—Escucha yo solo deseo que me conozcas, no soy una persona mala y mis intensiones hacia ti son sinceras.
—Necesito irme a descansar. Esto es mucho para procesar.
—Mañana no estaré aquí.
—¿Te vas? Pregunto sorprendida.
—No. Solo que te recuerdo que regresare a mi forma de lobo por la mañana.
—Entiendo… bueno yo, lo siento debo intentar dormir y pensar las cosas. Estoy abrumada.
—¡Está bien! Responde un tanto triste.
—El sofá es cómodo, puedes… bueno allí puedes dormir.
—De acuerdo. Este mira el sofá color rosa.
La chica camino en dirección a la habitación, pero antes de entrar voltea a ver al chico de penetrante mirada escultarla de arriba hacia abajo.
—¿Regresaras mañana?
—Si hay luna en el cielo regresare Chantel.
—¡Bien!
[...]
Algo estaba lamiendo su mano ¿Que era? ¿Seguía soñando…? Ya que justo esa noche solo soño con unos ojos azules y melena negra con quien hacia el amor de forma desesperada. Al conocer todo ese musculoso cuerpo detalladamente no le fue difícil verlo en sus sueños nítidamente.
Realmente había sido un sueño exquisito, hasta que el atractivo hombre se convirtió en un enorme lobo negro que lamía su cuerpo desnudo. ¡Dios! Aquello era aún más erótico, podría ser desagradable para muchos tan solo imaginarse una escena como esa. Pero para ella ser lamida por un lobo cachondo que le doblaba el tamaño era muy fascinante.
Entonces, ¿Quien lamía su mano era ese lobo? Chantel abrió los ojos de forma brusca dándose cuenta que Arquímedes había vuelto a ser un pequeño lobo y era quien lamía su mano que sobresalía de la cama.
—¡He! Eres un lobo de nuevo. Por instinto acaricia su oreja, se sentía cómoda acariciando el pelaje del animal y no al humano.
Este la mira de un lado y vuelve a lamer su mano.
—Es frustrante que no podamos hablar. Pero supongo que no las tenemos que apañar. Medio sonríe.
Arquímedes aproximó su osico hasta el rostro de ella y empezó a lamerla. Chantel comenzó a reír intentando apartar al animal que insistía en lamerla. Lo que equivaldría a < besarla> ¡Joder! El muy capullo la estaba besando.
—¡Oye! ¡Oye! Le dice aunque sabe que no recibirá respuesta. —Creo que estás pasandote de la raya amigo.
Está se pone en pie y camina hasta el baño, pero sentía la mirada de ese lobo detrás de ella. Era inquietante tenerlo rondando por toda la casa, así que se vio obligada a cerrar la puerta.
[...]
Chantel sentada en su silla de escritorio revisaba algunas notas que ella misma había escrito, sintiéndose algo entusiasmada por la historia que tenía en mente… ¿Podría llegar a escribir una historia de hombres lobos?
—Debo estar loca para pensar en una cosa tan absurda como esa. Se dijo.
Miro hacia donde estaba Arquímedes, quien permanecía hechado pero con la mirada fija hacia ella.
—¿Que tanto me miras? Le dice ella viéndolo de medio lado. —Seguro que estás ancioso por que sea de noche. Este levantó la cabeza y saco la lengua. —Si, lo imaginé. Ya entiendo porque me entendías el primer día.
Volvió a fijar la vista sobre las notas pendientes. Al siguiente día tenía trabajo que hacer y no tenía tiempo para andar mirando al lobo hechado a su lado.
La llegada de la noche llego rápidamente, Chantel observó que el lobo salía de la habitación a toda prisa lo que llamó su atención. Escucho unos gruñidos que provenían de la sala, se mordio el labio espero un poco y luego cuando se disponía a salir se topó con un cuerpo desnudo que ya había visto antes.
—¡Demonios Arquímedes! Que susto me has dado. Se pone una mano en el pecho. —Siempre… bueno tú, ¿Siempre vas a volver desnudo? Pregunta viendo hacia otro lado.
—Lo siento. Pero si mi luna, al volverme humano regresare desnudo.
—¡Oh por dios!
Se da la vuelta en busca de algo que pudiese servirle al chico para cubrir esa extraordinaria desnudes. Sus piernas temblaban como gelatina, y su virginidad estaba a un paso de pasar a la inexistencia.
Encuentra algo decente para el hombre a sus espaldas y se lo tiende sin siquiera voltear a verlo.
—Gracias. Lo escucha decir, seguido del sonido de la tela de la ropa. —Ya puedes darte vuelta. Ella así lo hace. —Hola. Le dice.
—¡Hola! ¿Tienes hambre?
—Si. Pero primero me gustaría darme un baño.
—Claro, mi baño… lo señala. —Yo estaré en la cocina. Chantel pasa a un lado de él muerta de los nervios.
Arquímedes podía olerla, las feromonas de su chica lo estaba volviendo loco. Le encantaba el hecho de que ella sintiera atracción por él, eso le indicaba que iba por el buen camino con Chantel. Se metió en el baño para limpiar su cuerpo humano, ya que el día anterior no lo había podido hacer.
Mientras que en la cocina Chantel hacia el intento de preparar algo para cenar. Su mente no funcionaba al cien por ciento, ¿Pero cuál podría funcionar a la perfección cuando tienes un hombre completamente desnudo en el baño de tu casa? Podría ser una virgen, pero no era estúpida.
Pero fuera de lo sexual, necesitaba saber más de ese chico. Porque, el seguía en casa ¿A dónde iba a parar todo aquello? Si bueno, tuvieron un momento bastante íntimo… pero eso no quería decir nada, aún ese hombre era un extraño y necesitaba saber cuáles eran sus intensiones para con ella.
Distraída entre sus tórridos pensamientos y el intento de cena basado en tostadas y huevo revuelto. Chantel no sintió la presencia a sus espaldas que la tomo por sorpresa cuando un par de manos se deslizaron por su cintura.
—¡Dios mío! ¿Que haces? Pregunta con Arquímedes detrás de ella.
—Es inevitable para mí no estar cerca de ti.
Arquímedes comienza a oler entre el cuello de Chantel y el nacimiento de su cabello. Aspira profundamente su aroma embriagandose de ella, y el olor que ella expide en ese momento lo enloquece hasta en lo más profundo de él. Así que huele más a fondo su piel, mientras que sus manos jugaban un papel importante en sus caderas.
—Arquimedes ¿Que estas… qué haces? Pregunta a duras penas.
—Huelo tu aroma… no puedo dejar de hacerlo.
—Para… yo. Pero el seguía olfateandola y sus manos coronaron sus senos. —No, espera… yo.
—Mi luna no te resistas a mi.
El lobo comenzó a soltar sus propias feromonas, a pesar de estar hechizado no había perdido ese lado de macho Alfa. Podía envolver a una hembra con su aroma para marcarla como suya. Y funciono con Chantel, porque cada vez restregaba más su cuerpo contra el de él.
Sus nalgas chocaban con la enorme erección que escondía entre su mono. Aquello se estaba saliendo de control y Arquímedes lo estaba disfrutando tanto como ella. Podía olerla de pies a cabeza, pero también olía inseguridad y miedo así que no estaba bien forzarla. Después de todo el hechizo no funcionaría así.
Con mucho pesar, Arquímedes separa su cuerpo lentamente. Dándole espacio a Chantel de recobrar un poco el sentido.
—¿Estás bien mi luna?
—Me siento… jadeo. —Me siento extraña, yo… necesito. Ella se gira para encararlo. —Necesito más de lo que acaba de pasar, ¿Que me pasa? Susurra contra el pecho desnudo de Arquímedes.—¡Es normal! Sonríe sujetando su cintura contra su erección. —Mi aroma llama tu atención.—¿Tu… tú qué? ¡Joder Arquímedes! Yo no comprendo nada de esto. Ella posa la frente sobre ese pehcho firme y músculoso.—Tengo toda la noche para explicarte lo que quieras.—Si. Eso me parece bien.Luego de una cena un tanto silenciosa, pero de m
Lentamente la acostó en el sofá acomodando ese frágil cuerpo virginal, como pudo acomodo su enorme cuerpo musculoso sobre el de ella. Realmente era muy grande para ella, pero eso no importaba.—Chantel. Susurra con la carne de su boca.—¡Oh! Dime… gimió contra sus labios, estaba completamente excitada.—No puedo llegar muy lejos contigo.—¿Porque? Está se quejo aferrandose del cuello.—No puedo. Responde como reprimiendo sus ganas.—Q
Al día siguiente Chantel se removió sintiendo una calidez a su lado que le agrado bastante. Pero esa calidez respiraba, era peluda y olía a su champo. Está abrió los ojos fijándose que se había quedado dormida encima de Arquímedes, pero ahora volvía a ser un lobo.Se incorporó y el lobo se despertó al no sentirla sobre su cuerpo. Ella lo miró, seguido de eso acaricio su oreja. Le encantaban esas orejas peludas.—Buenos días. Sonríe. El lobo le lamió por el cuello erizandole todo el cuerpo a la chica. —Supongo que son tus buenos días. Está se ríe por la intensidad del beso del animal.En eso ella ve por la ventana dándose cuenta que el sol había salido.
El lobo los vio salir cogeando y corriendo a duras penas… se dio la vuelta para ver a su luna tirada en el suelo, más asustada que nunca tanto por los agresores como por el mismo. Lo podía ver en la forma en que lo estaba observando. Este bajo las orejas como un sumiso, relajando su cuerpo, el lomo de su espalda se encontraba engrinchado así que supo que eso la tenía asustada.Camino en dirección hacia ella con la cabeza agachada, al parecer ella entendió que no la lastimaría. Chantel acercó su mano y Arquímedes la lamió, seguido de eso ella acaricio su oreja.—¡Gracias! Sonríe con timidez.Y después de eso la joven abrazo al lobo que se había sentado en dos patas delante de ella. Chantel comenzó
Esa noche después de que la pareja conversara sobre lo del viaje, se desató una gran tormenta. Las temperaturas bajaron drásticamente. Y para completar la electricidad se habían ido, el cuerpo de Chantel se encontraba temblando bajo las cobijas.Hacia algunas horas la joven se retiro a dormir, dejando a Arquímedes en el sofá. Ella no comprendía porque temblaba, si su apartamento contaba con un calefactor. Pero sentía tanto frío, que sus dientes castañeaba. Era imposible pararse de la cama, sentía como si estuviera entrando en la primera fase de hipotermia. La estaba pasando mal.Arquímedes abrió los ojos abruptamente, algo no andaba bien dentro de la casa. Todo estaba a oscuras y aunque el frío no le afectaba sabía que estaba haciendo mucho. Le extraño,
Esa noche Arquímedes y Chantel salieron de casa llevando no más que dos mochilas al hombro. La peli plateada iba abrigada hasta más no poder, a ella si le afectaba el frío.—¿Cuál camino debemos tomar?—Por allí.Este señala el levantamiento de una enorme montaña puntiaguda bañada por la nieve. Ella suspiro pesadamente, aquello se veía demasiado lejos. Y dudaba que en dos días llegaran a su destino.—Es hora de irnos. Le dice Arquímedes al verla dudar.—Iremos en mi coche un parte del camino, y la otra caminando.
Ella gira el rostro hacia él totalmente sonrojada y avergonzada por sus palabras. A parte de eso, sintió un cosquilleo recorrer todo su cuerpo cuando se fijó en esos potentes ojos azules brillar con la poca luz de la luna que se filtraba por el cristal de las ventanas.Arquímedes se acercó a ella y plantó un beso fiero sobre sus labios. Pasando la lengua por la cavidad de su boca, seguido de eso la tomo por la cintura para sentarla en su regazo. Frotraba su cuerpo con el de Chantel mientras soltaba su feromonas sobre ella. Impregnó toda su ropa y parte de la piel expuesta de su olor. De ese modo cualquier animal que se encuentre cazando no detectaría el aroma a humano.—Ya estás lista. Dice alejándose de ella un poco, mientras aún los mantenía unidos un h
Por la puerta de la tienda la cabeza del lobo se asoma. A lo que ella da un respingo.—¡Mierda lobo! ¿Estás loco? Casi muero del susto. Puso ambas manos en el pecho.Ella lo escucha gemir y sonríe. Imagino que esa sería su manera de disculparse. Chantel fruncio el ceño, el pelaje del lobo estaba cubierto por nieve. Corrió un poco la tela que hacía el intento de puerta, la peli plateada se fijó que estaba nevando a montones.—¡Rayos! Está nevando Ar… me abrigare lo más que pueda, pero será un viaje muy difícil para mí. No estoy acostumbrada a esto.Esa mañana la joven comió un poco, le ofreció al l