Cuando los síntomas se fueron agravando a un punto ya no justificado, decidí ir a ver al hijo de uno de los mejores amigos de mi padre, que era un gran doctor. De hecho, me atendió desde niño, era mi doctor de cabecera, siempre había contado con él. Llegué a su consulta a verlo, donde luego de saludarme y de algunos análisis me dijo que no le gustaba lo que veía. Por lo que me iba a remitir con otro médico que era muy amigo suyo. Hubo un momento en que sentí que algo estaba pasando y aunque traté de saber que era, no quiso decirme nada más, simplemente me envió a ver a Carl Sandoval.
El día que fui a ver al otro doctor, Claudia fue junto conmigo, insistió en que debía estar a mi lado. Al llegar al hospital nos guiaron el camino hasta la consulta y al llegar nos dimos cuenta de que era el área de oncología, por lo que mi corazón se paralizó. Respiré varias veces y me dije que no podía adelantarme, todo tenía una explicación y no tenía por qué ser algo tan negativo. Mi novia apretó mi mano y me ayudó a entrar en la oficina. Allí nos recibió muy educadamente el doctor Carl, quien primero se dedicó a leer los resultados de mis análisis y a hacerme preguntas, para luego dejarme caer la gran bomba. Esa que explotó y se llevó hasta los cimientos más fuertes que había logrado levantar.
Era, sencillamente, un paciente con leucemia, ahora había que hacerme la prueba de la médula ósea para darle un diagnóstico completo a mi enfermedad. Sin que tuviera siquiera tiempo para realmente procesarlo me deje guiar hasta el lugar donde iban a pincharme. Procedieron a hacerme las pruebas enseguida y luego de soportar todo aquello, me retiré a mi casa con mi novia, quien se veía más pálida que yo.
La verdad es que, aunque estaba en total estado de asombro, no fue difícil notar su cambio de actitud. Aun cuando seguía perdido en el momento, su frialdad fue evidente. Supongo que era debido a que aún no se creía lo que estaba pasando, no la culpó, puesto que ni yo entendía todo lo que ocurría. Recuerdo pensar en que la vida estaba siendo muy cruel conmigo. Aun así, traté de no derrumbarme frente a ella, no quería verme débil y hacerla sentir peor. Pero una vez que entré al baño el mundo se vino abajo y lloré como niño pequeño. Debo reconocer que me costó unos días adaptarme a la idea, leí todo sobre mi enfermedad y supe que Carl era uno de los mejores médicos en el campo en nuestro país. No me dio alivio, no obstante, me hizo sentir algo de seguridad, si eso tiene algún sentido.
Luego de una semana volví a aquel consultorio y al final supe que tenía Leucemia linfocítica aguda (LLA), ahora debían saber si era estándar o de alto riesgo. El doctor me explicó que el tratamiento se compone de fases separadas. Terapia de inducción la primera fase del tratamiento, la segunda la Terapia de consolidación. La tercera fase es la Terapia de mantenimiento. Por último, el tratamiento preventivo de la médula espinal y hasta esa última palabra, todo parecía una nube de frases sin sentido.
Mi cara al parecer lo decía todo, pues Carl dijo que era normal el sentirse aturdido. Que eran demasiados términos médicos, pero que lo entendería con el tiempo e incluso lo entendería hasta mejor que él. La pregunta era, quería yo entenderlo, no le veía la menor gracia en tener más conocimiento que mi propio médico. En fin, la primera tortura que debía que conocer era pasarme por la quimioterapia y ver cómo reaccionaba la enfermedad ante esta.
Por la forma en la que reaccioné al ponerme el medicamento, esperaba que la enfermedad por milagro de Dios se debilitará tanto como me hizo a mí. Las náuseas y los vómitos eran constantes, terribles, me sentía como basura y sin fuerzas. Los efectos adversos desaparecieron en unos pocos días, pero ese tiempo fue suficiente para que aquella que dijo que no me abandonaría, volara. La que tomó mi mano durante esa consulta donde me enteré de mi situación, la cual le provocó un cambio sin igual y radical al punto que decidiera salir corriendo de mi lado. Volví a quedarme solo y sin el apoyo de nadie, sin tener dónde descansar mis penas, pensé que hasta Dios me había abandonado en ese momento.
Mas no me quedaba otra cosa que continuar, por lo que regresé al hospital y Carl clasificó mi enfermedad una vez más, luego de una punción medular, mi LLA quedaba como que era de alto riesgo. Por lo que al final lo más aconsejable, luego de hacer todas las quimios, era un trasplante de médula ósea o de células madre, como también se le conoce.
A partir de entonces se inició la búsqueda de un donante, a través de REDMO, pues no tenía familia con la que contar para esto. Mi enfermedad era tratada bajo explícita confidencialidad para que no saliera a la luz y mis parientes no se aprovecharán. Para eso inventé toda una estrategia como si me fuera de viaje por un tiempo, cuando en realidad estaría en el hospital.
Se me hizo un ciclo de quimio nuevamente cumpliendo con la primera terapia. Me sentí de nuevo muy enfermo, necesité antibióticos y transfusiones, además de administrar medicamentos para aumentar los recuentos de glóbulos blancos. Luego de un mes se me realizó otra vez un pinchazo en mi espalda, odiaba las agujas y cada vez que las veía sentía horror, puedes culparme(?)
Días después el resultado de mi prueba mostraba que había pocas células de médula ósea, así que se continuó con el protocolo y se comenzó la fase de consolidación. Tuve que contratar a una enfermera para que me ayudara en casa e indicará a mi nana. Quien volvió a cuidarme cuando se enteró de mi enfermedad un día que fue a visitarme, me regaño por no haberle dicho antes. No me importo que me dijera de todo un poco, puesto que agradecía en el alma que estuviese a mi lado, pues la soledad es terrible en este tiempo. He de decir que tengo amigos verdaderos, no obstante, nada más podía contarlos con las manos y todos vivían en otros países, así que, qué podían hacer por mí. No necesitaba echarles a perder su tranquilidad con noticias tan tristes e impactantes.
La realidad es que el solo pasar tu cumpleaños sin nadie importante en tu corazón ya es deprimente. Cada noche antes de dormir pides un milagro. Te das cuenta de que nunca nadie podría estar preparado para algo así. Pero no queda otra que pensar en cada amanecer que escogemos seguir, aunque nos estemos cayendo a pedazos.
MatthewEn el tiempo que comencé mi segundo bloque de quimio después de la remisión, Carl y yo desarrollamos una amistad bastante fuerte. Al punto de que a veces cenábamos juntos y nos hacíamos compañía algún extraño fin para ver un juego de básquetbol o cualquier otro deporte. Además, en el salón de las terapias conocí a una señora llamada Georgina, quien era sin lugar a duda un amor de persona. Al final éramos solo ella y yo en aquella salita, se sentía como si estuviéramos en otro sitio y no en el infierno. Ella tenía tanta voluntad de vivir por su hija, ya que su esposo las abandonó y las dejó a su suerte sin jamás volver a preocuparse ni por la nena. Había trabajado duro para salir adelante y ahora, aunque había reunido un buen dinero, le dolía ver que se iba en estos tratamientos tan costosos y dolorosos.—Sé que cuando salga de aquí lo recuperaré para que mi hija termine su carrera tranquila y no tenga que estar al tanto de sí, ya cené o tomé las medicinas.—Gina. —Así le decía
MatthewRecuerdo que me contó sobre una pelea que tuvo con su hija, aunque no lo parezca, Gina era la que le impedía muchas veces que la acompañara. Le decía que debía centrarse en sus estudios y cuando le dijo que dejaría la universidad, juro que pude sentir cómo se le derrumbaba el único pilar que la mantenía en pie. La verdad era que Carol lo estaba intentando, es duro mantener un hogar, un enfermo y estudios. Imagino que nunca se ha quejado frente a su madre y eso me hace pensar que ambas son fuertes sin lugar a duda, de tal palo tal astilla. Pero mi querida madera de calidad comenzaba a resquebrajarse, mi amiga se estaba marchitando.Aunque a veces teníamos consultas con psicólogos, igual no creo que hicieran mucho, porque cuando tu cuerpo comienza a pedirte parar, dudo que algo en este mundo pueda animarlo a seguir.—Matt… estoy cansada de pedir y no ver siquiera una señal, algo que me diga que saldremos adelante. Mi confianza está dañada cada día, siento vergüenza de pensarlo,
MatthewLe hago compañía mientras libera su dolor y no soy el único, la muerte nunca es fácil de manejar para nadie. El personal médico también está afectado porque Georgina era alguien que se ganaba tu corazón sin reparo. Tenía bromas y palabras de ánimo para todo lo que te acongojara, era capaz de hacerte ver la vida desde otro punto de vista. Así era ella, sencilla y fuerte a pesar de haber pasado, por tanto. Y hoy a esa maravillosa persona, le he hecho una promesa antes de partir y pienso cumplirla sin lugar a duda. Ya que ahora tengo algo nuevo por lo que vivir, por lo que sentir, algo que me ha dejado una mujer sin igual.Al final creo que mi amiga y madre adoptiva tenía razón cuando me repetía hasta el cansancio que la ayuda venía en camino. Ella que me entendía y aconsejaba ha vuelto a hacerlo, otra vez me ha dado un nuevo ángulo para observar la vida. Tengo un nuevo soporte para sobrevivir y así cuidar de su tesoro más preciado, algo que me da agarre para seguir y eso se llam
MatthewLuego de que aceptara mi petición la llevé directamente hasta su casa y la acompañé hasta la puerta. Busco las llaves y cuando entró la vi llenarse por completo de tristeza, de seguro se sentiría tan sola aquí. Este ha sido su hogar desde siempre, ha de estar lleno de recuerdos, de momentos, de peleas y de amor. Cuando mis padres se fueron yo no pude vivir en nuestra misión, se sentía tan mal recordar a cada paso lo que vivimos que tuve que abandonar todo. Estoy seguro de que ella se sentirá igual, aunque es fuerte como su madre, en la soledad y rodeada de imágenes de su ser querido se marchitara. Entonces hablé sin pensar, algo que no hago nunca, pero con ella se me afloja la lengua.—¿Carol?—¿Matthew?—Dime solo Matt como tu mamá me llamaba.—Oh, okey, Matt.—Sé que puede parecer una locura, pero tú estás sola, esta casa te va a matar rodeada de tanta tristeza. La mía es grande y también estoy solo así que por qué… porque no te mudas conmigo y así estaremos el uno para el o
MatthewDesperté y ella ya no estaba sobre mi pecho, me asusté, será que también me abandonó. Rápido me levanté y al abrir la puerta, un delicioso olor a crepas me despertó por completo. Ella se movía en su pequeño pijama de una forma increíblemente ágil a través de aquella enorme cocina. La isla estaba servida con un bol sobre ella y un pomo de agua. Cuando volví a mirarla, ella estaba mirándome bien sería.—¿Buenos días?—Matt, buenos días. ¿Ya cepillaste tus dientes? Sabes lo importante que es eso para ti, ¿verdad? Así que ve ahora mismo sin detenerte por nada.Uy la que me lie, esta chica se cree mi madre o enfermera. No dije nada más y me fui directo al baño, para hacer mi rutina de belleza. Cuando regresé, ya ella estaba sentada esperándome, al verme me sonrió.—Um, hiciste desayuno, ¿cierto? Sentí que olía a crepas.—Sí, olía justo a eso, pero no para ti.—No, en serio, no vas a hacerme eso. Estás cometiendo un crimen mujer.En serio tenía ganas de llorar, hace tanto que no las
MatthewAsí pasamos el tiempo de la aplicación del suero, la verdad, olvide donde estaba, era como volver a estar en el colegio. Esperando que te devuelvan la respuesta del papel que le lanzaste a la chica que te gustaba. Con terror de que la profesora lo intercepte, haciéndote pasar vergüenza y leyéndolo frente a todos tu confesión.Con todo este juego hasta las enfermeras e incluso los otros pacientes estaban animados, viendo el drama ante sus ojos como si fuera una telenovela. La sala se sentía encantada, con un aire de misterio y alegría. En el que todos nos incluimos, sin saber en realidad, que solo era una amiga, tratando de levantarle el ánimo a un amigo.Cuando todo se terminó, que llegué afuera, ella me sonreía de oreja a oreja como si fuera una niña pequeña. El personal del hospital nada más nos miraba, yo negué con la cabeza y la bajé mirando hacia el suelo. Sentí que me ponía colorado y boté el aire fuertemente. Vi sus pies a mi lado y sentí que besó mi rostro, enseguida l
MatthewMe sonrió luego de darle un trago a su taza y un gran bigote de chocolate se pintó sobre sus labios. Quise lamerlo, pero saqué esa idea rápido de mi cabeza y opté por señalar dónde se había ensuciado. Me miró preguntando qué pasaba y pinte un bigote sobre mi boca con mis dedos. Enseguida entendió, se limpió con el dorso de la mano y al vérsela se fue a lavar, al rato regresó.—¿Todo bien?—Sí, pondré algo de música si no te molesta.Subí mis hombros en señal de que no me importa y acto seguido pone una música que nunca había escuchado.—¿Quién es?—¡Oh! La oreja de Van Gogh y la canción se llama “Jueves”.—Qué nombre tan peculiar para una canción.—Sí, es una canción especial para muchos.La veo apartar la vista y mirar al lago, una lágrima se resbala por su rostro. Sin poder evitarlo limpio el recorrido de esta y ella sonríe sin dejar de ver a lo lejos. Me centro en la letra de la canción y me pongo algo nervioso con lo que dice, pero cuando escucho el final de esta me quedó
MatthewMe sonreí al ver su asombro y la miré a los ojos.—Eres increíble, solo tú no lo ves. Hoy mismo, fuiste capaz de volver a animar a toda una sala de quimioterapia con tus locuras. No te imaginas lo bien que se siente olvidar donde estamos en esos momentos.Ambos nos reímos luego de que ella prometiera que seguiría intentándolo por todos esos que debían ir allí. Nos pasamos hablando un rato más y escuchando música para relajarnos. Me gustaba esta tranquilidad que sentía a su lado, era como tener un hogar. Durante los siguientes días hablábamos, preparábamos las comidas juntos y salíamos a pasear por los alrededores. Increíblemente, cada día podía descubrir cuánto teníamos en común en algunos puntos, mientras que en otros éramos bien diferentes. Como, por ejemplo, el que ella amaba con locura, la pizza con piña y yo la odiaba, ella era fan de tirarse a leer en el sofá y yo de hacer ejercicios, odio estar mucho tiempo en la tranquilidad. Ha sido así desde que perdí a mis padres, e