Matthew
Desperté y ella ya no estaba sobre mi pecho, me asusté, será que también me abandonó. Rápido me levanté y al abrir la puerta, un delicioso olor a crepas me despertó por completo. Ella se movía en su pequeño pijama de una forma increíblemente ágil a través de aquella enorme cocina. La isla estaba servida con un bol sobre ella y un pomo de agua. Cuando volví a mirarla, ella estaba mirándome bien sería.
—¿Buenos días?
—Matt, buenos días. ¿Ya cepillaste tus dientes? Sabes lo importante que es eso para ti, ¿verdad? Así que ve ahora mismo sin detenerte por nada.
Uy la que me lie, esta chica se cree mi madre o enfermera. No dije nada más y me fui directo al baño, para hacer mi rutina de belleza. Cuando regresé, ya ella estaba sentada esperándome, al verme me sonrió.
—Um, hiciste desayuno, ¿cierto? Sentí que olía a crepas.
—Sí, olía justo a eso, pero no para ti.
—No, en serio, no vas a hacerme eso. Estás cometiendo un crimen mujer.
En serio tenía ganas de llorar, hace tanto que no las cómo, ella solo escondió la risa que iba a aflorar y señalo la superficie que estaba frente a mí.
—¿Las ves en la mesa?
—No, ya no están.
Exprese con dolor.
—Ni estarán, vamos, ven a desayunar.
—Quiero un buen desayuno.
—Compórtate que no eres un niño pequeño, mira, hoy tenemos un bol de desayuno con avena, plátano y almendras. ¿Qué tal?
—Te odio.
—Ja, ja, ja, vamos, come y luego iremos a ver a Carl.
—¡Shhh! ¿Ya me planificaste el día?
—Umju. Te veo en un rato, voy a cambiarme para que no perdamos tiempo. Quiero ese bol vacío.
Me hizo seña de que me estaba vigilando y antes de seguir camino hacia su cuarto pasó por mi lado y beso mi cabeza, no se sintió mal la verdad. Debo reconocer que esta mañana, luego de verla en la cocina me sentí feliz, la casa se sentía distinta. Ya no estaba solo y veía colores vibrantes a mi alrededor. Me comí todo, la verdad era que no sabía nada mal, pero no eran crepes. Luego de terminar, lave lo que use y bebí bastante agua. Me tomó quince minutos arreglarme y cuando salí ya ella me esperaba en la sala.
—¿Lista?
—¡Vámonos!
Tuve que reírme al verla tan entusiasmada, le ofrecí mi brazo, el cual tomó arrastrándome hasta el elevador, por lo que nada más negué pensando en que es un pequeño huracán. Cuando Carl nos vio a ambos entrar a su oficina, nos miró de forma extraña, creo que había interpretado esto de la forma incorrecta. Bueno, no importaba porque en nada la atenta y lista Carol lo sacaría de su error.
—Buenos días, Dr. Carl, no suponga lo que no es. Aquí estoy como enfermera y amiga del señorito.
—¿Señorito?
Carl se rio de mí, mientras yo la miré con una ceja arqueada, soy mayor que ella por cuatro años.
—Okey, pasen ambos, puedo ver que esta nueva amistad va a ser un problema para este hospital. Y, por cierto, me alegra verte de vuelta, amigo. Al parecer algo te convenció en que estabas haciendo lo incorrecto.
Negó con la cabeza, no sé de qué hablaba con el tema de la amistad, pero bueno me daba igual. Tomamos asiento y entonces Carl nos explicó que debía entrar a la tercera fase hasta encontrar un donante para mí. Carol bajó la cabeza como pensando en algo, sin embargo, al final no dijo nada, ¿qué estaría pasando por ese cerebrito? Lo dejé para poner atención a lo que me explicaban sobre la fase de mantenimiento. Esta es una de las más largas y por suerte, mis últimos análisis revelaron que estaba estable dándome un cierto alivio en toda esta tormenta.
—¿Qué debo hacer ahora?
—Ahora te indicaremos todo lo que debes tomar y cuándo debes venir. Mantenerte saludable y seguir hasta ahora lo que has estado haciendo, esa rutina te ha ayudado.
—Okey, entiendo
Me indicó todo y señaló las fechas en las que me tendría que ir a aplicar los medicamentos. Realmente odiaba venir al hospital, pero no me quedaba de otra. Observé que Carol anotaba todo lo que el médico decía y una sonrisa se dibujó en mis labios. Pensé en ese minuto que así empezaría nuestra nueva carrera por mi vida. Estando en casa ya, la vi colocar su bolsa en el sofá y con manos en la cintura me miró.
—Vas a obedecer todo lo que diga, ya que estoy aquí para ayudarte. A partir de ahora, llevaré todo lo relacionado con medicamentos y comidas, señor Matthew. ¿Estamos?
Traté de no reírme por su tono mandón y asentí, con eso me mostró su bella sonrisa, volvió a tomar su cartera y se dirigió hacia su cuarto. Y así la rutina con mi nueva compañera comenzó, realmente se dedicó a mí. Carol me daba las medicinas sin falta y cocinaba para ambos de forma saludable. Cuando debía ir a ponerme los medicamentos al hospital, no me dejaba hacerlo solo, aunque debía esperar afuera. La verdad, eso no le impedía nada y comencé a entender las palabras de Carl. La primera vez que fuimos al tratamiento, de alguna manera convenció a las enfermeras de que la ayudaran. Las comenzó a enviar con una libreta para de esta forma crear una línea de comunicación entre nosotros. Recuerdo que Clara, la enfermera de ese día, entró con una sonrisa en su rostro y me entregó la libreta. La miré sin entender qué significaba eso, ¿para qué demonios quería yo un cuaderno?
—Carol te envía.
Abrí los ojos en grande, estiré mis manos y recibí lo que me daba para leer en la primera hoja.
> Hola, Matt, es Carol. ¿Cómo vas? Te extraño.
No sé por qué, pero mi corazón dio un vuelco y una sonrisa se dibujó en mis labios.
—Vamos chico, no nada más te ilumines como árbol navideño y responde.
Oír a la enfermera me hizo reír y enseguida tomé el bolígrafo que venía adentro para escribir.
> Hola, bella Carol, es Matt. Por aquí todo está bien y yo también te extraño.
Entregué la libreta, ella la tomó y salió orgullosa con una gran sonrisa pintada en su rostro. Sin embargo, al rato regresó moviendo las cejas.
—Creo que soy la paloma mensajera de un nuevo romance.
—¿Qué dices Clara?
No pude evitar sonrojarme.
—¡Oh qué hermoso!
—No te burles.
—Okey, okey, tomate tu tiempo mientras atiendo a un paciente.
—Umju, gracias.
Leí la nota cuando ella me dio la espalda.
> Pues entonces págame la lejanía, qué tal si cuando salgas salimos a pasear. Digo, si no estás muy cansado y no te importa que sea conmigo. Si no quieres conmigo podemos… puedes llamar a otra chica para que te acompañe.
No pude evitar reír, me imaginé su cara perfectamente mientras escribía esto, de seguro se mordía su bello labio. Espera… Matthew, qué diablos, en que piensas. Sacudí mis pensamientos malvados y mientras mordía la parte trasera del bolígrafo, reflexioné en que responder.
>No estoy cansado y me encantaría dar una vuelta con la única chica en mi vida.
MatthewAsí pasamos el tiempo de la aplicación del suero, la verdad, olvide donde estaba, era como volver a estar en el colegio. Esperando que te devuelvan la respuesta del papel que le lanzaste a la chica que te gustaba. Con terror de que la profesora lo intercepte, haciéndote pasar vergüenza y leyéndolo frente a todos tu confesión.Con todo este juego hasta las enfermeras e incluso los otros pacientes estaban animados, viendo el drama ante sus ojos como si fuera una telenovela. La sala se sentía encantada, con un aire de misterio y alegría. En el que todos nos incluimos, sin saber en realidad, que solo era una amiga, tratando de levantarle el ánimo a un amigo.Cuando todo se terminó, que llegué afuera, ella me sonreía de oreja a oreja como si fuera una niña pequeña. El personal del hospital nada más nos miraba, yo negué con la cabeza y la bajé mirando hacia el suelo. Sentí que me ponía colorado y boté el aire fuertemente. Vi sus pies a mi lado y sentí que besó mi rostro, enseguida l
MatthewMe sonrió luego de darle un trago a su taza y un gran bigote de chocolate se pintó sobre sus labios. Quise lamerlo, pero saqué esa idea rápido de mi cabeza y opté por señalar dónde se había ensuciado. Me miró preguntando qué pasaba y pinte un bigote sobre mi boca con mis dedos. Enseguida entendió, se limpió con el dorso de la mano y al vérsela se fue a lavar, al rato regresó.—¿Todo bien?—Sí, pondré algo de música si no te molesta.Subí mis hombros en señal de que no me importa y acto seguido pone una música que nunca había escuchado.—¿Quién es?—¡Oh! La oreja de Van Gogh y la canción se llama “Jueves”.—Qué nombre tan peculiar para una canción.—Sí, es una canción especial para muchos.La veo apartar la vista y mirar al lago, una lágrima se resbala por su rostro. Sin poder evitarlo limpio el recorrido de esta y ella sonríe sin dejar de ver a lo lejos. Me centro en la letra de la canción y me pongo algo nervioso con lo que dice, pero cuando escucho el final de esta me quedó
MatthewMe sonreí al ver su asombro y la miré a los ojos.—Eres increíble, solo tú no lo ves. Hoy mismo, fuiste capaz de volver a animar a toda una sala de quimioterapia con tus locuras. No te imaginas lo bien que se siente olvidar donde estamos en esos momentos.Ambos nos reímos luego de que ella prometiera que seguiría intentándolo por todos esos que debían ir allí. Nos pasamos hablando un rato más y escuchando música para relajarnos. Me gustaba esta tranquilidad que sentía a su lado, era como tener un hogar. Durante los siguientes días hablábamos, preparábamos las comidas juntos y salíamos a pasear por los alrededores. Increíblemente, cada día podía descubrir cuánto teníamos en común en algunos puntos, mientras que en otros éramos bien diferentes. Como, por ejemplo, el que ella amaba con locura, la pizza con piña y yo la odiaba, ella era fan de tirarse a leer en el sofá y yo de hacer ejercicios, odio estar mucho tiempo en la tranquilidad. Ha sido así desde que perdí a mis padres, e
MatthewLa verdad es que nunca he sido de leer mucho como dije antes. Supongo, que siempre hay una primera vez para todo y esa era su forma de castigarme, por decirle que había carne de más en el plato.Así que cuando regresamos a la casa, luego de un buen baño y almorzar, nos tiramos en el sofá frente a la gran ventana. Yo me acomodé en el hueco entre el espaldar y el brazo del mueble. Ella se sentó entre mis piernas y se acomodó en mi pecho. Adoraba el olor de su cabello y la forma en que se resbalaba entre mis dedos, podía pasarme un buen tiempo acariciándolo.—Okey, escoge entre estos tres géneros, románticos, ciencia ficción o aventura.—En serio, nena, escoge el que quieras.¡Upsss! Se me ha ido sin querer.—¿Nena?—Lo siento, se me fue, juro que no fue intencional.—Okey, puedes decirme así, no me molesta. —Qué bueno, porque creo que se me va a escapar mucho en el futuro—. Bueno… hagamos esto, escoge un número del uno al tres.—¡Uf, el uno siempre!—¡Ja! ¿Cómo todo presidente e
Matthew—Je, yo no dije eso, pero apuesto lo que sea de que tú eres el estilo de “te toqueteo”, beso y luego para dentro. Dale fuego a la lata y cuando acabemos, cada cual para su esquina.Me puse bien rojo, en serio, nunca lo había visto así o sí. Es que tan malo era en esto de las relaciones íntimas, mi dios, me ha hecho dudar de mí mismo. No, esto no va a quedarse de este modo.—¿Y de qué tipo eres tú?Me acomodé, poniendo el brazo en el espaldar y mis dedos en mi barbilla, para mirarla directamente. Ella no desvío su mirada y me mostró su sonrisa.—Soy del tipo que no ha podido conocer lo que es hacer el amor, pero si ha dedicado su tiempo a leer, ver e incluso a veces practicar, lo que he visto sobre el tema.—Okey, entonces muéstrame.Ella abrió los ojos bien grandes y comenzó a pestañear sin detenerse. Ja, al fin, te tengo nerviosa desgraciada.—¿De qué hablas?Dijo casi en un susurro, este era mi momento por lo que me acerqué hasta estar bien cerca de su boca, disfrutaba verla
CarolYa lo sé, no estoy haciendo bien al tentarlo, de hecho, me siento como una ofrecida, pero puedes culparme. Hablé en serio cuando dije que perdí mi corazón con este hombre y sí, sé que jamás podré tenerlo, ya que está fuera de mi liga, sin embargo, puede que podamos tener un desliz. ¡Ah! De nuevo mis pensamientos son absurdos, pero quiero disfrutarlo entre mis piernas, quiero saber lo que es hacerlo con quien amas al menos una vez.Matt es un hombre hermoso, sus ojos verdes son únicos, pues tiene un amarillo en ellos más predominante que se aclara u oscurece de acuerdo con lo que sienta. Su pelo está corto, al estilo militar por los tratamientos, pero sé que tiene un color miel muy bonito. He visto fotos antes de su enfermedad y de pequeño al menos lo tiene como dije en un color miel. Sin embargo, en su adolescencia lo tenía teñido de blanco con rayitos plateados. Eso lo hacía lucir como toda una obra de arte, con esos hermosos labios gruesos y su nariz romana, je, je.Su rostro
MatthewMe desperté buscando su calor, pero ya no estaba en la cama. No me levante temprano porque es fin de semana y quería disfrutar más de su cuerpo junto al mío. Sentí el olor del desayuno y sonreí, quería ver con que iba a sorprenderme hoy, así que fui al baño primero para evadir un regaño y me preparé para encontrarla afuera. En lo que puse mis pies fuera de la habitación, escuché una voz que creí que jamás volvería a oír. De repente mis sentimientos estaban confundidos, no entiendo por qué, pero Claudia aún me atraía de alguna forma. No, no podía ser tan fácil, quizás no era ella, luego de esperar por meses que volviera a mi lado, es imposible que sea.Me dirigí a la puerta centrándome en Carol y preguntando qué hacía en la entrada. Ella no me respondía, así que abrí un poco más la puerta y al ver a Claudia me quedé frío, verla tan hermosa como siempre me sacudió. Pero algo dentro de mí me hizo reaccionar por lo que volví a fijarme en la cara de Carol, más ella nada más salió
Matthew—Ya veo que perdí mi oportunidad. —Se limpió el rostro y trato de aguantar las ganas de llorar—. Igual quiero que cuentes conmigo para lo que sea, si tu enfermera necesita un receso, yo puedo cubrirla.—¿Qué enfermera?—La chica que salió de aquí, estoy segura de que ella necesita tiempo personal también. Yo puedo…Bufe en risa.—Carol no es mi enfermera, es mi amiga, quien me ayuda y acompaña. Por lo que no tienes que preocuparte, podemos arreglarnos bien, pero muchas gracias por ofrecerte.—Ah, en serio, perdona, pensé que…—Olvídalo, vamos te acompaño a tu auto.Caminamos hasta allí y antes de irse volvió a atacar mis labios, esta vez la corte. Debía entender, que fue suficiente con la vez que me rompió al irse. Ya no habría otra oportunidad, le dije adiós y luego de ver que se ponía en camino volví a la casa. Busqué mi móvil y lo encendí, tenía muchas llamadas perdidas y mensajes. Me comuniqué enseguida con mi asistente y me contó todo sobre mi adorada familia, que estaban