Chantel se ríe a carcajadas después de escucharlo hablar.
—¿Hombres lobos? ¿Brujas? ¿500 años? Continua riendo. —Debe ser una broma de mal gusto, quizás esto sea un sueño. O simplemente yo me caí en el baño y...
—Chantel. Esto es real.
—No… tú no eres real. Lo señala con el dedo poniéndose en pie.
—Entonces ¿Como sane de mi herida? ¿Como cerró tan rápido?
—Bueno… Ella suspiró. —No lo se, ok no lo sé. Pero nada de esto tiene sentido para mí. Los hombres lobos no existen, ja, y ni hablar de las brujas.
—Viste mi transformación ¿Como lo explicas? Este se puso en pie.
—¡Cielos! Se cubre la cara con ambas manos.
—Mañana por la mañana volveré a ser un lobo, tengo esta noche para explicarte todo lo que quieras.
—No. No. No.
Ella negaba mientras retrocedía lejos de él, camino hasta la cocina sirviéndose un vaso con agua. Arquímedes la seguía pero dándole su espacio. Se sentía preocupado porque ella no le creyera y lo terminará echando a la calle. Una opción bastante posible…
—¡Calmate! Se que estás confundida y no te sientes segura, pero te juro que no quiero lastimarte.
—No te conozco de nada, eras un lobo cuando te recogi. Y ahora resulta que eres un… un… ¡Joder! Planta el vaso fuerte contra la mesa. —Hombre lobo, que se transforma y todas esas cosas.
—Soy un humano normal, con las mismas necesidades que cualquier otro.
—Ja, solo con un pequeño detalle. Te vuelves un lobo. Nadie hace eso.
Arquímedes pasa sus manos por el rostro. Sabía que sería difícil explicarle a ella una historia como esa. Pero que otra opción tenía, necesitaba quedarse a su lado. Desde hace tiempo que no se sentía como en casa desde que empezó a vivir con Chantel.
—Ya lo sé… es que no tengo otra forma de explicar lo que está pasando. Necesito que me creas Chantel.
—¿Porque?
—Es que tú eres mi luna.
Ella frunce levemente el ceño ya que no comprendía de qué rayos estaba hablando.
—¿Tú Luna?
—Veras… para nosotros, los hombres lobos le llamamos a nuestra pareja luna.
—¿Queeeeeee? Está abre los ojos como platos. —Esto debe ser otra broma. ¿Que me estás queriendo decir?
—Es que yo… bueno tú… Chantel tu eres mi chica, naciste para ser mia. Para ser solo para mí.
Arquímedes acortó la poca distancia que había entre los dos, ya no podía aguantarse más estando tan cerca y a la vez tan lejos… envolvió la cintura con sus brazos y la besó. Necesitaba ese beso… necesitaba probarla, necesitaba…
Profundizó el beso pegándola más a su cuerpo… uno que se encontraba a más de 40°.
Chantel no entendía porque se estaba dejando besar por un completo extraño, y no solo eso, era un lobo… o bueno, hombre lobo. Ella sintió como Arquímedes introducía su lengua en la boca, llenándola de él. Por muy raro que pareciera, le fascinó como la besaba. ¡Joder! Se estaba excitando como una adolescente.
—Arquimedes, estás ardiendo. Susurra contra sus labios, ella toca la piel de su cuello.
—Soy de sangre caliente, hermosa. Sonríe y volviendo a tomar posesión de sus labios hasta dejar un reguero de besos por el cuello de Chantel.
Ella comenzó a jadear y justo en ese instante Arquímedes tomo a Chantel por las nalgas para sentarla en la encimera de la cocina. Por intuición la chica de cabello plateado abrió las piernas para que el pudiera acomodarse entre sus muslos. Hizo a un lado el rostro para que el lobo tuviera más acceso a su piel.
En pocos minutos el lobo metió las manos por debajo del camisón de la peli plateada condujendola por sus costillas. Su principal objetivo eran sus senos, el aroma de Chantel lo estaba volviendo loco. Lo sabía... ella era <pura> en cuanto coronó sus pechos ella tembló separándolo un poco.
—N… no, Arquímedes ¡Detente! Jadea separándose de sus labios con mucho pesar, aún con hilo de saliva que los mantenía unidos.
—Chantel… susurra sobre sus labios. —No me alejes de tí, no puedo estar separado de tí.
—¡Demonios! No me digas eso. Ella posa las palmas de las manos sobre sus hombros para alejarlo. —Esto es muy rápido, no sé quién eres… de dónde eres. Le dijo al final mirando esos ojos azules.
Éste la mira intensamente que la hizo flaquear. Joder esos malditos ojos eran hignoticos. Desvío la mirada enfocandola en algo más seguro.
—Tenemos tiempo para conocernos. Solo no me alejes de tí.
—¿Que quieres de mí?
—Todo. Toma su mentón y la hace mirarlo. —Te deseo completa, eres la elegida para mí. Solo tú puedes eliminar este hechizo sobre mí.
—¿Que quieres decir? Frunce el ceño y lo separa de ella aún más.
Arquímedes se aleja un poco de ella pero no tanto como para dejarle el camino libre para huir. Pensó en una respuesta aceptable, ¿Como le iba a explicar que debían intimar? Y lo más importante de todo era ¿Ella terminaría enamorandose de él? No había pensado muy bien en las consecuencias que traía consigo estar hechizado y pasar todo el día siendo un lobo.
¿Como enamoras a un chica siendo un lobo? Es imposible… entonces una retahíla de juramentos invadieron su cabeza y todos fueron dirigidos hasta esa vieja bruja. Lo había hecho adrede, sabía que su mate era humana y le costaría conquistarla siendo un puto lobo. Era una bruja.
—Chantel yo… miro esos ojos ámbarinos destellantes. No sabía que decirle.
—No. No… espera un segundo. Está se baja de la encimera. —Quieres… ¿Quieres decir que tú y yo debemos? Ella hace un gesto con las manos.
—No es así Chantel… no es como lo imaginas.
—¡Ah no! Exclama de brazos cruzados. —Me vas a decir que no tenemos que follar para que ese punto hechizo desaparezca.
—Si pero…
—Joder… eres un… te quieres aprovechar de mi para obtener lo que quieres. Reclama la mujer ofuscada.
—No… claro que no. Chantel realmente tú me encantas, para nosotros los lobos encontrar su luna es lo mejor que nos puede pasar.
—No me digas. Responde con ironía.
—Escucha yo solo deseo que me conozcas, no soy una persona mala y mis intensiones hacia ti son sinceras.—Necesito irme a descansar. Esto es mucho para procesar.—Mañana no estaré aquí.—¿Te vas? Pregunto sorprendida.—No. Solo que te recuerdo que regresare a mi forma de lobo por la mañana.—Entiendo… bueno yo, lo siento debo intentar dormir y pensar las cosas. Estoy abrumada.—¡Está bien! Responde un tanto triste.—El sofá es cómodo, puedes… bueno allí puedes dormir.
—Me siento… jadeo. —Me siento extraña, yo… necesito. Ella se gira para encararlo. —Necesito más de lo que acaba de pasar, ¿Que me pasa? Susurra contra el pecho desnudo de Arquímedes.—¡Es normal! Sonríe sujetando su cintura contra su erección. —Mi aroma llama tu atención.—¿Tu… tú qué? ¡Joder Arquímedes! Yo no comprendo nada de esto. Ella posa la frente sobre ese pehcho firme y músculoso.—Tengo toda la noche para explicarte lo que quieras.—Si. Eso me parece bien.Luego de una cena un tanto silenciosa, pero de m
Lentamente la acostó en el sofá acomodando ese frágil cuerpo virginal, como pudo acomodo su enorme cuerpo musculoso sobre el de ella. Realmente era muy grande para ella, pero eso no importaba.—Chantel. Susurra con la carne de su boca.—¡Oh! Dime… gimió contra sus labios, estaba completamente excitada.—No puedo llegar muy lejos contigo.—¿Porque? Está se quejo aferrandose del cuello.—No puedo. Responde como reprimiendo sus ganas.—Q
Al día siguiente Chantel se removió sintiendo una calidez a su lado que le agrado bastante. Pero esa calidez respiraba, era peluda y olía a su champo. Está abrió los ojos fijándose que se había quedado dormida encima de Arquímedes, pero ahora volvía a ser un lobo.Se incorporó y el lobo se despertó al no sentirla sobre su cuerpo. Ella lo miró, seguido de eso acaricio su oreja. Le encantaban esas orejas peludas.—Buenos días. Sonríe. El lobo le lamió por el cuello erizandole todo el cuerpo a la chica. —Supongo que son tus buenos días. Está se ríe por la intensidad del beso del animal.En eso ella ve por la ventana dándose cuenta que el sol había salido.
El lobo los vio salir cogeando y corriendo a duras penas… se dio la vuelta para ver a su luna tirada en el suelo, más asustada que nunca tanto por los agresores como por el mismo. Lo podía ver en la forma en que lo estaba observando. Este bajo las orejas como un sumiso, relajando su cuerpo, el lomo de su espalda se encontraba engrinchado así que supo que eso la tenía asustada.Camino en dirección hacia ella con la cabeza agachada, al parecer ella entendió que no la lastimaría. Chantel acercó su mano y Arquímedes la lamió, seguido de eso ella acaricio su oreja.—¡Gracias! Sonríe con timidez.Y después de eso la joven abrazo al lobo que se había sentado en dos patas delante de ella. Chantel comenzó
Esa noche después de que la pareja conversara sobre lo del viaje, se desató una gran tormenta. Las temperaturas bajaron drásticamente. Y para completar la electricidad se habían ido, el cuerpo de Chantel se encontraba temblando bajo las cobijas.Hacia algunas horas la joven se retiro a dormir, dejando a Arquímedes en el sofá. Ella no comprendía porque temblaba, si su apartamento contaba con un calefactor. Pero sentía tanto frío, que sus dientes castañeaba. Era imposible pararse de la cama, sentía como si estuviera entrando en la primera fase de hipotermia. La estaba pasando mal.Arquímedes abrió los ojos abruptamente, algo no andaba bien dentro de la casa. Todo estaba a oscuras y aunque el frío no le afectaba sabía que estaba haciendo mucho. Le extraño,
Esa noche Arquímedes y Chantel salieron de casa llevando no más que dos mochilas al hombro. La peli plateada iba abrigada hasta más no poder, a ella si le afectaba el frío.—¿Cuál camino debemos tomar?—Por allí.Este señala el levantamiento de una enorme montaña puntiaguda bañada por la nieve. Ella suspiro pesadamente, aquello se veía demasiado lejos. Y dudaba que en dos días llegaran a su destino.—Es hora de irnos. Le dice Arquímedes al verla dudar.—Iremos en mi coche un parte del camino, y la otra caminando.
Ella gira el rostro hacia él totalmente sonrojada y avergonzada por sus palabras. A parte de eso, sintió un cosquilleo recorrer todo su cuerpo cuando se fijó en esos potentes ojos azules brillar con la poca luz de la luna que se filtraba por el cristal de las ventanas.Arquímedes se acercó a ella y plantó un beso fiero sobre sus labios. Pasando la lengua por la cavidad de su boca, seguido de eso la tomo por la cintura para sentarla en su regazo. Frotraba su cuerpo con el de Chantel mientras soltaba su feromonas sobre ella. Impregnó toda su ropa y parte de la piel expuesta de su olor. De ese modo cualquier animal que se encuentre cazando no detectaría el aroma a humano.—Ya estás lista. Dice alejándose de ella un poco, mientras aún los mantenía unidos un h