Ary llegó a su departamento con el semblante muy distinto al que tenía días antes. Su corazón danzaba de emoción, previo a ingresar a casa, respiró profundo para contener el deseo de abrazar a Nachito; sin embargo, debía ser discreta, estaba segura de que Jessica continuaba detrás de todo.
Cuando abrió la puerta se encontró con una escena muy conmovedora, Ignacio, y Tefa jugaban juntos como hermanos que eran, mientras Nicholas, veía la televisión y Conny los cuidaba.
Tefa al ver a su madre, se puso de pie y fue corriendo a abrazarla y saludarla.
—¡Mami! — exclamó la pequeña. Ariadna de inmediato se inclinó a la altura de su hija, la estrechó, y beso, observó a Nachito, quien miraba de reojo esa escena y Nicholas como siempre veía todo frunciendo los labios.
—Nico, ¿tú no piensas saludarme?
—Hola —dijo el niño, sin moverse de su lugar. Constanza ladeó la cabeza ind
Queridos lectores les dejo dos nuevos capítulos. Escucho los nombres de los cómplices de Jessica. ¿De quién sospechan? dejen sus comentarios.
Nick palideció y un ligero escalofrío recorrió su columna, sabía que las amenazas de ese hombre eran en serio, y él debía proteger a Ariadna, y su familia, pero tenía tanto temor de ir a verla, quizás ella no quería volver a saber de él; sin embargo, necesitaba arriesgarse. Subió a su auto e hizo una llamada. Minutos más tarde aparcó en el estacionamiento de un bar, al bajar del vehículo se colocó su chaqueta de cuero negra, y enseguida se encaminó al interior del lugar. «Spending my time by Roxette» inundaba el ambiente de aquel sitio. Nick divisó a la persona que lo esperaba sentado en una de las butacas de la barra del bar, el hombre mantenía una de manos recargadas sobre la pulida y reluciente madera, y en la otra sostenía un vaso de un licor que por el color parecía whisky. —Hola —saludó Nick. —Buenas noches —respondió y lo miró con atención, enseguida lo invitó a sentarse y solicitó
Ary despegó su rostro del cuello de Nick, ambos se observaron a los ojos, y el tiempo se detuvo para ellos, entonces los dedos de él se deslizaron por los carnosos y tibios labios de Ariadna, sus corazones palpitaron desenfrenados, sin decir más unieron sus bocas en un profundo y largo beso. Después de esa muestra de cariño los pulgares de Nicholas iban enjugando las lágrimas del rostro de su esposa. —Ya no llores mi amor, ya hemos sufrido bastante —murmuró—. Ahora tenemos a nuestro verdadero hijo, junto a nosotros —aseveró Nick, muy emocionado. Ariadna colocó sus palmas en las mejillas de su esposo. —Te amo tanto —confesó con la mirada iluminada. —Yo más —respondió él, volviendo a introducir su lengua en la boca de su mujer, besándola con desespero, dejándose embriagar de aquel dulce sabor. Luego de unos minutos tomados de la mano se dirigieron
Días después. Ariadna y Nick salieron de su casa rumbo al laboratorio, aunque todo indicaba que Nachito era su hijo necesitaba tener esa prueba de ADN para estar por completo, seguros que era Ignacio. Antes de bajar del auto se miraron a los ojos, inhalaron profundo y al salir se tomaron las manos y así: nerviosos y ansiosos entraron a la clínica. —Buenos días, señorita, venimos por los resultados de unas pruebas de ADN —solicitó Nick con su característica amabilidad, la joven lo observó con coquetería. —Ya le ayudó con mucho gusto. —Sonrió la muchacha. —¿A nombre de quién están? —Ariadna Rinaldi — respondió la esposa de Nick. La joven dejó el coqueteo al ver que él abrazó a su mujer con cariño. La muchacha inclinó la cabeza, y se puso a revisar los sobres. —Aquí tiene —extendió las hojas. Ariadna lo tomó con
Ariadna en compañía de los tres niños, llegaron emocionados del centro comercial. Ary le entregó a cada uno sus respectivos juguetes, entonces los pequeños corrieron a sus habitaciones a jugar con los obsequios. Entre tanto Ary se fue a su alcoba se quitó los zapatos y se acostó en su cama a descansar unos minutos, mientras Nick llegaba con la pizza. En la habitación Nachito jugaba con uno de los autos que Ary le compró cuando de forma abrupta Nicholas se los quitó de las manos y se los rompió. —Mira mugroso lo que hago con esto. —Nico reía como loco, y averiaba todo lo que podía, mientras Ignacio lloraba asustado. —Si eres inteligente deberías irte de esta casa… Aquí nadie te quiere —expresó mirando con malicia al pequeño, después Nicholas se puso a gritar: —¡Mamá! ¡Mami! Ariadna abrió sus ojos de par en par, se colocó sus pantuflas, y fue a ver que sucedía. Se encontró a su verdadero hijo llorando, y Nichola
Nick respiró profundo. Necesitaba pensar con cabeza fría. Aun contrariado y meditabundo subió a su auto para dirigirse al orfanato. Sospechaba que Jessica también tenía que ver con la desaparición de Nachito, sin embargo, por más que intentaba conservar la calma, le era imposible, aquel vacío en su estómago se traducía a una sensación de zozobra, al saber a su amada Ariadna en manos de aquella loca. Luego de unos minutos arribó al orfanato, donde todo era un caos, buscaban a Nachito, desesperados, caminando a pasos ligeros llegó hasta el patio en donde Constanza limpiaba a cada rato sus lágrimas. —¿Conny que sucedió? ¿Cómo es posible que Nachito no esté aquí? —Nick, ¡Perdóname! Siempre hemos tomado las medidas de seguridad, nunca se nos ha perdido un niño. No sabemos qué sucedió, ni cómo pasó — sollozó con la voz entrecortada—. Las cámaras muestran a tu primo Alonzo ingresando a este lugar. <
Nick caminaba de un lado a otro por la sala de su casa, desesperado, contrariado, aturdido, esperaba una sola llamada que le diera aliento... pero... «¿Será que hice bien en confiar en él?» se preguntó aquel hombre que se sentía abrumado, cuando de repente su celular sonó. —Todo listo Nick, la policía está alerta. —Yo requiero estar presente, necesito rescatar a Ariadna. —Ten paciencia, ella te va a llamar, tú debes actuar normal, un mal paso o una ligera sospecha y pondrás en peligro la vida de Ary. Nick resopló al otro lado de la línea. — ¡Está bien! Nicholas colgó la llamada y dejó caer su cuerpo en el sillón colocó sus codos en las rodillas, y tomó su rostro entre sus manos, desesperado aguardaba aquella llamada, hasta que horas después, su teléfono sonó. —Hola, cariño... ¿Me extrañaste? —preguntó carcajeándo
Esa misma noche luego de que Ana Cristina atendiera y estabilizara al pequeño Mateo quien padecía infección intestinal todos regresaban a casa. Ángel estaba al pendiente de sus pequeños. María pensativa caminaba a paso lento con las manos en los bolsillos de su saco, suspiró profundo al recordar todo lo que sucedía, estaba a punto de ingresar al contenedor en el que vivía, cuando divisó a su nieto, sentado esperándola.—¡Nachito! —exclamó la señora.—¡Abuelita! —expresó el niño con emoción y corrió a abrazarla.—¡Mi chamaquito! Pensé que no te volvería a ver...— dijo ella, con lágrimas en los ojos, besando las mejillas de su nieto. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?&mda
Horas más tarde. Alonzo, salió de cirugía, estaba delicado de salud; pero estable. Ana Cristina ingresó al área de recuperación. Se acercó a él, y las palabras no salían de sus labios, porque ni ella misma sabía que decirle, no tenía claro lo que sentía por él, por eso sus frases no fueron las típicas de amor que todo el mundo espera cuando alguien está grave en la cama de un hospital. La joven doctora deslizó sus dedos por el nacimiento de la barba de él, se estremeció ante ese contacto, y luego respiró profundo. —Alonzo, tú eres un hombre valiente y fuerte. Me alegro de que estés bien. Sabía que te ibas a recuperar... Hierba mala nunca muere —comentó ladeando los labios, se inclinó y besó la frente de él, y se quedó unos minutos cuidándolo, y después salió a ver como seguía Ariadna. Al entrar a la habitación de su amiga, se dio cuenta de que estaba dormida, revisó