Capítulo 2 A la caza

Cualquier hombre normal, no hubiera sabido reaccionar en esta situación. Pero Ryan no es un hombre corriente, ni siquiera es un lobo corriente. La voz de su lobo en la parte de atrás de su cabeza siempre sabe guiarlo. “No dejes que escape, ruido de cristales”.

Efectivamente el asesino había saltado por una de las ventanas del salón. Ryan sale tras el y salta por la ventana. Haciendo gala de su enorme poder se transforma el lobo en pleno salto. Su presa le lleva algo de ventaja y ya se ha transformado en lobo también. Pero el Alfa Ryan no es un lobo cualquiera.

En un interminable minuto de sprint consigue darle caza al asesino, cuando llega a su altura le muerde por el cogote y con su extraordinaria fuerza lo lanza contra una roca.

El shock del golpe devuelve al asesino a su forma humana, Ryan también se transforma y se acerca. Su presa se retuerce, pero parece que el golpe le ha partido la columna asique no se va a ir muy lejos.

-¿Quién eres?

-Solo un mercenario

-¡No te creo!

Ryan le propina una patada en la boca. El asesino lejos de quejarse se parte de risa, emitiendo unos desagradables esputos sanguinolentos.

-Te crees muy poderoso pero un puñado de monedas es lo que te separa tu tumba.

-No creo que estés en posición de decir tal cosa.

-Yo soy un asesino, conozco mi labor y mi destino Alfa ¿puedes decir lo mismo?

Ryan está hecho una furia, ahora le golpea el estómago con saña.

-Habla maldito asesino, ¿Quién te contrató?

- Jamás diré nada.

El Alfa no quería recurrir a ello, pero el enorme poder de su lobo interno le permite leer la mente de las personas a las que toca. Los lobos más fuertes pueden resistirse, pero este lobo moribundo apenas podrá hacer ninguna resistencia. Sopesando sus opciones, le acerca la palma abierta a su cara. Le sujeta la frente al asesino y este comienza a emitir alaridos. Entonces el Alfa exclama con voz de ultratumba.

-¡HABLA!

El asesino sigue gritando, pero su conciencia empieza a ceder, el Alfa comienza a ver sus pensamientos a través de una neblina. Ve un camino, un bosque, luego una casa y por último al Alfa de la manada Claro de Luna. Ya había visto suficiente, así que lo soltó.

-Trabajas para Claro de Luna, ¡Escoria!

La cara del asesino mostro por primera vez verdadero terror al darse cuenta de que le habían leído la mente.

-¿Cómo? ¡No! Espera, mi familia.

El Alfa no necesitaba más confesión, u mano se había transformado en su garra de lobo y con un movimiento seco le corto la garganta al asesino.

Su lobo interno parecía ahora más calmado, pero de pronto se acordó de su esposa, apuñalada en el altar.

-Cleo…

Con una rápida transformación volvió a su forma lobuna y tardo poco más de un minuto en alcanzar la entrada de la casa. Allí le esperaba el Beta Richard con mirada sombría. Es el Alfa quien habla primero.

-  Richard… ¿Cleo?

El Beta mira hacia abajo mitad entristecido y mitad avergonzado.

-Alfa… Era un puñal de plata… no pudimos hacer nada.

El Alfa arde de furia, tiene que controlarse para no convertirse en lobo pero no puede evitarlo por completo. Sus ojos se le rasgan y el vello le brota por los brazos. Sólo consigue detener esta transformación golpeando la columna más cercana con su enorme puño.

-¡Ahora no lobo!

El Beta se le acerca temeroso.

-¿Pudiste atrapar al agresor?

-Si, era un asesino a sueldo, ya no hará más mal.

-¿Descubriste quién lo envía?

-La manada Claro de Luna.

El Beta parecía destrozado por la noticia.

-Alfa, todo esto es culpa mía. La seguridad ha fallado, presento mi dimisión irremediablemente.

-Calla Beta, no puedes dejarme ahora, ahora que tenemos que ir a la guerra.

-Pero Alfa…

- No puede ser de otra forma. Ellos nos han atacado, nosotros devolveremos el golpe y lo haremos con más fiereza.

-Así sea Alfa.

- Reúne a los Thetas, va a ser una noche larga.

Los Thetas, eran tradicionalmente el consejo de administración de cualquier manada, cada uno asesoraba al Alfa para unos asuntos específicos como: alimentación, logística o defensa. Eso era lo habitual, pero en el caso de la manada Valle Maldito, los Thetas además eran unos formidables guerreros que se entrenaban cada mañana. Que el Alfa Ryan los hubiera convocado para luchar por primera vez en el último año, no auguraba nada bueno.

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