Nick divisó una espesa bruma mientras conducía, se identificó con aquella niebla, porque así de gris estaba su vida. Cuando llegó a casa, frotó sus manos para abrigarse en esa fría noche. Entró a su residencia, y al ingresar a su habitación se llevó la sorpresa de ver a Ariadna, durmiendo con Nachito. Una sensación inexplicable de felicidad se alojó en el corazón de él, fue algo extraño, porque ese sentimiento no sucedía cuando veía a su amada esposa junto a su hijo Nicholas.
Se acercó a Ariadna, le dio un beso en la mejilla, ella parpadeó, y abrió los ojos despacio, al ver a Nick, se incorporó.
—¿Cómo está la señora María?
—Tiene Neumonía, ya le están tratando en el hospital. Ana Cristiana consideró que no era necesario quedarme. ¿Qué pasó con Nachito?
Ariadna con la mirada triste y con un nudo en la garganta le comentó la actitud egoísta de Nicholas. Nick se pas
Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo, estamos acercándonos a los finales, espero por favor dejen sus comentarios. Gracias.
Minutos después Ary en compañía de Ignacio llegaron al laboratorio. A ella le tomaron la muestra de sangre, mientras esperaba pensativa, observó a Nachito con atención, de inmediato fue a buscar a su mejor amiga, y le solicitó ayuda, entonces luego de unos minutos le tomaron una muestra al niño para realizar una prueba de ADN. Ana Cristina le comentó a Ary que la entrega de esos resultados demoraba un par de días, pero que ella haría lo posible por agilizar el trámite. Ariadna salió de ahí, y fue al orfanato con Nachito, él al ver que en el lugar había muchos niños se asustó. —¿Qué es este sitio? —Es un orfelinato, yo trabajo aquí —respondió Ary. —¿Qué es un orfanato? —Es un lugar donde viven los niños que no tienen familia. —¿Me va a dejar acá? —preguntó temblando asustado. —¡Claro que no! —mencionó Ariadna, brindándole una
Ariadna dejó caer su cuerpo en la madera dura de la banca, un sentimiento de desolación y soledad se apoderó de su alma, sollozaba intentando encontrar una explicación lógica. Alonzo figurándose que no había nadie en la capilla, apareció, se sorprendió al ver a Ariadna ahí, llorando sin consuelo, sin pensar en las consecuencias de sus actos, se acercó a la joven. —Ary, ¿qué tienes? ¿Pasó algo? —averiguó Alonzo con curiosidad. Ella seguía callada casi no podía ni hablar, ahogada en llanto. Él consideró que en el estado en el que se encontraba, necesitaba era una mano amiga, un apoyo, entonces la abrazó. En ese preciso momento Ana Cristina, que había salido tras de él para devolverle el celular que se le había quedado en el consultorio de ella, presenció esa escena. Los miró y tragó saliva con dificultad, entonces enseguida se acercó a ambos. —Ariadna, ¿por qué lloras? ¿Le pasó algo a los niños
Alonzo conducía aletargado en sus cavilaciones, por un lado le preocupaba la situación de Ary, y todo aquello que estaba sucediendo con Jessica, aunque después de hablar con sus amigos investigadores se sentía un poco más tranquilo, entonces consideró que el único lugar en donde podría sentirse más relajado era donde Ana Cristina. Cuando arribó al sitio se detuvo unos segundos a meditar de que no avisó de su llegada, sin embargo frunció los labios, ingresó al edificio y subió directo al apartamento. Ana Cristina sostenía entre sus manos una taza con café, sus codos estaban recargados sobre el mármol del desayunador, mientras el humeante aroma de la bebida inundaba sus fosas nasales, ella no dejaba de rememorar la escena de la mañana cuando observó a Alonzo, muy preocupado por Ary, inhaló un profundo suspiro, y de pronto el sonido del timbre la sacó de sus cavilaciones. Se acercó a su intercomunicador y observó por la pantalla la azulada
Ariadna pasó por el tocador del hospital, se mojó el rostro, retocó su maquillaje, suspiró profundo. Luego de unos minutos caminó por los pasillos regresando a la habitación de la señora María, tenía aún mucho que conversar con ella, entonces golpeó con delicadeza la puerta.—¡Adelante! —Escuchó en la voz enronquecida de la mujer. Ary giró la cerradura, y de inmediato ingresó. —¡Señora! —exclamó María. —¿Se siente mejor? Se ve pálida —comentó la anciana.—Estoy bien, no se preocupe —respondió Ariadna observando a la buena mujer con un destello de luz en su mirada, enseguida tomó una silla y se sentó cerca de ella. —Señora María, yo debo contarle algo.La anciana acom
Ary llegó a su departamento con el semblante muy distinto al que tenía días antes. Su corazón danzaba de emoción, previo a ingresar a casa, respiró profundo para contener el deseo de abrazar a Nachito; sin embargo, debía ser discreta, estaba segura de que Jessica continuaba detrás de todo. Cuando abrió la puerta se encontró con una escena muy conmovedora, Ignacio, y Tefa jugaban juntos como hermanos que eran, mientras Nicholas, veía la televisión y Conny los cuidaba. Tefa al ver a su madre, se puso de pie y fue corriendo a abrazarla y saludarla. —¡Mami! — exclamó la pequeña. Ariadna de inmediato se inclinó a la altura de su hija, la estrechó, y beso, observó a Nachito, quien miraba de reojo esa escena y Nicholas como siempre veía todo frunciendo los labios. —Nico, ¿tú no piensas saludarme? —Hola —dijo el niño, sin moverse de su lugar. Constanza ladeó la cabeza ind
Nick palideció y un ligero escalofrío recorrió su columna, sabía que las amenazas de ese hombre eran en serio, y él debía proteger a Ariadna, y su familia, pero tenía tanto temor de ir a verla, quizás ella no quería volver a saber de él; sin embargo, necesitaba arriesgarse. Subió a su auto e hizo una llamada. Minutos más tarde aparcó en el estacionamiento de un bar, al bajar del vehículo se colocó su chaqueta de cuero negra, y enseguida se encaminó al interior del lugar. «Spending my time by Roxette» inundaba el ambiente de aquel sitio. Nick divisó a la persona que lo esperaba sentado en una de las butacas de la barra del bar, el hombre mantenía una de manos recargadas sobre la pulida y reluciente madera, y en la otra sostenía un vaso de un licor que por el color parecía whisky. —Hola —saludó Nick. —Buenas noches —respondió y lo miró con atención, enseguida lo invitó a sentarse y solicitó
Ary despegó su rostro del cuello de Nick, ambos se observaron a los ojos, y el tiempo se detuvo para ellos, entonces los dedos de él se deslizaron por los carnosos y tibios labios de Ariadna, sus corazones palpitaron desenfrenados, sin decir más unieron sus bocas en un profundo y largo beso. Después de esa muestra de cariño los pulgares de Nicholas iban enjugando las lágrimas del rostro de su esposa. —Ya no llores mi amor, ya hemos sufrido bastante —murmuró—. Ahora tenemos a nuestro verdadero hijo, junto a nosotros —aseveró Nick, muy emocionado. Ariadna colocó sus palmas en las mejillas de su esposo. —Te amo tanto —confesó con la mirada iluminada. —Yo más —respondió él, volviendo a introducir su lengua en la boca de su mujer, besándola con desespero, dejándose embriagar de aquel dulce sabor. Luego de unos minutos tomados de la mano se dirigieron
Días después. Ariadna y Nick salieron de su casa rumbo al laboratorio, aunque todo indicaba que Nachito era su hijo necesitaba tener esa prueba de ADN para estar por completo, seguros que era Ignacio. Antes de bajar del auto se miraron a los ojos, inhalaron profundo y al salir se tomaron las manos y así: nerviosos y ansiosos entraron a la clínica. —Buenos días, señorita, venimos por los resultados de unas pruebas de ADN —solicitó Nick con su característica amabilidad, la joven lo observó con coquetería. —Ya le ayudó con mucho gusto. —Sonrió la muchacha. —¿A nombre de quién están? —Ariadna Rinaldi — respondió la esposa de Nick. La joven dejó el coqueteo al ver que él abrazó a su mujer con cariño. La muchacha inclinó la cabeza, y se puso a revisar los sobres. —Aquí tiene —extendió las hojas. Ariadna lo tomó con