Capítulo 48: ¡Qué tentación!

Al día siguiente Ariadna dormía con la tranquilidad que hace años no tenía, de pronto despertó asustada, al escuchar el llanto de su pequeña Tefa, se puso de pie, y corrió de inmediato a la habitación de su niña.

—¿Qué pasa mi amor? —preguntó Ariadna, entonces la chiquilla casi sin poder hablar, le mostró a su madre como su colección de muñecas rotas en el piso. Nicholas ingresó en ese momento a la habitación y se sorprendió al ver ese cuadro tan desagradable.

—¿Quién hizo esto? —inquirió él, muy enojado.

—No sé —respondió la pequeña, quien lloraba sin consuelo en los brazos de su madre.

—¡Nicholas! —gritó su padre con fuerza. El niño se asomó a la puerta

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