Matthew
Bajo las escaleras para ir en busca de la salida de la casa, hoy iré a divertirme con unos amigos y a conquistar algunas chicas. Voy muy animado, pero mis pasos se detienen al escuchar a mi padre hablar.
—Matthew, porque no vienes conmigo hoy a ver los negocios y así continúas aprendiendo hijo.
Me giro a verlo con cara de pocos amigos.
—¿Pa, de nuevo? Ya me has tenido todos estos días allí, enseñándome todos tus trucos. Solo tengo diecinueve años los cuales acabo de cumplir, el mes pasado, por cierto. Tan solo déjame disfrutar de mis vacaciones. Me he esforzado bastante para sacar buenas notas por lo que creo que merezco un descanso.
—Hijo, yo no necesito que tú obtengas buenas notas, lo importante es que aprendas de verdad. Tú eres mi heredero y si el día de mañana no estoy, tú te harás cargo de todo lo nuestro. Y sabes mejor que nadie, la familia que nos rodea, hienas sin corazón que no dudaran en destrozarte entre risas.
—Pa, lo sé, pero por favor no digas que no vas a estar ni en broma, ¿cómo viviremos sin ti?
—Ja, adulador, anda, vete a disfrutar antes de que me arrepienta.
Me acerco y lo abrazo, luego salgo corriendo cuando veo su intento de tocarme la cabeza.
—¡Pa el pelo no! ¡Me lo acabo de arreglar!
Ambos nos reímos, la relación entre nosotros era de oro, mi padre sabía todo de mí, era mi consejero para todo, especialmente, en cuanto a chicas y demás. Desde pequeño me ha apoyado, era mi confidente, mi primer y único amigo. Mamá decía que jamás se perdió un momento importante de mi vida, la primera vez que llegue a este mundo, mis primeros pasos, las primeras palabras. Las diferentes competencias en las que participé, siempre estuvieron ahí.
Cuando tenía 5 años escogí practicar kickboxing, pues me apasionaba ver cómo lo practicaban en una película. También amé aprenderlo y cada vez que me presentaba a un intercambio donde ganaba, papá gritaba emocionado y me cargaba en sus hombros o me encerraba en sus brazos. Era un ser único y leal como nadie, era mi ejemplo para seguir. Ojalá hubiese podido estar el día en que los perdí. Ya sé, posiblemente yo también estaría muerto, pero al menos hubiésemos estado juntos.
El día que le negué a mi padre ir con él a la empresa, fue desgraciadamente el último día que volvería a escuchar su voz, nunca más íbamos a hablar. Al día siguiente tanto él como mi madre dejarían de existir, abandonándome en este mundo y poniendo sobre mis hombros una carga enorme. Una empresa con grandes proyectos, un personal increíble y una reputación envidiable para cualquier negocio. No obstante, mantener todo eso tenía un enorme precio, empezando por los enemigos.
Por años he tenido que luchar contra mi propia familia, que siempre ha querido manipularme y aprovecharse de mi juventud. Todo para adueñarse de lo que mi padre me dejó, soy el único y total heredero de todo lo que manejo.
Ojalá pudiera decir que el camino no estuvo difícil, que no estaba solo, pero sería mentir, ya que una desgracia siguió a la otra sin detenerse. Como, por ejemplo, que nuestras acciones decrecieron aceleradamente, por el hecho de que muchos retiraron sus fondos por falta de confianza en mí. Hasta cierto punto era algo lógico, pues era un jovencito que no había probado absolutamente nada. Sin embargo, lo que era inverosímil era la forma en que rápidamente se estaban retirando sin ni siquiera escuchar mi plan de acción para mantener a la empresa a flote.
Más tarde, gracias a uno de los inversionistas que se mantuvo fiel, sabría que todo era obra de mi tío. ¡Ah, sí! Por culpa de esa maravillosa familia por parte de padre que no escatimaba esfuerzos en hacer trampas y debilitarme a cualquier precio, todo con tal de derribarme y arrebatar la empresa de mis manos.
Lo que ellos no sabían era que mi padre ya conocía sus ambiciones y por eso me había entrenado desde temprano, durante toda mi corta vida para defender este negocio. Sin contar que mi IQ no es bajo, es inclusive superior a la media y adoro resolver problemas complejos. Aprendo rápido y me adapto a las situaciones sin entrar en pánico, casi nunca gracias de nuevo al señor Gil. Súmele a todo eso que el equipo que dejó mi padre para apoyarme es fuerte, listo, está lleno de entusiasmo y compromiso para sacar adelante a la empresa.
Otra cosa que le debo agradecer a papá, ya que tenía vista larga, bien larga porque poco a poco se fue deshaciendo de su anterior equipo para sustituirlo por jóvenes promesas. Se dio cuenta de que los primeros lo estaban traicionando y dando secretos a sus enemigos. Quien iba a decir que no hay contrario más tenebroso que tu propia familia por ambición.
En fin, logré levantar mi empresa casi de sus cenizas y resurgir como fénix gracias al equipo que me apoyó incondicionalmente. Y no podemos olvidar a los trabajadores que confiaron en mí laborando sin descanso, aun cuando gente externa, me acusaron de aplicar las estrategias más locas en el mercado. Poco me importo lo que creyeran, esto no era por mantener mi estatus como persona pudiente o para lucirme frente a millonarios. Era por esas personas que por años confiaron en mi padre para salir adelante. Él los dejó a mi cargo y no podía decepcionarlos.
Trabajaba día y noche sin descanso, me dolían horriblemente los ojos y tenía una tensión espantosa en los hombros. Toda esa presión que recaía sobre mí me afectó severamente la salud. Estaba constantemente cansado, perdía el apetito y como era lógico comencé a bajar de peso. No entendía por qué mi salud iba en descenso, aunque sabía que me estaba esforzando al límite entre trabajo y universidad. Es que siempre me he ejercitado en el gimnasio y jamás he perdido el apetito, por el contrario, nunca había dejado de comer. La pareja que tenía en ese momento comenzaba a preocuparse por todo lo que estaba cambiando. Nada más llevábamos juntos cinco meses, pero nos iba bien, nos entendíamos a las mil maravillas y era divertido estar juntos. Era una chica muy atenta y por eso fue la primera en notar mis morados, esos que sin siquiera haberme dado un golpe se me formaban. Recuerdo que solía justificarlo con que de seguro me había golpeado, aunque no lo recordaba o que sencillamente era el estrés.
Cuando los síntomas se fueron agravando a un punto ya no justificado, decidí ir a ver al hijo de uno de los mejores amigos de mi padre, que era un gran doctor. De hecho, me atendió desde niño, era mi doctor de cabecera, siempre había contado con él. Llegué a su consulta a verlo, donde luego de saludarme y de algunos análisis me dijo que no le gustaba lo que veía. Por lo que me iba a remitir con otro médico que era muy amigo suyo. Hubo un momento en que sentí que algo estaba pasando y aunque traté de saber que era, no quiso decirme nada más, simplemente me envió a ver a Carl Sandoval.El día que fui a ver al otro doctor, Claudia fue junto conmigo, insistió en que debía estar a mi lado. Al llegar al hospital nos guiaron el camino hasta la consulta y al llegar nos dimos cuenta de que era el área de oncología, por lo que mi corazón se paralizó. Respiré varias veces y me dije que no podía adelantarme, todo tenía una explicación y no tenía por qué ser algo tan negativo. Mi novia apretó mi
MatthewEn el tiempo que comencé mi segundo bloque de quimio después de la remisión, Carl y yo desarrollamos una amistad bastante fuerte. Al punto de que a veces cenábamos juntos y nos hacíamos compañía algún extraño fin para ver un juego de básquetbol o cualquier otro deporte. Además, en el salón de las terapias conocí a una señora llamada Georgina, quien era sin lugar a duda un amor de persona. Al final éramos solo ella y yo en aquella salita, se sentía como si estuviéramos en otro sitio y no en el infierno. Ella tenía tanta voluntad de vivir por su hija, ya que su esposo las abandonó y las dejó a su suerte sin jamás volver a preocuparse ni por la nena. Había trabajado duro para salir adelante y ahora, aunque había reunido un buen dinero, le dolía ver que se iba en estos tratamientos tan costosos y dolorosos.—Sé que cuando salga de aquí lo recuperaré para que mi hija termine su carrera tranquila y no tenga que estar al tanto de sí, ya cené o tomé las medicinas.—Gina. —Así le decía
MatthewRecuerdo que me contó sobre una pelea que tuvo con su hija, aunque no lo parezca, Gina era la que le impedía muchas veces que la acompañara. Le decía que debía centrarse en sus estudios y cuando le dijo que dejaría la universidad, juro que pude sentir cómo se le derrumbaba el único pilar que la mantenía en pie. La verdad era que Carol lo estaba intentando, es duro mantener un hogar, un enfermo y estudios. Imagino que nunca se ha quejado frente a su madre y eso me hace pensar que ambas son fuertes sin lugar a duda, de tal palo tal astilla. Pero mi querida madera de calidad comenzaba a resquebrajarse, mi amiga se estaba marchitando.Aunque a veces teníamos consultas con psicólogos, igual no creo que hicieran mucho, porque cuando tu cuerpo comienza a pedirte parar, dudo que algo en este mundo pueda animarlo a seguir.—Matt… estoy cansada de pedir y no ver siquiera una señal, algo que me diga que saldremos adelante. Mi confianza está dañada cada día, siento vergüenza de pensarlo,
MatthewLe hago compañía mientras libera su dolor y no soy el único, la muerte nunca es fácil de manejar para nadie. El personal médico también está afectado porque Georgina era alguien que se ganaba tu corazón sin reparo. Tenía bromas y palabras de ánimo para todo lo que te acongojara, era capaz de hacerte ver la vida desde otro punto de vista. Así era ella, sencilla y fuerte a pesar de haber pasado, por tanto. Y hoy a esa maravillosa persona, le he hecho una promesa antes de partir y pienso cumplirla sin lugar a duda. Ya que ahora tengo algo nuevo por lo que vivir, por lo que sentir, algo que me ha dejado una mujer sin igual.Al final creo que mi amiga y madre adoptiva tenía razón cuando me repetía hasta el cansancio que la ayuda venía en camino. Ella que me entendía y aconsejaba ha vuelto a hacerlo, otra vez me ha dado un nuevo ángulo para observar la vida. Tengo un nuevo soporte para sobrevivir y así cuidar de su tesoro más preciado, algo que me da agarre para seguir y eso se llam
MatthewLuego de que aceptara mi petición la llevé directamente hasta su casa y la acompañé hasta la puerta. Busco las llaves y cuando entró la vi llenarse por completo de tristeza, de seguro se sentiría tan sola aquí. Este ha sido su hogar desde siempre, ha de estar lleno de recuerdos, de momentos, de peleas y de amor. Cuando mis padres se fueron yo no pude vivir en nuestra misión, se sentía tan mal recordar a cada paso lo que vivimos que tuve que abandonar todo. Estoy seguro de que ella se sentirá igual, aunque es fuerte como su madre, en la soledad y rodeada de imágenes de su ser querido se marchitara. Entonces hablé sin pensar, algo que no hago nunca, pero con ella se me afloja la lengua.—¿Carol?—¿Matthew?—Dime solo Matt como tu mamá me llamaba.—Oh, okey, Matt.—Sé que puede parecer una locura, pero tú estás sola, esta casa te va a matar rodeada de tanta tristeza. La mía es grande y también estoy solo así que por qué… porque no te mudas conmigo y así estaremos el uno para el o
MatthewDesperté y ella ya no estaba sobre mi pecho, me asusté, será que también me abandonó. Rápido me levanté y al abrir la puerta, un delicioso olor a crepas me despertó por completo. Ella se movía en su pequeño pijama de una forma increíblemente ágil a través de aquella enorme cocina. La isla estaba servida con un bol sobre ella y un pomo de agua. Cuando volví a mirarla, ella estaba mirándome bien sería.—¿Buenos días?—Matt, buenos días. ¿Ya cepillaste tus dientes? Sabes lo importante que es eso para ti, ¿verdad? Así que ve ahora mismo sin detenerte por nada.Uy la que me lie, esta chica se cree mi madre o enfermera. No dije nada más y me fui directo al baño, para hacer mi rutina de belleza. Cuando regresé, ya ella estaba sentada esperándome, al verme me sonrió.—Um, hiciste desayuno, ¿cierto? Sentí que olía a crepas.—Sí, olía justo a eso, pero no para ti.—No, en serio, no vas a hacerme eso. Estás cometiendo un crimen mujer.En serio tenía ganas de llorar, hace tanto que no las
MatthewAsí pasamos el tiempo de la aplicación del suero, la verdad, olvide donde estaba, era como volver a estar en el colegio. Esperando que te devuelvan la respuesta del papel que le lanzaste a la chica que te gustaba. Con terror de que la profesora lo intercepte, haciéndote pasar vergüenza y leyéndolo frente a todos tu confesión.Con todo este juego hasta las enfermeras e incluso los otros pacientes estaban animados, viendo el drama ante sus ojos como si fuera una telenovela. La sala se sentía encantada, con un aire de misterio y alegría. En el que todos nos incluimos, sin saber en realidad, que solo era una amiga, tratando de levantarle el ánimo a un amigo.Cuando todo se terminó, que llegué afuera, ella me sonreía de oreja a oreja como si fuera una niña pequeña. El personal del hospital nada más nos miraba, yo negué con la cabeza y la bajé mirando hacia el suelo. Sentí que me ponía colorado y boté el aire fuertemente. Vi sus pies a mi lado y sentí que besó mi rostro, enseguida l
MatthewMe sonrió luego de darle un trago a su taza y un gran bigote de chocolate se pintó sobre sus labios. Quise lamerlo, pero saqué esa idea rápido de mi cabeza y opté por señalar dónde se había ensuciado. Me miró preguntando qué pasaba y pinte un bigote sobre mi boca con mis dedos. Enseguida entendió, se limpió con el dorso de la mano y al vérsela se fue a lavar, al rato regresó.—¿Todo bien?—Sí, pondré algo de música si no te molesta.Subí mis hombros en señal de que no me importa y acto seguido pone una música que nunca había escuchado.—¿Quién es?—¡Oh! La oreja de Van Gogh y la canción se llama “Jueves”.—Qué nombre tan peculiar para una canción.—Sí, es una canción especial para muchos.La veo apartar la vista y mirar al lago, una lágrima se resbala por su rostro. Sin poder evitarlo limpio el recorrido de esta y ella sonríe sin dejar de ver a lo lejos. Me centro en la letra de la canción y me pongo algo nervioso con lo que dice, pero cuando escucho el final de esta me quedó