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Nuestra primera noche juntos

Matthew

Luego de que aceptara mi petición la llevé directamente hasta su casa y la acompañé hasta la puerta. Busco las llaves y cuando entró la vi llenarse por completo de tristeza, de seguro se sentiría tan sola aquí. Este ha sido su hogar desde siempre, ha de estar lleno de recuerdos, de momentos, de peleas y de amor. Cuando mis padres se fueron yo no pude vivir en nuestra misión, se sentía tan mal recordar a cada paso lo que vivimos que tuve que abandonar todo. Estoy seguro de que ella se sentirá igual, aunque es fuerte como su madre, en la soledad y rodeada de imágenes de su ser querido se marchitara. Entonces hablé sin pensar, algo que no hago nunca, pero con ella se me afloja la lengua.

—¿Carol?

—¿Matthew?

—Dime solo Matt como tu mamá me llamaba.

—Oh, okey, Matt.

—Sé que puede parecer una locura, pero tú estás sola, esta casa te va a matar rodeada de tanta tristeza. La mía es grande y también estoy solo así que por qué… porque no te mudas conmigo y así estaremos el uno para el otro.

Un gran silencio dominó la estancia y mordí mi labio inferior, la vi bajar la mirada hacia el suelo.

—Yo…

—No creas cosas malas Carol, solo es como amigos, yo no pretendo…

Tape mi boca, mis ojos se abrieron de par en par y ella se rio. Mis oídos se llenaron de ese bello sonido y mi cuerpo se sintió raro. Me relajé al ver su hermosa sonrisa, es la verdad, tenía ese efecto sobre mí, más si me miraba fijo a los ojos como ahora.

—Lo sé, no tienes que ponerte nervioso. Con gusto acepto tu oferta, déjame tomar algunas cosas y enseguida regreso, ponte cómodo por favor.

—Okey, te espero aquí.

En lo que ella recogía, me dediqué a ver las fotos que había en la pared, Gina y ella sonriendo desde pequeña hasta grande. Se veían tan felices y no pude evitar preguntarme de nuevo, el porqué de nuestra existencia. Qué pensamientos tan negros poseían a veces mi mente, aunque no quisiera.

Por suerte, Carol no demoró mucho, enseguida salió con una maleta y mochila en mano. Provocando que olvidara lo estúpido que estaba pensando. La vi caminar alrededor de la casa para asegurarse de que todo estaba cerrado y apagar las luces.

—Listo, podemos irnos.

—¿No necesitas nada más?

—No tengo mucho en realidad, además en estos días vendré y recogeré las cosas de mamá, ella quería donar lo poco que tenía.

—Ya veo, bueno, déjame ayudarte.

—Gracias.

Salimos y antes de cerrar, dio una última ojeada a su hogar y la vi sonreír con dolor. En el recorrido no hablamos, cada uno venía sumido en su silencio. Nos dimos cuenta de que llegamos, cuando el chofer nos avisó. Al salir del auto, ella estaba impresionada con el edificio.

—¿Te gusta?

—Es hermoso, qué bello jardín. Vives en un buen lugar, se ve que es un buen barrio.

—Gracias, en realidad vivía en una casa, pero la vendí cuando mis padres fallecieron.

—Lo siento, debe haber sido muy difícil para ti.

—No, tranquila, ya ha pasado bastante tiempo, así que ya no duele tanto.

—¡Shhh! Cada vez veo más porque tú y yo debemos estar el uno para el otro.

Le sonreí.

—¿Tú crees?

—Ahora veo porque mi madre insistía en que me hiciera tu amiga.

—¿Ella te dijo eso?

—Um, muchas veces, quería que nos conociéramos, todos los días tenía algo que contarme sobre ti. Lástima que tuviese que irse para que pasara, ¿verdad?

Bajo su mirada, mordí mi labio inferior, no quería verla llorar otra vez.

—Mejor entremos, no deberíamos estar de pie frente a la puerta.

—Sí, claro.

Tomamos el elevador y solo nos mirábamos de vez en cuando y sonreíamos, me sentía como un estúpido. Sentí alivio cuando vi que llegamos a nuestro piso y avance con sus cosas para abrir. Al entrar en el apartamento, estaba más impresionada aún con el lugar, la guie hasta su habitación. La dejé para que se pusiera cómoda y me fui a mi cuarto. Quería desesperadamente tomar un baño, sentía mi cuerpo agotado y luego de haberlo disfrutado, caí rendido en la cama olvidándome de todo. De madrugada desperté con sed y fui a buscar agua. Ya regresando de la cocina, un sonido me atrajo y fue cuando sentí llorar a Carol por lo que me acerqué a su puerta.

—¿Carol? —Sentí su naricita sonar—. ¿Puedo entrar?

—¿Sí?… ¡Oh! Si claro.

Cuando entré, vi sus grandes ojos hinchados y su nariz roja como payaso, me dolía ver esa imagen.

—¿Estabas durmiendo?

—Si… pero desperté porque soñé con mi mamá.

—Ah, okey, quieres hablar de eso o quieres agua.

—Solo agua, no me siento con fuerzas para hablar.

Nada más asentí con la cabeza, ella se levantó y me siguió hasta la cocina, mientras bebía me miraba y cuando vio que la atrape desvió la mirada. Me di cuenta de que estaba sin pullover y no sé por qué me dio risa.

—Estás mejor.

—Anja.

—Ok, volvamos a la cama entonces, debes estar agotada.

—¿Matt?

—Um.

—Yo… —Sus cachetes se tiñeron de rojo—. No quiero estar sola.

—Bien, ¿qué quieres hacer entonces?

—Podemos hablar o ver una película, digo, si no estás muy cansado.

—Okey, quieres verla en la sala o en mi cuarto, tengo un televisor allí también.

—Donde estés más cómodo, es tu casa.

—Um… qué tal si dejas de decir que es mi casa, ahora vivirás aquí, así que es de los dos.

—Ah, es difícil acostumbrarme, pero okey, gracias.

—Entonces ven. —Tomé su mano y la llevé hasta mi cuarto, de nuevo sus ojitos llenos de asombro. La verdad es que estaba tan acostumbrado a los lujos que jamás admire su belleza, sin embargo, verlo desde su perspectiva les dio un nuevo color. Otra cosa en la que se parecía a Gina, riendo me acerque a la cama. Aparté las sábanas y la ayudé a entrar en ella, verla rebotar cómo niña pequeña me hizo carcajear. Busqué el mando y luego de rebotar también me acosté a su lado—. ¿Qué quieres ver?

—Algo de terror.

—¡¿En serio?!

—Sí.

—Tenemos una valiente, señores, vamos a ver hasta dónde puede soportar.

Ambos reímos y busqué en N*****x lo que queríamos para comenzar, acomodé un poco más mis almohadas y le di empezar. Luego de un rato descubrimos que la película en realidad no era nada del otro mundo, era hasta algo decepcionante en los efectos especiales, pero quería ver cuánto podía soportar. Para mi asombro, hasta se reía la muy loca, decía que era una película tonta y mal hecha. Es más, se dedicó escena por escena, a decir cada cosa que creía inservible o estúpida. Al final hasta yo me aburrí y busqué algo más fuerte y con mejor calidad. No sé cómo, pero se durmió en mi hombro y como pude trate de acomodarnos en la cama sin cambiar la posición, luego de apagar las luces. No quería despertarla, por eso no la lleve a su cuarto. En algún punto, ya avanzado más el tiempo, terminó durmiendo en mi pecho y de nuevo no quise moverla, se veía tierna. La pude haber acomodado sobre una almohada y haberme ido yo, es cierto, más no lo sé, no quise dejarla sola… supongo. Como un acosador la observo por un buen rato hasta que al final caigo rendido sin hacer nada al final.

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