Llegó al hospital con mucho dolor, casi no podía caminar, las enfermeras le ayudaron. Ariadna pidió que llamaran a su amiga, quien de inmediato salió a su encuentro.
—¿Qué tienes?
—¡Mi bebé! —jadeó presionando los dientes—. Ana Cristina ayúdame... ¡Estoy sangrando!
La doctora de inmediato pidió llevar a Ariadna a emergencias, llamó a Nick, quien salió corriendo para el hospital.
La doctora empezó a examinar a su amiga, le hizo una ecografía para revisar el estado de su placenta y del bebé, y tal como Ana Cristina pensó, Ary presentaba un problema.
—¿Qué pasa con mi hijo? —inquirió nerviosa.
—Tranquila Ariadna, tienes placenta previa, te voy a administrar medicamentos para red
Meses después Una noche de incesante lluvia, Nick no llegaba a casa. Ariadna, bañó y le dio de comer a su pequeña Tefa, se acostó a su lado y se quedó dormida. En horas de la madrugada se despertó fue a su habitación y su cama estaba intacta. Nick, no había llegado. Ariadna preocupada marcó el celular de su esposo, no recibió respuesta estaba apagado. —Si se consiguió otra mujer está en su derecho. ¿Qué esperabas Ariadna? Tienes a tu esposo abandonado —hablaba consigo mismo, aunque trataba de ser razonable, pensar en esa posibilidad le dolía mucho, ella amaba a Nick. De tanto esperar se quedó dormida, despertó al escuchar el llanto de Tefa en horas de la mañana, fue por su niña preocupada al ver que su esposo no aparecía. —¿Y si las personas que se robaron a Stefano, le hicieron daño a tu papá? — se preguntaba mientras cambiaba a su pequeña de pañal, entonces escu
Nick miraba a través de las ventanas los nubarrones negros que cubrían el cielo aquella fría noche. La tristeza que reflejaba su alma se notaba también en su semblante abatido. Su amada esposa tuvo que quedarse aislada del mundo exterior, él con un hondo vacío en su pecho, aceptó, decidido a hacer hasta lo imposible porque Ary recuperara la razón. Nick en medio de su agobio tuvo que contratar una niñera que se hiciera cargo de su pequeña hija, su madre debido a que cada vez el cáncer avanzaba, sufría de dolores terribles. Consuelo a veces pasaba solo acostada, ya ni los medicamentos calmaban sus males. Se escuchaba en esa casa los constantes quejidos de la pobre mujer. Nick, sentía que de un momento a otro iba a enloquecer al igual que Ariadna. El Padre Fausto gran amigo de la familia, acudía a conversar con Consuelo, la mujer que tanto odiaba a Ariadna, empezó a cambiar su manera de pensar, sabía que estaba a punto de morir y se quería
Dos meses después. Ariadna presentaba una gran mejoría en su estado mental, recibía las visitas de Nick y de su pequeña Tefa. Ella estaba asimilando la pérdida de Stefano de mejor manera gracias a la ayuda psicológica ya no se sentía culpable, ella misma por su cuenta sacaba fuerzas para resurgir de entre las cenizas y recuperarse, y de esa forma retomar la búsqueda de su niño. Nick al ver a Ariadna mejorando sentía mucha alegría, por su parte tampoco dejaba de buscar a su pequeño. Semanas después Ariadna salió del hospital psiquiátrico, renovada con fuerzas para proseguir con su lucha de recuperar a su niño. El Padre Fausto, la familia de Nick, Ana Cristina, Conny le brindaron una cordial bienvenida. —¡No lo puedo creer! —exclamó Ariadna al ver a todos reunidos, abrazó a sus amigas, a la abuela Fiorella, a Francesco, al Padre Fausto, le besó en la mano. —¡Bienvenida! —
La ambulancia llegó y los paramédicos brindaron los primeros auxilios a Nick, le colocaron oxígeno, mientras Ariadna y Conny angustiadas no paraban de llorar.—Me pidió estas pastillas —indicó Ary con voz endeble mostrando el frasco a los paramédicos. —¿Para qué son?—Sirven para tratar enfermedades cardíacas. ¿Usted es familiar del señor?—Soy su esposa —respondió sintiendo un nudo en el estomagó, inclinó su cabeza avergonzada al observar la mirada inquisidora de una de los paramédicos.—Ella estuvo enferma un tiempo —comentó en defensa de Ary su amiga Constanza.Enseguida subieron al joven Grimaldi a la ambulancia.—Te encargo a Tefa —pidió Ary, se fue junto con su esposo al hospit
Enseguida se sirvieron la cena. Ariadna trataba de mantener la calma, pero su corazón atormentado no le dejaba en paz, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, tomó una servilleta y se las limpiaba tratando que Nick no se diera cuenta, pero eso fue imposible. —¿Qué pasa, amor? —Ariadna retiró el plato de comida inclinó su cabeza, no podía ni hablar—. ¿Qué tienes? Ella se puso de pie y abrazó a Nick con todas sus fuerzas. —¡P-perdóname p-por favor! —suplicó Ariadna ahogada en llanto. —¿Perdonarte qué? —Mi abandono, mi incomprensión. —Gimoteó—, el dolor de perder a Stefano me enloqueció Nicholas, yo no sabía qué hacer con mi vida...Te descuide a ti a mi pequeña... —Ariadna mírame —ordenó Nick. Ella obedeció, lo observó con sus hermosos ojos negros entristecidos. —Yo te comprendo mi amor, entiendo tu dolor, es el mismo
Aquellas palabras retumbaron en la mente de Nick, su pecho le dolía tuvo que volver a aspirar oxígeno, el dolor que en ese momento sentía no se podía explicar, a su mente se vinieron los recuerdos de la carita de su pequeñito, los planes que él tenía de enseñarle a jugar futbol, llevarle a los partidos, acompañarlo en su primer día de clases, verlo crecer y hacerse un hombre, ahora nada de eso sería posible, la maldad de una mujer se había enseñado con un ser inocente. —Señor Grimaldi, ¿Sigue ahí?... —Sí, agente —respondió Nicholas con la voz entrecortada. —Es necesario que vengan a retirar los restos de su hijo. Nick colgó la llamada, no tenía el valor para decirle a Ariadna, esa noticia la iba a enloquecer, en ese preciso momento ella apareció, observó los ojos de su esposo llenos de lágrimas y que no podía pronunciar palabra, entonces no fue necesario que él hablara. Ariadna lo dedujo por
Ariadna miraba con ternura a los infantes, se inclinó para observar qué productos comercializaban, enseguida sus fosas nasales se inundaron con el delicioso aroma de los tamales que Fernando tenía en un canasto.—Huele exquisito —mencionó ella.—Mi madrina guisa, rete sabroso —comentó Fernando.Ary le sonrió y se dedicó a conversar con ellos para así conocer más de sus vidas, en eso el Padre Fausto salió.—Ariadna, no les compres nada a estos jovencitos, desde el otro día les digo que vengan a la parroquia a recibir clases para aprender a leer y escribir y no me obedecen.—Padrecito, no nos regañe la migra anda rete abusada y nuestros papás no tienen chamba, por eso nosotros salimos a vender lo que podamos —explicó Fernando.<
Al día siguiente la cabeza de Ary descansaba sobre el pecho de Nick, permanecían dormidos mientras los primeros rayos de sol empezaba a colarse por las rendijas de los ventanales, entonces el celular de Nick, los sacó de brazos de Morfeo, aun adormecido: —Hola. —Buenos días, señor Grimaldi, le saluda el agente Martínez. Nick, se talló los ojos, y se sentó en la cama, extrañado. —¿Sucede algo, oficial? —Señor Grimaldi, es necesaria su presencia y la de su esposa en la delegación ha pasado algo que no le puedo decir vía telefónica. Nick movió con delicadeza a su mujer, haciéndola despertar; le comunicó sobre la llamada del agente, y a prisa se bañaron, vistieron y desayunaron, dejaron a la pequeña en la escuela y se dirigieron a la delegación. Ellos no tenían idea de que asunto quería hablar el agente Martínez, sin