Matthew
En el tiempo que comencé mi segundo bloque de quimio después de la remisión, Carl y yo desarrollamos una amistad bastante fuerte. Al punto de que a veces cenábamos juntos y nos hacíamos compañía algún extraño fin para ver un juego de básquetbol o cualquier otro deporte. Además, en el salón de las terapias conocí a una señora llamada Georgina, quien era sin lugar a duda un amor de persona. Al final éramos solo ella y yo en aquella salita, se sentía como si estuviéramos en otro sitio y no en el infierno. Ella tenía tanta voluntad de vivir por su hija, ya que su esposo las abandonó y las dejó a su suerte sin jamás volver a preocuparse ni por la nena. Había trabajado duro para salir adelante y ahora, aunque había reunido un buen dinero, le dolía ver que se iba en estos tratamientos tan costosos y dolorosos.
—Sé que cuando salga de aquí lo recuperaré para que mi hija termine su carrera tranquila y no tenga que estar al tanto de sí, ya cené o tomé las medicinas.
—Gina. —Así le decía todo aquel que la conocía en el hospital—. No te preocupes por eso ahora, estoy seguro de que vas a lograrlo y cuando los dos consigamos salir de aquí, prometo que te ayudaré.
—Matt eres un buen chico, pero no hace falta que prometas nada, sé que deseas prestar toda tu ayuda, sin embargo, no será necesaria. Si una vez logré salir del hoyo volveré a hacerlo, la vida me dará las fuerzas suficientes para eso.
Como siempre, su sonrisa iluminaba el lugar y te hacía sentir una paz increíble. Su fuerza de voluntad te dejaba anonadado, era un ejemplo a seguir. Cada día convivir en aquel lugar nos unía más, la quería como una madre y le contaba sin problemas mi vida. No sé por qué confiaba en ella ciegamente, su forma de hablarme y sus consejos de vida eran tan buenos, me daban impulso para continuar. Me instruía con su sabiduría y veía las cosas desde otro punto de vista que jamás se me hubiese ocurrido. Tristemente, su leucemia era peor que la mía si se puede decir algo así. La suya era leucemia mieloide aguda (LMA), por lo que contó Carl, esta es más agresiva. Seh, yo rezaba en las noches por los dos con todo mi corazón, pedía que su sueño de ver a su hijita lanzar el birrete al aire como señal de logro se hiciese realidad.
El tiempo siguió su paso implacable y por suerte sobreviví los tres primeros ciclos de la segunda fase, sin pelos y algo pálido, pero aun en pie de lucha. Aunque por desgracia no aparecía un donante para mí aún, así que iba a ser una vez más sometido a una segunda vuelta de consolidación.
En este proceso Georgina también tuvo que volver, por lo que nuestra relación fue más profunda y sincera. Compartimos historias personales y por eso ya conocía más sobre su hija, la sentía como una hermana pequeña, incluso me mostró fotos, era muy bonita. Ya me sabía casi todos sus cuentos, lo candelita y activa que era cuando pequeña. Me dio gracia la parte de que se partió su diente delantero de leche y lloró cuando se le cayó por completo. Porque adoraba verse diferente con su pedazo de diente, toda una comedia.
Día triste
Estábamos en la sala un día como otro cualquiera, recibiendo tratamiento, lo único distinto era que una de las enfermeras que nos atendió, estaba llorando. La otra que la acompañaba en la ronda le dijo que fuera a descansar, que ella la cubriría por unas horas. No pude evitar sentirme mal al verla tan afligida y derramando lágrimas sin poder detenerse. Por eso pregunté qué había sucedido y según la que se quedó atendiendo, la amiga acababa de fallecer luego de ser trasplantada y haber luchado tanto sin descanso. Dejo huérfanos a dos niños pequeños, todos estaban muy consternados, pues tenían fe de que todo iba a funcionar, de que al final iría bien. Pero de repente no soportó el nuevo tratamiento y fue fulminante su muerte. Todos lloraban desesperadamente su ida ese día, recuerdo que cuando me iba, aún podías oír gritos de lamentos, fue oscuro y difícil de soportar.
Aquello achico mi corazón y comencé a cuestionarme si era justo que yo siguiera gastando recursos. Esa persona tenía que haber seguido aquí y la vida no le dio más oportunidad para ver a sus hijos crecer. Me sentí triste, molesto y hasta mal por seguir con vida. Gina pudo ver a través de mí porque apretó mi mano, me sonrió y negó con la cabeza. Me dio un beso en mi mejilla para despedirse, diciendo que debía descansar y no pensar en nada más, de esa manera logró llenarme de ternura y un falso valor.
Esa noche no podía dormir, sentía que la vida era una basura, hoy estás aquí y mañana ya no. Yo quería vivir por motivos egoístas, por demostrarle a mi familia que podía seguir, que no iban a ganar y por seguir existiendo en este mundo. Gina al contrario quería por su hija, su todo, la impulsaba un amor infinito y eso me hacía sentir peor. Que tenía yo, dinero, poder y que me servía contra esta m*****a enfermedad.
Al llegar a la tercera vuelta del tratamiento mi ánimo había empeorado, odiaba todo. Sentía una total apatía por la vida, ya no veía los colores que nos rodeaban. Para empeorar todo, no era el único, Gina comenzó a deprimirse, mala señal. Se culpaba por haberle fallado a su hija, esta tuvo que dejar la universidad para poder pagar sus gastos médicos. No quedaba mucho y tendría hasta qué buscar un trabajo. Tengan en cuenta que en todo este proceso ya llevaba ella dos años prácticamente, ya que tuvo recaídas que la llevaron a un trasplante y estaban tratando de que este no fallará. El camino es duro y realmente no ves la luz al final del túnel.
MatthewRecuerdo que me contó sobre una pelea que tuvo con su hija, aunque no lo parezca, Gina era la que le impedía muchas veces que la acompañara. Le decía que debía centrarse en sus estudios y cuando le dijo que dejaría la universidad, juro que pude sentir cómo se le derrumbaba el único pilar que la mantenía en pie. La verdad era que Carol lo estaba intentando, es duro mantener un hogar, un enfermo y estudios. Imagino que nunca se ha quejado frente a su madre y eso me hace pensar que ambas son fuertes sin lugar a duda, de tal palo tal astilla. Pero mi querida madera de calidad comenzaba a resquebrajarse, mi amiga se estaba marchitando.Aunque a veces teníamos consultas con psicólogos, igual no creo que hicieran mucho, porque cuando tu cuerpo comienza a pedirte parar, dudo que algo en este mundo pueda animarlo a seguir.—Matt… estoy cansada de pedir y no ver siquiera una señal, algo que me diga que saldremos adelante. Mi confianza está dañada cada día, siento vergüenza de pensarlo,
MatthewLe hago compañía mientras libera su dolor y no soy el único, la muerte nunca es fácil de manejar para nadie. El personal médico también está afectado porque Georgina era alguien que se ganaba tu corazón sin reparo. Tenía bromas y palabras de ánimo para todo lo que te acongojara, era capaz de hacerte ver la vida desde otro punto de vista. Así era ella, sencilla y fuerte a pesar de haber pasado, por tanto. Y hoy a esa maravillosa persona, le he hecho una promesa antes de partir y pienso cumplirla sin lugar a duda. Ya que ahora tengo algo nuevo por lo que vivir, por lo que sentir, algo que me ha dejado una mujer sin igual.Al final creo que mi amiga y madre adoptiva tenía razón cuando me repetía hasta el cansancio que la ayuda venía en camino. Ella que me entendía y aconsejaba ha vuelto a hacerlo, otra vez me ha dado un nuevo ángulo para observar la vida. Tengo un nuevo soporte para sobrevivir y así cuidar de su tesoro más preciado, algo que me da agarre para seguir y eso se llam
MatthewLuego de que aceptara mi petición la llevé directamente hasta su casa y la acompañé hasta la puerta. Busco las llaves y cuando entró la vi llenarse por completo de tristeza, de seguro se sentiría tan sola aquí. Este ha sido su hogar desde siempre, ha de estar lleno de recuerdos, de momentos, de peleas y de amor. Cuando mis padres se fueron yo no pude vivir en nuestra misión, se sentía tan mal recordar a cada paso lo que vivimos que tuve que abandonar todo. Estoy seguro de que ella se sentirá igual, aunque es fuerte como su madre, en la soledad y rodeada de imágenes de su ser querido se marchitara. Entonces hablé sin pensar, algo que no hago nunca, pero con ella se me afloja la lengua.—¿Carol?—¿Matthew?—Dime solo Matt como tu mamá me llamaba.—Oh, okey, Matt.—Sé que puede parecer una locura, pero tú estás sola, esta casa te va a matar rodeada de tanta tristeza. La mía es grande y también estoy solo así que por qué… porque no te mudas conmigo y así estaremos el uno para el o
MatthewDesperté y ella ya no estaba sobre mi pecho, me asusté, será que también me abandonó. Rápido me levanté y al abrir la puerta, un delicioso olor a crepas me despertó por completo. Ella se movía en su pequeño pijama de una forma increíblemente ágil a través de aquella enorme cocina. La isla estaba servida con un bol sobre ella y un pomo de agua. Cuando volví a mirarla, ella estaba mirándome bien sería.—¿Buenos días?—Matt, buenos días. ¿Ya cepillaste tus dientes? Sabes lo importante que es eso para ti, ¿verdad? Así que ve ahora mismo sin detenerte por nada.Uy la que me lie, esta chica se cree mi madre o enfermera. No dije nada más y me fui directo al baño, para hacer mi rutina de belleza. Cuando regresé, ya ella estaba sentada esperándome, al verme me sonrió.—Um, hiciste desayuno, ¿cierto? Sentí que olía a crepas.—Sí, olía justo a eso, pero no para ti.—No, en serio, no vas a hacerme eso. Estás cometiendo un crimen mujer.En serio tenía ganas de llorar, hace tanto que no las
MatthewAsí pasamos el tiempo de la aplicación del suero, la verdad, olvide donde estaba, era como volver a estar en el colegio. Esperando que te devuelvan la respuesta del papel que le lanzaste a la chica que te gustaba. Con terror de que la profesora lo intercepte, haciéndote pasar vergüenza y leyéndolo frente a todos tu confesión.Con todo este juego hasta las enfermeras e incluso los otros pacientes estaban animados, viendo el drama ante sus ojos como si fuera una telenovela. La sala se sentía encantada, con un aire de misterio y alegría. En el que todos nos incluimos, sin saber en realidad, que solo era una amiga, tratando de levantarle el ánimo a un amigo.Cuando todo se terminó, que llegué afuera, ella me sonreía de oreja a oreja como si fuera una niña pequeña. El personal del hospital nada más nos miraba, yo negué con la cabeza y la bajé mirando hacia el suelo. Sentí que me ponía colorado y boté el aire fuertemente. Vi sus pies a mi lado y sentí que besó mi rostro, enseguida l
MatthewMe sonrió luego de darle un trago a su taza y un gran bigote de chocolate se pintó sobre sus labios. Quise lamerlo, pero saqué esa idea rápido de mi cabeza y opté por señalar dónde se había ensuciado. Me miró preguntando qué pasaba y pinte un bigote sobre mi boca con mis dedos. Enseguida entendió, se limpió con el dorso de la mano y al vérsela se fue a lavar, al rato regresó.—¿Todo bien?—Sí, pondré algo de música si no te molesta.Subí mis hombros en señal de que no me importa y acto seguido pone una música que nunca había escuchado.—¿Quién es?—¡Oh! La oreja de Van Gogh y la canción se llama “Jueves”.—Qué nombre tan peculiar para una canción.—Sí, es una canción especial para muchos.La veo apartar la vista y mirar al lago, una lágrima se resbala por su rostro. Sin poder evitarlo limpio el recorrido de esta y ella sonríe sin dejar de ver a lo lejos. Me centro en la letra de la canción y me pongo algo nervioso con lo que dice, pero cuando escucho el final de esta me quedó
MatthewMe sonreí al ver su asombro y la miré a los ojos.—Eres increíble, solo tú no lo ves. Hoy mismo, fuiste capaz de volver a animar a toda una sala de quimioterapia con tus locuras. No te imaginas lo bien que se siente olvidar donde estamos en esos momentos.Ambos nos reímos luego de que ella prometiera que seguiría intentándolo por todos esos que debían ir allí. Nos pasamos hablando un rato más y escuchando música para relajarnos. Me gustaba esta tranquilidad que sentía a su lado, era como tener un hogar. Durante los siguientes días hablábamos, preparábamos las comidas juntos y salíamos a pasear por los alrededores. Increíblemente, cada día podía descubrir cuánto teníamos en común en algunos puntos, mientras que en otros éramos bien diferentes. Como, por ejemplo, el que ella amaba con locura, la pizza con piña y yo la odiaba, ella era fan de tirarse a leer en el sofá y yo de hacer ejercicios, odio estar mucho tiempo en la tranquilidad. Ha sido así desde que perdí a mis padres, e
MatthewLa verdad es que nunca he sido de leer mucho como dije antes. Supongo, que siempre hay una primera vez para todo y esa era su forma de castigarme, por decirle que había carne de más en el plato.Así que cuando regresamos a la casa, luego de un buen baño y almorzar, nos tiramos en el sofá frente a la gran ventana. Yo me acomodé en el hueco entre el espaldar y el brazo del mueble. Ella se sentó entre mis piernas y se acomodó en mi pecho. Adoraba el olor de su cabello y la forma en que se resbalaba entre mis dedos, podía pasarme un buen tiempo acariciándolo.—Okey, escoge entre estos tres géneros, románticos, ciencia ficción o aventura.—En serio, nena, escoge el que quieras.¡Upsss! Se me ha ido sin querer.—¿Nena?—Lo siento, se me fue, juro que no fue intencional.—Okey, puedes decirme así, no me molesta. —Qué bueno, porque creo que se me va a escapar mucho en el futuro—. Bueno… hagamos esto, escoge un número del uno al tres.—¡Uf, el uno siempre!—¡Ja! ¿Cómo todo presidente e