Minutos después.
En el apartamento de Alonzo el joven besaba con avidez la boca de su prometida, mientras sus manos recorrían la silueta de ella. Ariadna hacía un gran esfuerzo, pero ese era el plan y no podía dar marcha atrás.
—Debemos celebrar —mencionó logrando retirar el cuerpo de Alonzo del de ella, para así caminar al bar y sacar una botella de vino y dos copas.
El joven Grimaldi se aflojó la corbata mientras su novia preparaba las bebidas, entonces apenas Ary se la entregó, le dio varios sorbos. Ariadna para no hacerlo, deslizó sus manos por los firmes pectorales de él, y luego se armó de valor y llegó hasta la virilidad de él.
Alonzo gruñó y cerró sus ojos disfrutando de aquellas caricias que nublaban sus pensamientos, enseguida tomó de las caderas a Ary y se apoderó de sus labios, introduciendo su lengua una y otra vez en la boca de su chica, así entre besos
Long Island- New York Semanas después. El taconeo de unos zapatos de mujer se hizo escuchar en la fina baldosa de aquel restaurante. La chica esbozó una amplia sonrisa y caminó con sensualidad hacia la mesa en donde el atractivo hombre de cabello oscuro, y ojos azules la esperaba. —Hola —saludó colocando su bolso en una de las sillas. El caballero se puso de pie, le dio un vistazo con la mirada y besó la mejilla de esa mujer. —No tengo mucho tiempo —mencionó. —¿Qué es eso tan importante que tienes que decir? Jessica ladeó los labios mientras colocaba su mano encima de la de Alonzo, y acariciaba sus dedos. —¿Cuál es el apuro? —susurró provocativa. —Tengo una junta —respondió él. La mujer no era fea, sin embargo no confiaba en ella, sabía
Al día siguiente él regresó a su casa, su madre y su novia como dos policías lo estaban esperando. —¡Nicholas Grimaldi! —chilló Consuelo. —¿De dónde vienes? —Discúlpame mamá, no tengo porqué darte explicaciones —contestó Nick. —Yo soy tu prometida —intervino Jessica—, creo que yo sí merezco una aclaración —reclamó cruzándose de brazos en espera de la respuesta de su novio. —Muy pronto les daré a ambas todas las explicaciones que necesitan. Por el momento quiero que sepan que lo nuestro se acabó Jessica. La joven palideció mientras presionaba sus puños, y respiraba agitada, miró a Consuelo, y se observaron entre ellas. —¡Mi cabeza! —exclamó Consuelo. Nick giró hacia su madre y se acercó a ella. —Lamento darte un disgusto mamá, no quiero que tu enfermedad se acelere por mi culpa, pero debes entender que
Minutos después. Momentos angustiantes vivía Nick con el cuerpo de Ariadna ensangrentado en sus brazos, habían pasado varios minutos en los cuales llamó a una ambulancia y hasta el momento nadie llegaba. Ariadna casi desfalleciendo abrió los ojos. —¡Nick! ¡Mi laptop! —exclamó sin aliento. —No hables —solicitó sin comprender por qué motivo a Ariadna le interesaba tanto su computador. —Tranquila —repetía Nick angustiado. Con lágrimas en los ojos, la abrazaba hacía su pecho. El sonido de las sirenas de la ambulancia lo alertaron, los paramédicos se bajaron, revisaron la herida de Ariadna, la subieron de inmediato a la camilla y de ahí al vehículo. Nicholas, fue con ella, le sostenía la mano, rogaba y suplicaba a Dios que se salvaran. Nick en el camino angustiado y pensativo no tenía idea de quiénes habían sido los hombres que a
Nicholas mantenía sus codos sobre sus rodillas y en medio de sus manos yacía su cabeza inclinada. Nadie salía a darle información, hasta que escuchó una voz muy familiar.—Nick, ¿Cómo está Ariadna? Me enteré por las noticias—Se encuentra estable. —Resopló abatido—, le hicieron una transfusión al bebé, presentaba anemia fetal por la pérdida de sangre de Ariadna.— No te preocupes Nick yo me haré cargo de ella y del bebé en este momento te mantendré informado—. Ana Cristina le brindó a su amigo una sonrisa tranquilizadora—. Deberías ir a casa a cambiarte de ropa, cualquier cosa yo te aviso.Al momento que él se disponía a ir a la cafetería a tomar un café Jessica y Consuelo llegaron al hospital.
En la fría y oscura celda que Nick estaba recluido tampoco podía dormir, se sentía angustiado temía por la seguridad de Ariadna y de su hijo, con él en prisión eran vulnerables a un nuevo ataque.—¡Dios mío te ruego que los protejas! —oraba Nick desesperado.Se sentó en la cama, intentando pensar en una manera de encontrar las pistas necesarias para probar su inocencia; sin embargo, lo que más le interesaba era descubrir quién era la persona que mandó a atacar a su mujer y su hijo.*****Al día siguiente.Ariadna aún dormía cuando sintió que alguien acariciaba sus mejillas, abrió sus ojos al sentir la presencia de una persona en su habitación.El cuerpo de la joven se estremeció, como acto reflejo se llevó
Ariadna observó a Nick con los ojos aguados, no pronunciaba una sola palabra, lo miraba con tristeza, y él a ella de la misma manera. La joven cerró sus ojos cuando vio que los policías se acercaban a ponerle las esposas y lo sacaban del juzgado como un delincuente. La abuela Fiorella no paraba de llorar, se sentía muy decepcionada de su nieto, su empresa estaba al borde de la ruina y el apellido Grimaldi empañado. —Vamos a apelar —dijo Octavio tranquilizando a la señora. Ariadna se disponía a salir cuando sintió que alguien la tomó del brazo. —Bien hecho futura esposa, ves cómo las cosas funcionan cuando haces lo que te digo. Ariadna observó a Alonzo llena de odio. «No estés tan seguro idiota» dijo en su mente ella. —Este fin de semana nos casamos. ¡No lo olvides! —amenazó Alonzo a Ariadna. La chica salió del juzgado sin decir nada.
Nicholas aparcó su vehículo frente a la entrada principal de la mansión Grimaldi, antes de ir a buscar a Ariadna, pasó a saludar a su abuela. Tocó el timbre, una de las empleadas abrió la puerta, lo anunció con la señora. Fiorella se hallaba sentada en la sala, leyendo un libro cuando su nieto se inclinó frente a ella. — ¡Abuela por favor perdóname! —expresó con sinceridad. —¡Yo no hice nada en contra de la familia! —declaró Nick abrazando a la señora. —Ya lo sé —contestó mientras acariciaba los rizos oscuros de su nieto—. Ya sabemos que la culpa de todo fue de Alonzo. —Sollozó con dolor. —Me duele el alma verlo preso —expresó con melancolía—, y más me destroza que su ambición lo haya llevado a hacer esas cosas —manifestó con la voz entrecortada, y con profunda tristeza. —Abuela lamento mucho la situación de Alonzo, pero él se lo buscó. La señora Fiorella asintió entonc
Ariadna en ese momento terminaba de leerles un cuento a los niños más grandecitos, quienes sentados en el piso del patio escuchaban atentos la narración.Nick divisó a Ariadna y la contempló, detallando con su vista lo hermosa que se veía con aquel vestido de lino en tono coral, y su melena recogida en un moño, percibió cómo su respiración se volvía irregular.Ariadna se estremeció sintió sobre su piel una mirada y como por arte de magia sus ojos se cruzaron con los de él, parpadeó al verlo de pie muy cerca de ella observándola.Ariadna sintió su corazón sobresaltarse. Se quedó sin pronunciar una palabra. Miró a Nick aproximarse a ella, entonces se puso de pie y cuando ambos estuvieron frente al otro se estrecharon en un fuerte abrazo, permanecieron así por varios minutos, has