Días después.
Ariadna y Nick salieron de su casa rumbo al laboratorio, aunque todo indicaba que Nachito era su hijo necesitaba tener esa prueba de ADN para estar por completo, seguros que era Ignacio.
Antes de bajar del auto se miraron a los ojos, inhalaron profundo y al salir se tomaron las manos y así: nerviosos y ansiosos entraron a la clínica.
—Buenos días, señorita, venimos por los resultados de unas pruebas de ADN —solicitó Nick con su característica amabilidad, la joven lo observó con coquetería.
—Ya le ayudó con mucho gusto. —Sonrió la muchacha. —¿A nombre de quién están?
—Ariadna Rinaldi — respondió la esposa de Nick. La joven dejó el coqueteo al ver que él abrazó a su mujer con cariño. La muchacha inclinó la cabeza, y se puso a revisar los sobres.
—Aquí tiene —extendió las hojas. Ariadna lo tomó con
Queridos lectores estamos cada vez más cerca del final. ¿Qué piensan de Alonzo? ¿Qué hará cuando se entere de que Ana Cristina está embarazada? Dejen sus comentarios. Gracias por leer.
Ariadna en compañía de los tres niños, llegaron emocionados del centro comercial. Ary le entregó a cada uno sus respectivos juguetes, entonces los pequeños corrieron a sus habitaciones a jugar con los obsequios. Entre tanto Ary se fue a su alcoba se quitó los zapatos y se acostó en su cama a descansar unos minutos, mientras Nick llegaba con la pizza. En la habitación Nachito jugaba con uno de los autos que Ary le compró cuando de forma abrupta Nicholas se los quitó de las manos y se los rompió. —Mira mugroso lo que hago con esto. —Nico reía como loco, y averiaba todo lo que podía, mientras Ignacio lloraba asustado. —Si eres inteligente deberías irte de esta casa… Aquí nadie te quiere —expresó mirando con malicia al pequeño, después Nicholas se puso a gritar: —¡Mamá! ¡Mami! Ariadna abrió sus ojos de par en par, se colocó sus pantuflas, y fue a ver que sucedía. Se encontró a su verdadero hijo llorando, y Nichola
Nick respiró profundo. Necesitaba pensar con cabeza fría. Aun contrariado y meditabundo subió a su auto para dirigirse al orfanato. Sospechaba que Jessica también tenía que ver con la desaparición de Nachito, sin embargo, por más que intentaba conservar la calma, le era imposible, aquel vacío en su estómago se traducía a una sensación de zozobra, al saber a su amada Ariadna en manos de aquella loca. Luego de unos minutos arribó al orfanato, donde todo era un caos, buscaban a Nachito, desesperados, caminando a pasos ligeros llegó hasta el patio en donde Constanza limpiaba a cada rato sus lágrimas. —¿Conny que sucedió? ¿Cómo es posible que Nachito no esté aquí? —Nick, ¡Perdóname! Siempre hemos tomado las medidas de seguridad, nunca se nos ha perdido un niño. No sabemos qué sucedió, ni cómo pasó — sollozó con la voz entrecortada—. Las cámaras muestran a tu primo Alonzo ingresando a este lugar. <
Nick caminaba de un lado a otro por la sala de su casa, desesperado, contrariado, aturdido, esperaba una sola llamada que le diera aliento... pero... «¿Será que hice bien en confiar en él?» se preguntó aquel hombre que se sentía abrumado, cuando de repente su celular sonó. —Todo listo Nick, la policía está alerta. —Yo requiero estar presente, necesito rescatar a Ariadna. —Ten paciencia, ella te va a llamar, tú debes actuar normal, un mal paso o una ligera sospecha y pondrás en peligro la vida de Ary. Nick resopló al otro lado de la línea. — ¡Está bien! Nicholas colgó la llamada y dejó caer su cuerpo en el sillón colocó sus codos en las rodillas, y tomó su rostro entre sus manos, desesperado aguardaba aquella llamada, hasta que horas después, su teléfono sonó. —Hola, cariño... ¿Me extrañaste? —preguntó carcajeándo
Esa misma noche luego de que Ana Cristina atendiera y estabilizara al pequeño Mateo quien padecía infección intestinal todos regresaban a casa. Ángel estaba al pendiente de sus pequeños. María pensativa caminaba a paso lento con las manos en los bolsillos de su saco, suspiró profundo al recordar todo lo que sucedía, estaba a punto de ingresar al contenedor en el que vivía, cuando divisó a su nieto, sentado esperándola.—¡Nachito! —exclamó la señora.—¡Abuelita! —expresó el niño con emoción y corrió a abrazarla.—¡Mi chamaquito! Pensé que no te volvería a ver...— dijo ella, con lágrimas en los ojos, besando las mejillas de su nieto. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?&mda
Horas más tarde. Alonzo, salió de cirugía, estaba delicado de salud; pero estable. Ana Cristina ingresó al área de recuperación. Se acercó a él, y las palabras no salían de sus labios, porque ni ella misma sabía que decirle, no tenía claro lo que sentía por él, por eso sus frases no fueron las típicas de amor que todo el mundo espera cuando alguien está grave en la cama de un hospital. La joven doctora deslizó sus dedos por el nacimiento de la barba de él, se estremeció ante ese contacto, y luego respiró profundo. —Alonzo, tú eres un hombre valiente y fuerte. Me alegro de que estés bien. Sabía que te ibas a recuperar... Hierba mala nunca muere —comentó ladeando los labios, se inclinó y besó la frente de él, y se quedó unos minutos cuidándolo, y después salió a ver como seguía Ariadna. Al entrar a la habitación de su amiga, se dio cuenta de que estaba dormida, revisó
Ariadna, antes de irse del hospital, pasó a saludar a Alonzo. Quién se encontraba acostado leyendo un libro.—Hola... ¿Puedo seguir?—¡Claro! —respondió él, con una sonrisa.Ariadna se acercó a él, lo tomó de la mano.—Muchas gracias… No tengo palabras para agradecerte. ¡Arriesgaste tu vida por mí!—No podía permitir que Jessica, te hiciera daño...no me lo hubiera perdonado nunca. Tú sabes que eres muy importante para mí… Te quiero Ariadna —expresó Alonzo; sin notar que Ana Cristina, estaba en la puerta de la habitación escuchando.—Perdón, no quería interrumpir —pronunció la doctora, con la voz entrecortada. Ariadna lo soltó.
Posterior a eso regresaron al comedor comunitario, donde se sirvió una paella realizada por la abuela Fiorella y la señora María para todos los invitados. Mientras se servían la comida, ingresó al comedor Ana Cristina, con su hermosa barriga de siete meses de gestación, ella al igual que Ariadna, se veían resplandeciente. Alonzo la miró y su corazón se estremeció, sintió mucha emoción al verla. Ana Cristina se dirigió a saludar a Ary. —¡Felicidades, amiga! —comentó abrazándola—. Tu sueño se ha hecho realidad —mencionó Ana Cristina, emocionada. —Gracias —respondió Ary—, pero no creas que te voy a perdonar que te hayas ido sin avisar. —La acusó con el dedo índice, y luego sonrió mirando su abultado estómago. —¡Qué hermosa estás! Y mi sobrino cada día más grande —colocó su mano en el vientre de Ana—, te ves tan linda —aseveró Ariadna feliz de ver a su amiga de vuelta. Nick, como todo un caballer
CUATRO AÑOS DESPUÉS. Isla de Roatán—Honduras La delicada y blanca arena de la playa cubría los pies de Nick y Ary, quienes, tomados de las manos de Nachito, Tefa y Paolo, observaban el hermoso color turquesa del agua del mar. Los niños eran muy educados, tiernos, amorosos y solidarios no solo con sus padres sino con las personas a su alrededor. Ayudaban a Ariadna en el orfanato y en el centro comunitario; sin embargo, cada uno tenía características que los hacían diferentes: Nachito ya era un jovencito de once años, tímido, reservado, bastante maduro para la edad que tenía. Tefa, acababa de cumplir nueve: ella era extrovertida, alegre, divertida. Paolo estaba por llegar a los cinco, él era un pequeño muy ocurrente, simpático, travieso; algo entendible en su edad. Lo primero que quisieron hacer los niños en las hermosas playas de Roatán ubicadas en el hermo