Al día siguiente Chantel se removió sintiendo una calidez a su lado que le agrado bastante. Pero esa calidez respiraba, era peluda y olía a su champo. Está abrió los ojos fijándose que se había quedado dormida encima de Arquímedes, pero ahora volvía a ser un lobo.
Se incorporó y el lobo se despertó al no sentirla sobre su cuerpo. Ella lo miró, seguido de eso acaricio su oreja. Le encantaban esas orejas peludas.
—Buenos días. Sonríe. El lobo le lamió por el cuello erizandole todo el cuerpo a la chica. —Supongo que son tus buenos días. Está se ríe por la intensidad del beso del animal.
En eso ella ve por la ventana dándose cuenta que el sol había salido.
El lobo los vio salir cogeando y corriendo a duras penas… se dio la vuelta para ver a su luna tirada en el suelo, más asustada que nunca tanto por los agresores como por el mismo. Lo podía ver en la forma en que lo estaba observando. Este bajo las orejas como un sumiso, relajando su cuerpo, el lomo de su espalda se encontraba engrinchado así que supo que eso la tenía asustada.Camino en dirección hacia ella con la cabeza agachada, al parecer ella entendió que no la lastimaría. Chantel acercó su mano y Arquímedes la lamió, seguido de eso ella acaricio su oreja.—¡Gracias! Sonríe con timidez.Y después de eso la joven abrazo al lobo que se había sentado en dos patas delante de ella. Chantel comenzó
Esa noche después de que la pareja conversara sobre lo del viaje, se desató una gran tormenta. Las temperaturas bajaron drásticamente. Y para completar la electricidad se habían ido, el cuerpo de Chantel se encontraba temblando bajo las cobijas.Hacia algunas horas la joven se retiro a dormir, dejando a Arquímedes en el sofá. Ella no comprendía porque temblaba, si su apartamento contaba con un calefactor. Pero sentía tanto frío, que sus dientes castañeaba. Era imposible pararse de la cama, sentía como si estuviera entrando en la primera fase de hipotermia. La estaba pasando mal.Arquímedes abrió los ojos abruptamente, algo no andaba bien dentro de la casa. Todo estaba a oscuras y aunque el frío no le afectaba sabía que estaba haciendo mucho. Le extraño,
Esa noche Arquímedes y Chantel salieron de casa llevando no más que dos mochilas al hombro. La peli plateada iba abrigada hasta más no poder, a ella si le afectaba el frío.—¿Cuál camino debemos tomar?—Por allí.Este señala el levantamiento de una enorme montaña puntiaguda bañada por la nieve. Ella suspiro pesadamente, aquello se veía demasiado lejos. Y dudaba que en dos días llegaran a su destino.—Es hora de irnos. Le dice Arquímedes al verla dudar.—Iremos en mi coche un parte del camino, y la otra caminando.
Ella gira el rostro hacia él totalmente sonrojada y avergonzada por sus palabras. A parte de eso, sintió un cosquilleo recorrer todo su cuerpo cuando se fijó en esos potentes ojos azules brillar con la poca luz de la luna que se filtraba por el cristal de las ventanas.Arquímedes se acercó a ella y plantó un beso fiero sobre sus labios. Pasando la lengua por la cavidad de su boca, seguido de eso la tomo por la cintura para sentarla en su regazo. Frotraba su cuerpo con el de Chantel mientras soltaba su feromonas sobre ella. Impregnó toda su ropa y parte de la piel expuesta de su olor. De ese modo cualquier animal que se encuentre cazando no detectaría el aroma a humano.—Ya estás lista. Dice alejándose de ella un poco, mientras aún los mantenía unidos un h
Por la puerta de la tienda la cabeza del lobo se asoma. A lo que ella da un respingo.—¡Mierda lobo! ¿Estás loco? Casi muero del susto. Puso ambas manos en el pecho.Ella lo escucha gemir y sonríe. Imagino que esa sería su manera de disculparse. Chantel fruncio el ceño, el pelaje del lobo estaba cubierto por nieve. Corrió un poco la tela que hacía el intento de puerta, la peli plateada se fijó que estaba nevando a montones.—¡Rayos! Está nevando Ar… me abrigare lo más que pueda, pero será un viaje muy difícil para mí. No estoy acostumbrada a esto.Esa mañana la joven comió un poco, le ofreció al l
Ella deseaba aquel ataque sexual tanto como él, Chantel se dio cuenta que sentía demasiada atracción por Arquímedes. No estaba muy segura a qué se debía, si era algo físico o por la mera idea de saber que se estaba liando con un ser sobrenatural.Desde luego que, le parecía tan excitante y erótico mantener sexo con un hombre lobo tan ardiente como lo era Arquímedes. ¿Que si estaba loca? ¡Claro que si! Nadie que estuviera en sus cabales tomaría una situación como esa, de la forma que ella lo estaba tomando.Chantel acaricio el torso del lobo que lamía su cuello con bastante énfasis, eso llamo mucho su atención. Era como si allí hubiera algo que le fuera de mucho interés, pero no le importó porque lo que estuviera haciendo la calentaba mucho más. Así que e
Chantel muerta del miedo se aferraba a Arquímedes como si este fuera una tabla salvadidas. Nunca se imaginó que llegaría a un lugar donde los lobos fueran de gran tamaño. El hombre que la sujetaba con fuerza no le había dicho toda la verdad, no recordaba que le hubiera dicho que eran enormes lobos.Entonces… eso quería decir que, ¿Arquímedes era uno de ellos? ¡Demonios! ¿Qué más le ocultaba? ¿Podría confiar en él? Ya no estaba segura de nada para ser sincera. Y por si fuera poco, si aquel pueblo era de hombres lobos entonces... todas esas personas que los miraban eran ¿Lobos?—Tranquila… no te asustes mi luna.—¡Dios mío! Es lo único que puede decir.
La joven salió del cuarto de baño un poco más relajada. Esperando encontarse con Arquímedes, a cambio de eso se topó con un peludo lobito echado al pie de la cama. Al menos no tendría que lidiar con un ser humano.Se fijó que el lobo levantó las orejas más no abrió los ojos. Chantel prefiero no decir una palabra, solo se metió en la cama y fue como si le hubieran apretado el botón. Porque de inmediato el sueño la vencio.[...]El sudor corría por el medio de sus senos… mientras que su corazón latía como un loco desbocado. Las piernas ya no le daban para continuar corriendo a la misma velocidad con la que comenzó al principio.