Nicholas mantenía sus codos sobre sus rodillas y en medio de sus manos yacía su cabeza inclinada. Nadie salía a darle información, hasta que escuchó una voz muy familiar.
—Nick, ¿Cómo está Ariadna? Me enteré por las noticias
—Se encuentra estable. —Resopló abatido—, le hicieron una transfusión al bebé, presentaba anemia fetal por la pérdida de sangre de Ariadna.
— No te preocupes Nick yo me haré cargo de ella y del bebé en este momento te mantendré informado—. Ana Cristina le brindó a su amigo una sonrisa tranquilizadora—. Deberías ir a casa a cambiarte de ropa, cualquier cosa yo te aviso.
Al momento que él se disponía a ir a la cafetería a tomar un café Jessica y Consuelo llegaron al hospital.
En la fría y oscura celda que Nick estaba recluido tampoco podía dormir, se sentía angustiado temía por la seguridad de Ariadna y de su hijo, con él en prisión eran vulnerables a un nuevo ataque.—¡Dios mío te ruego que los protejas! —oraba Nick desesperado.Se sentó en la cama, intentando pensar en una manera de encontrar las pistas necesarias para probar su inocencia; sin embargo, lo que más le interesaba era descubrir quién era la persona que mandó a atacar a su mujer y su hijo.*****Al día siguiente.Ariadna aún dormía cuando sintió que alguien acariciaba sus mejillas, abrió sus ojos al sentir la presencia de una persona en su habitación.El cuerpo de la joven se estremeció, como acto reflejo se llevó
Ariadna observó a Nick con los ojos aguados, no pronunciaba una sola palabra, lo miraba con tristeza, y él a ella de la misma manera. La joven cerró sus ojos cuando vio que los policías se acercaban a ponerle las esposas y lo sacaban del juzgado como un delincuente. La abuela Fiorella no paraba de llorar, se sentía muy decepcionada de su nieto, su empresa estaba al borde de la ruina y el apellido Grimaldi empañado. —Vamos a apelar —dijo Octavio tranquilizando a la señora. Ariadna se disponía a salir cuando sintió que alguien la tomó del brazo. —Bien hecho futura esposa, ves cómo las cosas funcionan cuando haces lo que te digo. Ariadna observó a Alonzo llena de odio. «No estés tan seguro idiota» dijo en su mente ella. —Este fin de semana nos casamos. ¡No lo olvides! —amenazó Alonzo a Ariadna. La chica salió del juzgado sin decir nada.
Nicholas aparcó su vehículo frente a la entrada principal de la mansión Grimaldi, antes de ir a buscar a Ariadna, pasó a saludar a su abuela. Tocó el timbre, una de las empleadas abrió la puerta, lo anunció con la señora. Fiorella se hallaba sentada en la sala, leyendo un libro cuando su nieto se inclinó frente a ella. — ¡Abuela por favor perdóname! —expresó con sinceridad. —¡Yo no hice nada en contra de la familia! —declaró Nick abrazando a la señora. —Ya lo sé —contestó mientras acariciaba los rizos oscuros de su nieto—. Ya sabemos que la culpa de todo fue de Alonzo. —Sollozó con dolor. —Me duele el alma verlo preso —expresó con melancolía—, y más me destroza que su ambición lo haya llevado a hacer esas cosas —manifestó con la voz entrecortada, y con profunda tristeza. —Abuela lamento mucho la situación de Alonzo, pero él se lo buscó. La señora Fiorella asintió entonc
Ariadna en ese momento terminaba de leerles un cuento a los niños más grandecitos, quienes sentados en el piso del patio escuchaban atentos la narración.Nick divisó a Ariadna y la contempló, detallando con su vista lo hermosa que se veía con aquel vestido de lino en tono coral, y su melena recogida en un moño, percibió cómo su respiración se volvía irregular.Ariadna se estremeció sintió sobre su piel una mirada y como por arte de magia sus ojos se cruzaron con los de él, parpadeó al verlo de pie muy cerca de ella observándola.Ariadna sintió su corazón sobresaltarse. Se quedó sin pronunciar una palabra. Miró a Nick aproximarse a ella, entonces se puso de pie y cuando ambos estuvieron frente al otro se estrecharon en un fuerte abrazo, permanecieron así por varios minutos, has
Nicholas Grimaldi salió de su oficina y se dirigió a una joyería, pasó casi toda la tarde escogiendo el anillo de compromiso que le iba a dar al amor de su vida esa noche. Fue por su mujer al orfanato, ella se despedía de sus niños cuando Nick llegó al patio sorprendió a Ariadna abrazándola de la cintura.—¡Mi amor! —exclamó. —¡Me asustaste! —Sonrió besando los labios de Nick.—No fue mi intención, ¿Estás bien?—Sí cariño —respondió Ariadna feliz, tomó sus cosas y salieron agarrados de la mano del orfanato, fueron hasta su casa.—Mi vida, hoy quiero invitarte a cenar fuera —propuso Nick.—¿Celebramos algo?—Sí, que estamos juntos y esta vez nadi
Al día siguiente mientras Ariadna dormía. Nick pidió que les llevaran el desayuno a la habitación, frutas, jugo de naranja, pan tostado, tamales de maíz, típicos del lugar. Nick con suaves besos despertó a Ariadna. —Mi amor ya está listo el desayuno. Ary abrió sus ojos, se desperezó estirando sus brazos, le sonrió a Nick. —Buenos días, esposo —mencionó con ilusión. —Hola, mi compañera, es que la palabra esposa me suena a las que te ponen cuando te llevan a prisión y aunque yo gustoso me dejaría encadenar a tu lado, para mí eres, mi amiga, mi confidente, y el gran amor de mi vida. A Ariadna se le iluminó la mirada, los ojos le brillaban y el corazón le latía con fuerza. —Tú siempre encuentras las palabras precisas. Te amo Nick. —Y yo a ti mi amor, pero es hora de alimentarse. Nick
Ariadna sostenía entre sus manos temblorosas un vaso con agua, hipeando narraba los hechos al investigador en la delegación. Una terrible sensación se había apoderado de todo su ser al imaginar a su pequeño en peligro, ella creía que de un momento a otro iba a enloquecer.Los investigadores miraban atentos el video que las cámaras del 911 habían filmado, pero ninguno decía nada. Ese silencio abrumador tenía a Ary al borde de la angustia.Entre tanto Nick bajó a zancadas de su auto, había dejado a la abuela a cargo de su tío, no podía abandonar a Ary en esas circunstancias. El hombre se mecía los rizos de su oscuro cabello con desespero, caminaba buscando entre las personas a su esposa, mientras un agobio perturbador se instauraba en su pecho. Frenó su andar y miró cómo su mujer limpiaba con su pañuelo a cada in
Al mes de la desaparición de Stefano, recibió una llamada.—Señora Ariadna Grimaldi, tenemos información sobre su hijo, si quiere dar con él, necesitamos veinte mil dólares.—¿Cómo sé que dicen la verdad? —cuestionó—. Necesito pruebas, fotos de que ustedes tienen a mi bebé.—Enviaremos las pruebas —aseguraron esos hombres.Ariadna casi no hablaba con su esposo, lo ignoraba no sólo a él sino a todas las personas a su alrededor.Nick por su parte contrató agentes privados para dar con su hijo y aunque él trataba de demostrar fortaleza por dentro estaba igual o peor que Ariadna. Llegaba a su oficina, observa la foto de su pequeño y las lágrimas caían sobre su rostro, lloraba por su niño, por Ariadna, por él mi