Capítulo 2
Punto de vista de Serena

Es fascinante cómo la adrenalina logra enmascarar el dolor, aunque sea por un instante, ya que al salir del hotel, la punzada en la rodilla izquierda vuelve a atormentarme.

"Bueno, al menos ya salí de ahí". Murmuro.

Desde aquí todavía se escucha el alboroto en el interior. La familia de Bill revolotea alrededor de Doris como si tuviese una emergencia. Qué exageración; solo se cayó, no perdió una pierna. Aunque, a este paso, yo sí podría perder la mía.

Me concentro en mi respiración intentando mitigar el dolor cuando, distraída, tropiezo con un hombre que viene en sentido contrario, y el impacto me hace tambalear. "Ups, perdón".

Al notar mi inestabilidad, él me sostiene del brazo para ayudarme a mantener el equilibrio. "Ten cuidado. Un momento... creo que te conozco. ¡Ah! Eres Serena, la esposa de Bill, ¿verdad?"

Jesús, otro familiar suyo que podría odiarme. Y yo que pensaba que esta noche no podía ser peor. "Eh... Pues sí, soy yo".

Me detengo a mirar su rostro, con curiosidad por saber quién es. El tiempo no ha dejado marcas muy notables en su cara, pero se nota que es mayor y algo más maduro que Bill. Su complexión es atlética, y luce un característico corte mullet junto con una barba ligera. Tiene un atractivo particular, más rústico y marcado que el de Bill.

"Soy Calvin, por cierto". Dice extendiendo su mano.

"¿Calvin? Eres el tío de Bill, ¿verdad?"

"Por favor, apenas le llevo unos años, para mí es más como un hermano menor que un sobrino".

Calvin es el segundo accionista mayoritario en la empresa de Bill, aunque rara vez se involucra en el manejo diario del negocio. No es de extrañar que apenas figure en las fotos familiares, pues dedica la mayor parte de su tiempo a administrar sus propios negocios en el extranjero.

Bill no mencionó que su atareado tío vendría a cenar. Aunque pensándolo bien, él casi nunca me cuenta nada de nada.

"Oye... ¿Hola? ¿Me escuchas?" Calvin mueve su mano frente a mí, sacándome de mis pensamientos.

Rápidamente recupero la compostura y giro la cabeza, pues lo último que quiero es que el tío de Bill me vea así de vulnerable.

"Serena, ¿estás bien?" Pregunta, con la voz llena de preocupación.

"Sí, estoy bien. Deberías ir a ver a tu familia".

Me giro hacia él, esforzándome por sonreír a pesar de haber llorado hace poco, lo que seguramente se ve extraño. Pero no quiero involucrar a Calvin en este lío, así que decido apartarme. Me detengo junto a la calle para pedir un taxi. Hace cada vez más frío, y tiemblo mientras espero que aparezca uno.

"¡Serena, espera!"

¿Bill me habrá seguido? Quizás sí le importo, aunque sea un poco. Sin embargo, al voltearme hacia la voz, descubro que no es Bill sino Calvin, quien viene corriendo detrás de mí.

Como nota que estoy temblando, se quita su saco y me lo pone sobre los hombros. "No tienes que huir de mí, no te voy a morder".

Esbozo una sonrisa débil y me quedo callada un momento, preguntándome por qué él, a diferencia de los demás, no parece odiarme.

"Puedo llevarte a casa si quieres". Me propone.

Con una mirada suplicante, respondo: "Por favor".

Luego, subimos a su auto. Agradezco que comprenda que no tengo ánimos para hablar. Si fuera Bill quien estuviera aquí, seguramente me armaría un escándalo por mi silencio.

"¿Qué te parece si ponemos algo de música?" Sugiere Calvin, percibiendo mi estado de ánimo.

"Ok". Contesto débilmente.

Calvin pone música clásica suave, y el resto del viaje transcurre en silencio. Me limito a mirar por la ventana, envuelta en su saco, conmovida por ese gesto tan considerado.

********************

"Sr. Calvin, qué gusto verlo". Lo saluda una de nuestras sirvienta cuando llegamos a casa.

"¡Anne, pero si estás igual de espléndida!" Responde Calvin.

No me sorprende que la conozca; lleva años trabajando para la familia de Bill.

"¿Me harías el favor de traer una bolsa de hielo, vendas y un poco de ibuprofeno? Creo que Serena se torció la rodilla". Le pide.

"¿Solo se me torció? Yo pensaba que seguro me la había roto". Comento desconcertada.

Me pregunto cómo Calvin puede estar tan seguro.

Me toca suavemente el hombro y una extraña sensación me recorre el cuerpo, como si una descarga eléctrica sutil me atravesara. "Tranquila, aunque no soy médico, si realmente tuvieras algún hueso roto, no habrías caminado tan rápido, ni siquiera podrías mantenerte en pie ahora mismo". Me dice para calmarme.

No logro explicar por qué me afecta tanto su presencia, especialmente siendo el tío de mi esposo, pero hay algo reconfortante en su contacto. A pesar de que Calvin y yo apenas nos conocemos, resulta extrañamente consolador que él demuestre más preocupación por mi bienestar que Bill. Pero, ¿qué estoy pensando?

"Ah, tienes razón", respondo apresuradamente. Entonces, noto la mancha de té en mi vestido. "Disculpa, necesito ir a cambiarme".

Después de bañarme y cambiarme a ropa cómoda, Anne me ayuda a vendar la rodilla izquierda y salgo de mi cuarto, sintiéndome renovada.

Mientras me dirijo a la cocina, percibo el aroma de algo delicioso. Entonces, me encuentro a Calvin con un delantal puesto, ocupado cocinando. "Oye, ¿qué estás haciendo?"

"Obvio. Tengo hambre, así que estoy cocinando". Contesta.

Me siento culpable de que se haya perdido la cena con su familia por mi culpa. "¿Y qué te estás preparando?"

"Nada especial. Solo un sándwich con queso derretido. Sírvete si quieres". Dice con una sonrisa.

"Gracias por la invitación, pero estoy bien".

Justo en ese momento mi estómago me traiciona con un gruñido. Calvin debe haberlo escuchado porque agrega: "Por favor, come conmigo".

Asiento con la cabeza, un poco apenada, pero él actúa como si no lo notara. "Mejor siéntate y pon la rodilla en alto. Ya casi termino en la cocina".

Me siento en el comedor, estirando las piernas sobre otra silla mientras lo espero. Al poco rato, Calvin emerge de la cocina con una bandeja cargando dos tazones humeantes de ramen instantáneo y un plato de sándwiches de queso gratinado.

"Se ve rico". Comento mientras él coloca la comida en la mesa.

"Gracias. Es lo único que sé preparar". Admite con una sonrisa.

Por un rato, comemos tranquilamente, disfrutando la comida.

"¿Sabes? Esto me recuerda a la universidad". Trato de romper el hielo.

"¿Y eso es bueno o malo?" Calvin pregunta.

"Algo bueno", le respondo con una sonrisa, "el queso derretido y el ramen siempre han sido mi consuelo después de una semana pesada".

"Ya veo... Entonces soy un lector de mentes", bromea con una sonrisa. Supongo que percibió que estaba teniendo un mal día. "¿Cómo está tu rodilla?"

"Ya mucho mejor. ¿Crees que debería ir al médico?"

"Bueno, es solo un esguince, en un par de días mejorarás. Pero si no, deberías ir al médico", Calvin aconseja, "Después de comer, toma un Ibuprofeno".

"Bien". Asiento, sintiéndome un poco más ligera.

Es la primera vez que uno de los familiares de Bill es amable conmigo, por eso no puedo evitar sentir cierta calidez por dentro.

Por consejo de Calvin, me tomo un ibuprofeno apenas termino de comer y mientras él limpia la mesa, Bill entra al comedor.

"Tío Calvin. ¿Cuándo regresaste?" Pregunta Bill, visiblemente sorprendido por su presencia. "Pensé que cenarías con nosotros esta noche".

Me adelanto a responder por Calvin. "Ah, nos encontramos en el hotel y se ofreció a traerme a casa porque me costaba caminar".

Bill me observa en silencio, tratando de descifrar si miento o no. Luego frunce el ceño con evidente molestia, antes de volverse hacia Calvin: "De todos modos, mamá quiere verte".

Calvin lo mira como si quisiera decir algo, pero solo asiente y se marcha en silencio.

"Serena", dice Bill, "¿qué diablos te pasó en la rodilla?"

Vaya, ¿está preocupado por mí? Qué extraño. Normalmente solo le interesan su trabajo, familia, autos deportivos y Doris. Quizás si se entera de que estoy esperando un hijo suyo, volverá a mí.
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP