después de clases, por lo general le pasaban a buscar entre ocho o más tardar nueve de la noche, Zarina era una dulce chica, aunque tenía once años, le daba una mano en el jardín, y con algunas cosas de la pastelería, Ani hacia varias cosas para Emilia su amiga, y otros dos cafés, uno que otro fin de semana viajaba a Barcelona y trabajaba donde Paolo el fin de semana. Cada vez que se reunían a cenar era una verdadera guarderí
Juan Carlos llegó a urgencias una hora antes de lo previsto, quería revisar varios exámenes que tenía pendientes, había logrado cambiar el turno con una colega.De las seis horas asignadas, solo estaría dos horas y medias, adelantaría unos informes, revisaría varios exámenes, uno de los sobres captó toda su atención, era el sobre con los resultados de Nora, una afable mujer, a quien después de unos chequeos le había enviado a practicar varios exámenes, el temía lo peor. Allí estaba en la sala de urgencias, nuevamente afectada, tendría que internarla pues al ver los resultados comprendió que el tumor era fulminante.Le embargó un sentimiento de tristeza, Nora no solo era su paciente, era su amiga, su cariño y aprecio por sus pacientes, le hacían esforzarse cada día más en su profesión.Su tarea consistía en salvar vidas, esta vez no podía hacer nada. No tenía palabras esta ocasión, El tumor había avanzado mucho, el tiempo que le quedaba estaba acortándose, tendría que notificar a su es
Henry intervino en la conversación, pidiendo a su hermana que le colocase varios rollitos de queso y jamón, en ese momento los chicos llegaron, todos comenzaron a tomar sus puestos, sirviendo el vino, las copas de agua. En ese momento sonó el timbre y Naomi en pie, hizo gesto de aplauso mirando por la ventana, a paso rápido abrió la puerta, se escucharon voces en la salita, el hombre en cuestión se disculpaba por los quince minutos retrasado, pedía disculpas una y otra vez. Entraron en el amplio salón, Naomi presentó a su familia, la de su hermano, la abuela, todos le dieron una cordial bienvenida, dando las gracias se unió a todos en la mesa. -Disculpen mi tardanza cosas de última hora que no se pueden posponer, los gajes del oficio-. -No te preocupes, esta cena será inolvidable-. afirmó Naomi mientras sonreía con júbilo. -No se diga nada más, estábamos por cenar, todo está delicioso-. Dijo Frank, a la par que echaba manos de los rollos de queso, y le pasaba al invitado. La abu
Aunque no era un cocinero estrella, cocinaba de tanto en tanto. Le encantaba tomar el café de la mañana allí mirando el mar, haciendo una caminata, saliendo a trotar con Teo, admirando desde un rocoso paso que había toda la extensión de colores, podía pasar horas, lo disfrutaba. -Amigo ven aquí, ¿Quieres otra galleta? -. Teo ladró fuertemente moviendo su cola. -Conocí alguien esta noche, sé que te va a gustar mi amigo, vamos a descansar, mañana será otro día-. Apagando las luces del interior, entró a su habitación, Teo gustaba de dormir junto al balcón de la habitación, allí tenía una cómoda almohada super grande en la cual el gustaba de dormir, era tibia y suave, en pocos minutos ya estaba dormido plácidamente, Juan Carlos después de un baño, se hundió en sus cobijas, por más que daba vueltas el sueño no acudía. Cada momento de aquella escena en casa de Naomi la tenía grabada, los ojos profundos de Ani, su perfume tenue pero exquisito, respiró hondo convenciéndose a sí mismo que