Al salir el sol algunos rayos de luz se filtraron por la ventanilla de la habitación de Chantel, lo que la impulso a moverse y con eso terminó por despertarse. Se sentó en la cama y al poner un pie en el piso se dio cuenta que había pisado al pobre animal.
—¡Oh por dios! ¿Tú qué haces aquí? Brama.
Arquímedes levantó la cabeza con sus dos orejas puntiagudas y aquellos hermosos e hignoticos ojos azules.
—Eres muy hermoso ¿Lo sabías? Ella le sonríe lo que causa que el mueva la cola. —¡Oh! ¿Te caigo bien? Que bien, porque no deseo que me muerdas.
La chica tímidamente y un poco temerosa acaricia una de sus oreja, Arquímedes se deja y siente que estaba entre las nubes. Ella olía tan delicioso que provocaba morderla, pero no era lo que ella quería. Así que solo lamió su mano arrancando una sonrisa dulce de sus labios.
—Eres tierno lobito ¿Que voy hacer contigo ahora? No puedo tenerte aquí.
Y el pensó que si lo echaba de la casa estaría perdido, tantos años esperándola para que se terminará tan pronto. Gimió como si fuera un cachorro que daba lastima.
—¡Oye! no me hagas esas caras. Eres un lobo, si alguien se entera que tengo un lobo en el edificio iría a la cárcel y tú… bueno tú paradero no será tan bueno.
Ella se sienta al lado de él en posición de indio… y este se sienta en dos patas observándola. Es en ese momento cuando ella se da cuenta de su pata.
—¡Por dios! ¿Como es que sanaste tan rápido? Pasó la mano por la zona que había tenido que afeitar para retirar la bala.
Ella abrió los ojos como platos, al notar que el pelaje que había rasurado había crecido y el hueco de la herida estaba cerrada.
—¡Imposible! Estoy muy segura de que anoche tenías un hueco justo aquí.
Arquímedes solo podía hacer una cosa para hacerla olvidar, lamer su cara… sentía tantas ganas de besarla en su forma humana, desgraciadamente estaría en forma de perro todo el maldito día. Ella se rió al sentir al animal expresar su gratitud.
Luego de eso ella lo separa y lo mira serio…
—Oye, apestas. Creo que te hace falta un buen baño.
¿Que? ¿Un baño? ¡Oh no! Un baño no… cuando estaba en esa forma no le gustaba bañarse, solo en su forma humana lo hacía.
—Vamos lobito, a bañarse. Pero éste se negaba a caminar. —Si no me haces caso no podrás quedarte en casa. Éste al escucharla dejo de protestar y se dejó llevar. —¡Oh vaya! Que inteligente eres, siento que me entiendes.
Arquímedes fue llevado hasta el pequeño balcón de la casa, habían muchas flores plantadas en porrones. Saco unas cosas para bañarlo y él pensó que ese día iba a comenzar siendo bueno pero terminó siendo bañado.
—Ahora si hueles bien… dijo minutos después de bañarlo. —En que estarías metido que llegaste aquí en esas condiciones. ¡Casi mueres!
Le decía la chica secandolo con una toalla el espeso pelaje del Arquímedes. Al terminar parecía una pelota de pelo ¡Joder! Que vergonzoso pensó.
—Ahora si estás muy guapo. Supongo que tienes mucha hambre, veamos que puedo darte para comer. Eres un lobo, asumo que no comes ensalada. Ella se ríe.
Cuando la chica busca algo para alimentarlo se da cuenta que no tiene absolutamente nada para llenar el estómago de un lobo salvaje.
—¡Oh, oh! Esas palabras no le agradaron al lobo. —No tengo nada que darte, tu dieta debe ser bastante pesada ¿Que voy hacer? Se muerde una uña. —¡Ire al super!
La chica se metió en la habitación mientras Arquímedes la observaba, era frustrante no poder decirle una palabra. Así que la siguió observando su larga cabellera plateada, la forma en que ondeaba era exquisita. El lobo babeaba por ella. Entro en la recamara deteniéndose al darse cuenta que ella comenzaba a desvestirse.
¿Estaría bien quedarse? A pesar de ser un lobo también era humano, no estaba bien espiarla. Pero es que no se podía resistir, ella era hermosa.
—Ire de compras… tú quedate aquí, no salgas lobito.
[...]
Una eternidad… eso era lo que pensaba Arquímedes al ver que su chica no llegaba a casa. Se preguntaba ¿Porque tardaba tanto? ¿Y cuál sería su nombre? Demasiada tortura para soportar. Si hubiera sabido que su luna tardaría tantos años en aparecer quizás no se hubiera portado tan rebelde.
Se levantó y comenzó a dar vueltas por la casa, oliendo cada rincón. Todo tenía el aroma de ella, cada espacio era como si esa chica estuviera allí. De pronto escucha pasos y el aroma de ella se intensificó, ya estaba de vuelta.
Chantel abrió la puerta y lo primero que ve es aquel enorme lobo negro con ojos azules viéndola. Era intimidante y a decir verdad daba miedo ¿Será que debía llevarlo a la montaña? ¿Regresarlo a su hábitat para que estuviera con los suyos? Era lo más sabio y responsable que debía hacer, si tan solo ese lobo saliera a la calle y atacará a una personas las cosas no terminarían nada bien.
—¡He vuelto! Ella le sonríe y nota que el mueve la cola, era extraño porque el animal parecía tan inofensivo.
Chantel alimento al lobo uno que estaba bastante hambriento, se había comido toda la carne que había comprado. En el super pensarían que se había vuelto loca al comprar tanta carne roja. Mientras el terminaba de devorar todo. Ella entró en la habitación sentándose en su escritorio, la presencia de ese amiguito le daba una idea para escribir un artículo, aunque este nunca fuese publicado.
Se encontraba tan metida en su ordenador que no sintió la presencia del peludo echase a sus pies. Ella lo vio y éste también la miró fijamente, sentía algo muy extraño cuando ese animal la miraba… ¿Pero el que?
—¿Quieres decirme algo? Ella se ríe mirando esos ojos azules. —Si lo sé, si pudieras hablarme lo harías, me contarías todas tus aventuras. Debe ser interesante la vida de los lobos salvajes, cazando y enamorando a las lobas.
Podría contarle muchas historias si quisiera… Arquímedes se pregunto ¿Como reaccionaria si le contara la verdad? Era un hombre lobo, y además era un macho alfa. Tenia bastantes anécdotas que relatar en lo largo de tantos años. Sobre todo contarle del maldito hechizo que llevaba como un yugo.
—¡Quizas tengas una novia!… ¿una hermosa loba te espera en una cueva con cachorros? Ella seguía parloteando. —Eres muy hermoso, pareces un líder o algo así… ¿Lo eres? Sonríe con gracia.
Esa chica si que tenía una buena imaginación, pero se equivocaba en todo. Nadie lo esperaba, ¿Como le haría para saber el nombre de ella? Hasta ahora no lo había dicho y era frustrante. El lobo volvió a posar el osico sobre sus pies, tenerla así era maravilloso pensó Arquímedes. Su olor lo embriagaba por completo.De pronto comenzó a sentirse extraño, se puso en cuatro patas y corrió hasta la ventana. La noche estaba por caer y con ella la luna aparecería, se convertiría en un humano esa noche ¡Mierda!—Oye lobito ¿Que pasa? Chantel se puso en pie y rasco su oreja. —Voy a darme un baño, no hagas travesuras.Este la vio encerrarse en el baño y el se preocupo, quizás solo tuviera uno
Chantel se ríe a carcajadas después de escucharlo hablar.—¿Hombres lobos? ¿Brujas? ¿500 años? Continua riendo. —Debe ser una broma de mal gusto, quizás esto sea un sueño. O simplemente yo me caí en el baño y...—Chantel. Esto es real.—No… tú no eres real. Lo señala con el dedo poniéndose en pie.—Entonces ¿Como sane de mi herida? ¿Como cerró tan rápido?—Bueno… Ella suspiró. —No lo se, ok no lo sé. Pero nada de esto tiene sentido para mí. Los hombres lobos no existen, ja, y ni hablar de las brujas.
—Escucha yo solo deseo que me conozcas, no soy una persona mala y mis intensiones hacia ti son sinceras.—Necesito irme a descansar. Esto es mucho para procesar.—Mañana no estaré aquí.—¿Te vas? Pregunto sorprendida.—No. Solo que te recuerdo que regresare a mi forma de lobo por la mañana.—Entiendo… bueno yo, lo siento debo intentar dormir y pensar las cosas. Estoy abrumada.—¡Está bien! Responde un tanto triste.—El sofá es cómodo, puedes… bueno allí puedes dormir.
—Me siento… jadeo. —Me siento extraña, yo… necesito. Ella se gira para encararlo. —Necesito más de lo que acaba de pasar, ¿Que me pasa? Susurra contra el pecho desnudo de Arquímedes.—¡Es normal! Sonríe sujetando su cintura contra su erección. —Mi aroma llama tu atención.—¿Tu… tú qué? ¡Joder Arquímedes! Yo no comprendo nada de esto. Ella posa la frente sobre ese pehcho firme y músculoso.—Tengo toda la noche para explicarte lo que quieras.—Si. Eso me parece bien.Luego de una cena un tanto silenciosa, pero de m
Lentamente la acostó en el sofá acomodando ese frágil cuerpo virginal, como pudo acomodo su enorme cuerpo musculoso sobre el de ella. Realmente era muy grande para ella, pero eso no importaba.—Chantel. Susurra con la carne de su boca.—¡Oh! Dime… gimió contra sus labios, estaba completamente excitada.—No puedo llegar muy lejos contigo.—¿Porque? Está se quejo aferrandose del cuello.—No puedo. Responde como reprimiendo sus ganas.—Q
Al día siguiente Chantel se removió sintiendo una calidez a su lado que le agrado bastante. Pero esa calidez respiraba, era peluda y olía a su champo. Está abrió los ojos fijándose que se había quedado dormida encima de Arquímedes, pero ahora volvía a ser un lobo.Se incorporó y el lobo se despertó al no sentirla sobre su cuerpo. Ella lo miró, seguido de eso acaricio su oreja. Le encantaban esas orejas peludas.—Buenos días. Sonríe. El lobo le lamió por el cuello erizandole todo el cuerpo a la chica. —Supongo que son tus buenos días. Está se ríe por la intensidad del beso del animal.En eso ella ve por la ventana dándose cuenta que el sol había salido.
El lobo los vio salir cogeando y corriendo a duras penas… se dio la vuelta para ver a su luna tirada en el suelo, más asustada que nunca tanto por los agresores como por el mismo. Lo podía ver en la forma en que lo estaba observando. Este bajo las orejas como un sumiso, relajando su cuerpo, el lomo de su espalda se encontraba engrinchado así que supo que eso la tenía asustada.Camino en dirección hacia ella con la cabeza agachada, al parecer ella entendió que no la lastimaría. Chantel acercó su mano y Arquímedes la lamió, seguido de eso ella acaricio su oreja.—¡Gracias! Sonríe con timidez.Y después de eso la joven abrazo al lobo que se había sentado en dos patas delante de ella. Chantel comenzó
Esa noche después de que la pareja conversara sobre lo del viaje, se desató una gran tormenta. Las temperaturas bajaron drásticamente. Y para completar la electricidad se habían ido, el cuerpo de Chantel se encontraba temblando bajo las cobijas.Hacia algunas horas la joven se retiro a dormir, dejando a Arquímedes en el sofá. Ella no comprendía porque temblaba, si su apartamento contaba con un calefactor. Pero sentía tanto frío, que sus dientes castañeaba. Era imposible pararse de la cama, sentía como si estuviera entrando en la primera fase de hipotermia. La estaba pasando mal.Arquímedes abrió los ojos abruptamente, algo no andaba bien dentro de la casa. Todo estaba a oscuras y aunque el frío no le afectaba sabía que estaba haciendo mucho. Le extraño,