Frunzo el ceño confundido y pregunto. "¿De qué están hablando? Estoy bien".

Mi madre y mi tía Claire intercambian una mirada cómplice antes de que mamá se vuelva hacia mí, su expresión está llena de preocupación cuando dice suavemente. "Bill, no te ves muy bien".

Intento sonar convincente: "Créanme, estoy mejor que nunca".

Pero en el fondo, sé que pueden ver a través de mí. Antes de su llegada, me había visto al espejo y hasta yo me sorprendí con lo que vi: profundas ojeras contrastaban con mi palidez, mis labios descoloridos y una barba de varios días evidenciaban mi descuido. La verdad es que, desde que me enteré de que el divorcio era irreversible, el sueño se ha vuelto un extraño para mí.

La voz de mi tía Claire está impregnada de compasión: "No necesitas negarlo, Bill. Entendemos que tu exesposa te engañó. Es natural que estés tan afectado".

Aprieto los dientes con fuerza, tratando de controlar mis emociones ante sus palabras. ¿Por qué tiene que meterse en mis problemas matrimoni