El viento frío del anochecer arrastraba hojas secas por el suelo del bosque, y la neblina se levantaba entre los árboles, creando una atmósfera de misterio y desolación. Ryan y Tiberius se movían con sigilo hacia la fogata donde Cleo estaba reunida con sus cómplices. La tensión en el aire era palpable mientras se preparaban para descubrir la verdad que Cleo había ocultado tan bien.“Este es el lugar,” murmuró Ryan. “Aquí es donde Cleo estaba haciendo tratos con los cazadores en el pasado.”Junto a la fogata, Cleo estaba hablando con una figura que Ryan reconoció como el mismo hombre de la cicatriz de la reunión nocturna, pero con una apariencia más joven y menos endurecida por el tiempo.“Necesitamos que el plan avance con rapidez,” decía el hombre con impaciencia. “La presión está aumentando, y no podemos permitirnos fallar.”Cleo, con su actitud calculadora, respondió con frialdad. “El matrimonio con Ryan será una pieza clave en la estrategia. Pero debemos ser cuidadosos. La gente d
El crepúsculo teñía el cielo de un morado intenso mientras Ryan y Tiberius atravesaban el espeso bosque. Las ramas crujían bajo sus pies y una niebla densa se arrastraba por el suelo, envolviéndolos en una sensación de inquietud. Ambos sabían que la misión era peligrosa, pero también era la única opción que les quedaba.La casa de Astrid emergió de entre la niebla como una aparición fantasmal. Era una construcción majestuosa de estilo victoriano, con torres puntiagudas que parecían rasgar el cielo, y ventanas altas y estrechas que reflejaban la luz del atardecer como ojos vigilantes. Las enredaderas cubrían parcialmente las paredes, dándole un aire antiguo y místico, mientras que la reja de hierro forjado que rodeaba la propiedad sugería que no cualquiera era bienvenido.“Así que aquí es donde vive la famosa Astrid,” murmuró Ryan, con una mezcla de asombro y aprensión.“Sí,” respondió Tiberius, con la voz cargada de respeto. “Ella fue mi mentora, la bruja que me enseñó a controlar mis
“¡Tu ganas Astrid! Aceptamos”Astrid miro con recelo “¿Los dos? ¿Toda la noche? ¿A mis ordenes?”Tiberius y el Alfa asintieron.“Bueno… bueno…bueno… parece que el Alfa y su amiguito el mago han decidido pasárselo bien” Se relamió Astrid con una carcajada. Luego su tono se volvió menos histriónico. “Estoy segura de que habéis recorrido una buena distancia a pie, Tiberius, enséñale a tu amigo donde está la cocina, comed y bebed algo” Luego volvió a su tono pícaro. “Necesitaréis fuerzas…”Tiberius y Ryan fueron a la cocina, comieron un emparedado y bebieron cerveza sin mirarse a la cara.Astrid no tardó en regresar con su porte altivo. “Bueno, veo que habéis terminado, es la hora de que os adecentéis un poco, sobre todo tu Tiberius, par
El aire dentro de la cueva de Tiberius era denso, cargado de un silencio expectante. Una pequeña fogata crepitaba en el centro, arrojando sombras en las paredes de piedra. El aroma de hierbas quemándose se mezclaba con el humo, mientras Tiberius y Ryan se sentaban uno frente al otro, sus rostros iluminados por la luz parpadeante del fuego.Sobre el suelo, entre ellos, estaba abierto el grimorio que habían conseguido después de arduas semanas de búsqueda. El libro tenía una presencia casi viva; sus páginas antiguas, cubiertas con símbolos crípticos, parecían vibrar con energía. Astrid, la maestra de Tiberius, les había advertido de su poder y peligro, pero también les había asegurado que contenía el conjuro necesario para el viaje que necesitaban realizar. La tarea era clara: retroceder un año antes del primer encuentro entre Ryan y Cleo para desentrañar cómo comenzó realmente la conspiración.“Este no es un simple conjuro de visión,” dijo Tiberius, su voz profunda resonando en la cuev
El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando la pradera en tonos cálidos de dorado y ámbar. Ryan y Tiberius seguían de pie, observando con atención su entorno. El viento suave agitaba la hierba alta alrededor de ellos, creando un suave murmullo que contrastaba con la creciente inquietud en el ambiente.“Algo no cuadra,” dijo Ryan, rompiendo el silencio. Se giró hacia Tiberius, quien seguía mirando a lo lejos, como si esperara encontrar una respuesta en el horizonte. “No nos sentimos más jóvenes. Recuerda cuando volvimos a la reunión de Cleo… el cambio de tiempo fue inmediato. No siento que hayamos retrocedido tanto como temíamos.”Tiberius asintió, su ceño aún fruncido. “Tienes razón. No es solo que no nos sintamos más jóvenes, es que nuestro entorno tampoco parece tan lejano en el tiempo como imaginamos. Las estrellas, el clima… todo parece apenas diferente. Es como si nos hubiéramos desviado en el espacio más que en el tiempo.”Ryan miró a sus manos, esperando ver algún cam
La noche había caído, cubriendo la pradera y el campamento de la manada Claro de Luna con un manto de estrellas brillantes. Ryan y Tiberius siguieron a Lyanna hasta un gran claro rodeado de árboles, donde el fuego crepitante de una hoguera central proyectaba sombras danzantes sobre los rostros de los lobos reunidos.Los lobos de Claro de Luna se sentaban en círculo alrededor del fuego, conversando en voz baja, algunos riendo mientras compartían comida. El ambiente era acogedor, pero a pesar del calor de las llamas y las voces familiares, Ryan no podía quitarse de la cabeza la visión de los lobos que pronto vería caer bajo su mando, en un futuro marcado por la tragedia.Tomaron asiento junto a Lyanna, y los demás lobos los miraban con curiosidad, evaluando a los dos extraños con ojos calculadores, pero no hostiles. Ryan intentó mantenerse relajado, aunque la sensación de familiaridad con varios de ellos le provocaba un nudo en el estómago. La carne asada se servía en grandes bandejas d
Alfa Ryan se mira al espejo, está nervioso, pero tiene buen aspecto. No obstante, a Alfa Ryan no le gusta dejar las cosas al azar. Mucho menos en su noche de apareamiento. Los invitados ya estaban todos abajo y su Luna estará lista muy pronto, así que ha de darse prisa. Alfa Ryan era probablemente el lobo más envidiado de toda la región. Tras la esperada retirada de su padre, el Alfa William, hacía tan sólo dos años, él se había hecho cargo de la manada del Valle Maldito. Y las cosas no podían haber ido mejor. Pese a que tenía mucho respeto por el legado de su padre, Alfa Ryan tenía su propia forma de hacer las cosas. Así que cuando llegó al poder, no dudó en tomar importantes decisiones, aunque algunas fueron impopulares. En primer lugar, le dio un impulso sin precedentes a las finanzas de la manada. La manada producía una gran cantidad de productos agrícolas de gran calidad como vinos, miel y especias, pero su condición de lobos y la vida apartada les dificultaba mucho su venta. R
Cualquier hombre normal, no hubiera sabido reaccionar en esta situación. Pero Ryan no es un hombre corriente, ni siquiera es un lobo corriente. La voz de su lobo en la parte de atrás de su cabeza siempre sabe guiarlo. “No dejes que escape, ruido de cristales”. Efectivamente el asesino había saltado por una de las ventanas del salón. Ryan sale tras el y salta por la ventana. Haciendo gala de su enorme poder se transforma el lobo en pleno salto. Su presa le lleva algo de ventaja y ya se ha transformado en lobo también. Pero el Alfa Ryan no es un lobo cualquiera. En un interminable minuto de sprint consigue darle caza al asesino, cuando llega a su altura le muerde por el cogote y con su extraordinaria fuerza lo lanza contra una roca. El shock del golpe devuelve al asesino a su forma humana, Ryan también se transforma y se acerca. Su presa se retuerce, pero parece que el golpe le ha partido la columna asique no se va a ir muy lejos. -¿Quién eres?