Mientras Nick conducía por las amplias y luminosas avenidas, Ariadna lo seguía con sigilo, él no contó que apenas abandonó la casa, su esposa con su hija iban tras de él, a una distancia prudencial para no ser descubiertas.
Las manos de Ariadna temblaban al sostener el volante del vehículo, su respiración se aceleró cuando vio a Nick llegar a un edificio de apartamentos, observó cómo ingresaba al estacionamiento con naturalidad, nadie le impedía el acceso. Ella veía todo eso con lágrimas en los ojos y el corazón roto en mil pedazos, sin embargo, necesitaba averiguar a quien visitaba su esposo, se secó las lágrimas, se arregló el maquillaje y el peinado, con su impresionante belleza bajó del auto y caminó hasta donde el conserje del edificio.
—Buenas noches —saludó con cortesía al hombre, quien, al observar a Ariadna, respondió atento.
—Buenas noches, señora. ¿Puedo ayudarla?
—Sí oficial
Hola, queridos lectores les dejo estos dos capítulos llenos de intrigas y suspensos. ¿Quiénes dijeron que Nachito era el hijo de Ary? Parece que se equivocaron y que por fin ella tendrá a su hijo en sus brazos. ¿Qué opinan de todo lo que está pasando con Nick? Dejen sus comentarios en las reseñas. No olviden votar por esta historia en el concurso. Gracias.
Al día siguiente. Los esposos Grimaldi viajaron a New Jersey. Ariadna en el avión contaba los minutos para llegar, entrar al orfanato y correr a abrazar a su hijo. Cuando aterrizaron en el aeropuerto su corazón se aceleró con fuerza, respiraba agitada. Nick la tomó de la mano, porque él se sentía igual que ella, nervioso, ansioso por conocer a su hijo. En el camino hacia el orfanato no hablaron, pero la ansiedad se reflejaba en el rostro de ambos, una vez que llegaron a ese lugar Ariadna con las piernas temblorosas bajó del taxi, y corrió a tocar el timbre. Mientras Nick cancelaba el servicio, un guardia salió. —Buenas tardes, somos los señores Grimaldi, nos están esperando. El joven les pidió sus identificaciones y los dejó ingresar, les indicó en donde quedaba la oficina de la dirección. Nick y Ariadna se miraron a los ojos, inh
Constanza llevó al pequeño a una habitación alejada de la gente, para conversar con él. Nicholas estaba lleno de muchas ideas erróneas en contra de su madre, la psicóloga supo entonces que el camino con él era difícil, pero que cuando sintiera el cariño de Ary, estaba segura de que todo iba a cambiar. Mientras tanto en la sala Ariadna, más restablecida explicaba a la familia, que había que tener paciencia con Nicholas. El Padre Fausto, con una seña, hizo que Nick, se alejara para poder conversar con él. —Estoy muy contento por ustedes. Dios escuchó nuestras oraciones, sin embargo, no veo a Ariadna feliz. ¿Qué está pasando entre? —averiguó. Nick, inclinó la cabeza, avergonzado, dirigió su mirada a Ariadna, el corazón se entristeció. —Padre Fausto, necesito confesarme. —Con gusto hijo, cuando tengas tiempo ve a la parroquia. <
Al día siguiente Ariadna dormía con la tranquilidad que hace años no tenía, de pronto despertó asustada, al escuchar el llanto de su pequeña Tefa, se puso de pie, y corrió de inmediato a la habitación de su niña.—¿Qué pasa mi amor? —preguntó Ariadna, entonces la chiquilla casi sin poder hablar, le mostró a su madre como su colección de muñecas rotas en el piso. Nicholas ingresó en ese momento a la habitación y se sorprendió al ver ese cuadro tan desagradable.—¿Quién hizo esto? —inquirió él, muy enojado.—No sé —respondió la pequeña, quien lloraba sin consuelo en los brazos de su madre.—¡Nicholas! —gritó su padre con fuerza. El niño se asomó a la puerta
En horas de la tarde Ary, llegó al centro comunitario, quería ver a los niños de la banda y sus avances con ellos. Al ingresar por uno de los pasillos se encontró con Ángel García, Ariadna se estremeció, y se asustó, la última vez que aquel hombre estuvo ahí, fue violento, sin embargo, notó lo diferente que se veía el señor rasurado, limpio, y sin oler a alcohol. El hombre tenía veintiocho años, era de contextura corpulenta, alto, de piel bronceada, ojos negros, cabello oscuro —Señora, buenas tardes —saludo con cortesía. —Hola. —Sonrió Ary—. Imagino que está buscando a sus hijos. —Sí, pero también vine por otro motivo...—presionó sus labios—. Deseo hablar con usted. —Por supuesto —respondió Ariadna con mucha curiosidad. —Quisiera asistir a las charlas para alcohólicos —pronunció Ángel, respirando agitado, sintiendo vergüenza, entonces Ariadn
Nick divisó una espesa bruma mientras conducía, se identificó con aquella niebla, porque así de gris estaba su vida. Cuando llegó a casa, frotó sus manos para abrigarse en esa fría noche. Entró a su residencia, y al ingresar a su habitación se llevó la sorpresa de ver a Ariadna, durmiendo con Nachito. Una sensación inexplicable de felicidad se alojó en el corazón de él, fue algo extraño, porque ese sentimiento no sucedía cuando veía a su amada esposa junto a su hijo Nicholas. Se acercó a Ariadna, le dio un beso en la mejilla, ella parpadeó, y abrió los ojos despacio, al ver a Nick, se incorporó. —¿Cómo está la señora María? —Tiene Neumonía, ya le están tratando en el hospital. Ana Cristiana consideró que no era necesario quedarme. ¿Qué pasó con Nachito? Ariadna con la mirada triste y con un nudo en la garganta le comentó la actitud egoísta de Nicholas. Nick se pas
Minutos después Ary en compañía de Ignacio llegaron al laboratorio. A ella le tomaron la muestra de sangre, mientras esperaba pensativa, observó a Nachito con atención, de inmediato fue a buscar a su mejor amiga, y le solicitó ayuda, entonces luego de unos minutos le tomaron una muestra al niño para realizar una prueba de ADN. Ana Cristina le comentó a Ary que la entrega de esos resultados demoraba un par de días, pero que ella haría lo posible por agilizar el trámite. Ariadna salió de ahí, y fue al orfanato con Nachito, él al ver que en el lugar había muchos niños se asustó. —¿Qué es este sitio? —Es un orfelinato, yo trabajo aquí —respondió Ary. —¿Qué es un orfanato? —Es un lugar donde viven los niños que no tienen familia. —¿Me va a dejar acá? —preguntó temblando asustado. —¡Claro que no! —mencionó Ariadna, brindándole una
Ariadna dejó caer su cuerpo en la madera dura de la banca, un sentimiento de desolación y soledad se apoderó de su alma, sollozaba intentando encontrar una explicación lógica. Alonzo figurándose que no había nadie en la capilla, apareció, se sorprendió al ver a Ariadna ahí, llorando sin consuelo, sin pensar en las consecuencias de sus actos, se acercó a la joven. —Ary, ¿qué tienes? ¿Pasó algo? —averiguó Alonzo con curiosidad. Ella seguía callada casi no podía ni hablar, ahogada en llanto. Él consideró que en el estado en el que se encontraba, necesitaba era una mano amiga, un apoyo, entonces la abrazó. En ese preciso momento Ana Cristina, que había salido tras de él para devolverle el celular que se le había quedado en el consultorio de ella, presenció esa escena. Los miró y tragó saliva con dificultad, entonces enseguida se acercó a ambos. —Ariadna, ¿por qué lloras? ¿Le pasó algo a los niños
Alonzo conducía aletargado en sus cavilaciones, por un lado le preocupaba la situación de Ary, y todo aquello que estaba sucediendo con Jessica, aunque después de hablar con sus amigos investigadores se sentía un poco más tranquilo, entonces consideró que el único lugar en donde podría sentirse más relajado era donde Ana Cristina. Cuando arribó al sitio se detuvo unos segundos a meditar de que no avisó de su llegada, sin embargo frunció los labios, ingresó al edificio y subió directo al apartamento. Ana Cristina sostenía entre sus manos una taza con café, sus codos estaban recargados sobre el mármol del desayunador, mientras el humeante aroma de la bebida inundaba sus fosas nasales, ella no dejaba de rememorar la escena de la mañana cuando observó a Alonzo, muy preocupado por Ary, inhaló un profundo suspiro, y de pronto el sonido del timbre la sacó de sus cavilaciones. Se acercó a su intercomunicador y observó por la pantalla la azulada