Nick al despertar lo primero que hizo, fue ir a la habitación de su madre, su novia Jessica quien se había quedado a cuidarla le estaba sirviendo el desayuno.
—Buenos días, mamá. —Nick le dio un beso en la mejilla, saludo a Jessica de la misma manera—. Hijo, ¿Cuándo llegaste? —Consuelo no recordaba que lo vio la noche anterior.
—Mamá... ¿Por qué no me avisaron?, yo debía estar a tu lado en esos momentos.
—Mi niño, no quería preocuparte, bastante tienes con el trabajo de la exportadora, además Jessica estuvo al pendiente, ella es como la hija que nunca tuve. Si llego a morir, me iré tranquila de saber que te quedas al lado de una buena mujer como ella.
Nick guardó silencio, no dijo nada, ni siquiera encaró a su madre por la mentira de la carta.
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—Creo que haber regresado contigo fue un error —mencionó Ary soltando el aire contenido en sus pulmones—, estás comprometido con ella, es lógico que quieras formar una familia —pronunció con la voz entrecortada al imaginar que él cediera a la voluntad de Consuelo, eso le causaba mucho dolor. —Con la única persona que yo formaría una familia es contigo Ariadna, no digas que lo que nos une es un error, nosotros nos amamos. —Sí, pero de nada sirve amarnos, tenemos compromisos con nuestros padres, tú cumplir el último deseo de tu madre y yo sacar a mi papá de la cárcel y eso significa que tú debes seguir con Jessica y yo casarme con Alonzo. Nick se puso en cuclillas, tomó de las manos a Ariadna. —Por favor, amor no hagas eso, te lo ruego Ary, yo me moriría de tristeza, yo no soporto verte en brazos de otro. Nick se arrodillo ante ella suplicante, el tono de su voz era lasti
El gran salón en donde se iba a anunciar el compromiso de Ariadna Rinaldi y Alonzo Grimaldi, era uno de los más lujosos de New York, las mesas estaban decoradas con elegantes manteles en tono blanco con dorado. En la fina cristalería los invitados bebían varios tipos de licores. Muchos empresarios y gente importante amigos de la familia Grimaldi y Rinaldi se dieron cita a tan magno evento.Alonzo y sus padres se encontraban en el salón a espera de Ariadna, quien iba a llegar acompañada de Fabricio Rinaldi, y de su mejor amiga.Los miembros de la familia Grimaldi empezaron a arribar, la abuela Fiorella, Nick acompañado de Jessica, y Consuelo, todos muy elegantes.Alonzo llamaba al móvil de Ariadna desesperado por la demora de su prometida, pero no tenía respuesta.—¿Qué pasa con esa mujer que no llega? —inquiri&oa
Minutos después. En el apartamento de Alonzo el joven besaba con avidez la boca de su prometida, mientras sus manos recorrían la silueta de ella. Ariadna hacía un gran esfuerzo, pero ese era el plan y no podía dar marcha atrás. —Debemos celebrar —mencionó logrando retirar el cuerpo de Alonzo del de ella, para así caminar al bar y sacar una botella de vino y dos copas. El joven Grimaldi se aflojó la corbata mientras su novia preparaba las bebidas, entonces apenas Ary se la entregó, le dio varios sorbos. Ariadna para no hacerlo, deslizó sus manos por los firmes pectorales de él, y luego se armó de valor y llegó hasta la virilidad de él. Alonzo gruñó y cerró sus ojos disfrutando de aquellas caricias que nublaban sus pensamientos, enseguida tomó de las caderas a Ary y se apoderó de sus labios, introduciendo su lengua una y otra vez en la boca de su chica, así entre besos
Long Island- New York Semanas después. El taconeo de unos zapatos de mujer se hizo escuchar en la fina baldosa de aquel restaurante. La chica esbozó una amplia sonrisa y caminó con sensualidad hacia la mesa en donde el atractivo hombre de cabello oscuro, y ojos azules la esperaba. —Hola —saludó colocando su bolso en una de las sillas. El caballero se puso de pie, le dio un vistazo con la mirada y besó la mejilla de esa mujer. —No tengo mucho tiempo —mencionó. —¿Qué es eso tan importante que tienes que decir? Jessica ladeó los labios mientras colocaba su mano encima de la de Alonzo, y acariciaba sus dedos. —¿Cuál es el apuro? —susurró provocativa. —Tengo una junta —respondió él. La mujer no era fea, sin embargo no confiaba en ella, sabía
Al día siguiente él regresó a su casa, su madre y su novia como dos policías lo estaban esperando. —¡Nicholas Grimaldi! —chilló Consuelo. —¿De dónde vienes? —Discúlpame mamá, no tengo porqué darte explicaciones —contestó Nick. —Yo soy tu prometida —intervino Jessica—, creo que yo sí merezco una aclaración —reclamó cruzándose de brazos en espera de la respuesta de su novio. —Muy pronto les daré a ambas todas las explicaciones que necesitan. Por el momento quiero que sepan que lo nuestro se acabó Jessica. La joven palideció mientras presionaba sus puños, y respiraba agitada, miró a Consuelo, y se observaron entre ellas. —¡Mi cabeza! —exclamó Consuelo. Nick giró hacia su madre y se acercó a ella. —Lamento darte un disgusto mamá, no quiero que tu enfermedad se acelere por mi culpa, pero debes entender que
Minutos después. Momentos angustiantes vivía Nick con el cuerpo de Ariadna ensangrentado en sus brazos, habían pasado varios minutos en los cuales llamó a una ambulancia y hasta el momento nadie llegaba. Ariadna casi desfalleciendo abrió los ojos. —¡Nick! ¡Mi laptop! —exclamó sin aliento. —No hables —solicitó sin comprender por qué motivo a Ariadna le interesaba tanto su computador. —Tranquila —repetía Nick angustiado. Con lágrimas en los ojos, la abrazaba hacía su pecho. El sonido de las sirenas de la ambulancia lo alertaron, los paramédicos se bajaron, revisaron la herida de Ariadna, la subieron de inmediato a la camilla y de ahí al vehículo. Nicholas, fue con ella, le sostenía la mano, rogaba y suplicaba a Dios que se salvaran. Nick en el camino angustiado y pensativo no tenía idea de quiénes habían sido los hombres que a
Nicholas mantenía sus codos sobre sus rodillas y en medio de sus manos yacía su cabeza inclinada. Nadie salía a darle información, hasta que escuchó una voz muy familiar.—Nick, ¿Cómo está Ariadna? Me enteré por las noticias—Se encuentra estable. —Resopló abatido—, le hicieron una transfusión al bebé, presentaba anemia fetal por la pérdida de sangre de Ariadna.— No te preocupes Nick yo me haré cargo de ella y del bebé en este momento te mantendré informado—. Ana Cristina le brindó a su amigo una sonrisa tranquilizadora—. Deberías ir a casa a cambiarte de ropa, cualquier cosa yo te aviso.Al momento que él se disponía a ir a la cafetería a tomar un café Jessica y Consuelo llegaron al hospital.
En la fría y oscura celda que Nick estaba recluido tampoco podía dormir, se sentía angustiado temía por la seguridad de Ariadna y de su hijo, con él en prisión eran vulnerables a un nuevo ataque.—¡Dios mío te ruego que los protejas! —oraba Nick desesperado.Se sentó en la cama, intentando pensar en una manera de encontrar las pistas necesarias para probar su inocencia; sin embargo, lo que más le interesaba era descubrir quién era la persona que mandó a atacar a su mujer y su hijo.*****Al día siguiente.Ariadna aún dormía cuando sintió que alguien acariciaba sus mejillas, abrió sus ojos al sentir la presencia de una persona en su habitación.El cuerpo de la joven se estremeció, como acto reflejo se llevó