DÍAS DESPUÉS EN OLIVIER COMPANY
—Señor Olivier una señorita de nombre Mariam Beltrán está esperando por la entrevista que puso en el diario — Sin dejar de observarla de manera despectiva de arriba abajo, mientras le entregaba el currículo de Mariam que contenía una fotografía muy formal que distaba mucho del desfile de supermodelos que se paseaba por el lugar hasta hace poco por otro aviso que habían puesto en el diario.
—Dígale que pase — Rogando que fuera una mujer decente y no otra de las tantas mujeres vestidas como si de un casting para revista pornográfica se tratase y no para acompañar a una niña de ocho años.
Cuando ella ingresó, quedo algo sorprendida por la hermosa vista hacia la ciudad, por la cantidad de premios que adornaba esas lizas y blancas
—¿Quieres ser mi esposa Carolina? — Estoy ante la mujer perfecta, hermosa, cariñosa y más paciente del mundo.—Claro que si William, acepto ser tu esposa.Luego de celebrar esa cena íntima donde le pedí ser mi esposa y ella aceptó, nos dirigimos al hotel más lujoso de la ciudad en la habitación presidencial queremos celebrar como se debe nuestro compromiso.—Eres perfecta Carolina— Mientras besos sus hombros y voy bajando su vestido negro de seda, su piel clara es realmente hermosa, cada uno de sus lunares que la adornan la hacen ver como una musa, tan hermosa y perfecta para mí.—Te deseo William, quiero que esta noche me lo hagas duro e intenso como a mí me gusta, como nos gusta— Ella se gira y puedo ver que esta sin sujetador en la parte de arriba, cuando todo el vestido ha caído
Mariam es una dulce chica de solo veinte un años, de estatura mediana, cabello Castaño oscuro, ojos grandes color caramelo, su cuerpo no es voluptuoso o demasiado delgado, ella era una chica común se decía muchas veces cuando se veía al espejo, pero con un increíble ángel para los niños pequeños, cuando estaba con ellos era como si todo a su alrededor desapareciera, gracias a ellos descubrió su talento y amor por el arte, con ellos se sentía como pisando nubes en el cielo, pero cuando esa parte de su mundo no estaba vivía su propio infierno a manos de quien hace unos años le prometió el cielo y las estrellas, de quien con el tiempo se vio imposibilitada de escapar el miedo era tal que ese valor que se necesita para escapar de tu verdugo no existía. Solo sabía obedecer, porque si no lo hacía sabia hasta qu&eacut
—Porque ella es muy bonita —Él tosió, aunque no era intención de Diana que Marian escuchara fue inevitable.—No princesa, ella trabajar para mí, ¿Recuerdas que te comenté de qué alguien te acompañara durante el día cuando yo no este contigo?Diana sonrió, algo en Mariam hacía que pequeñas mariposas pasearan en ella, no sabía exactamente que era, pero sentía que iba a ser muy importante para ella.—Hola, mi nombre es Diana Olivier Smith, mucho gusto, tengo casi así de años — Estirando su mano hasta el número nueve a lo que Marian se inclinó ligeramente hasta llegar a su nivel.—Mucho gusto, preciosa, mi nombre es Mariam, si gustas puedes decirme no sé, nana, Mariam y hasta amiga si gustas, tienes una sonrisa muy bonita ca
A la mañana siguiente, Mariam se despertó muy temprano, quería darle una sorpresa a la niña como lo era con un desayuno que la ayudara a estar muy activa, sin saber que Diana lo hacía normalmente en la escuela, cuando subió a la habitación de la pequeña con la bandeja llena de jugo, fruta picada, queso y un poco de leche, la pequeña princesa no podía creerlo, su papá a veces le subía el desayuno a la cama, pero nunca uno como este que hasta una carita feliz tenia dibujada sobre los hotcakes.—No puedo creerlo, amiga ¿Todo esto es para mí? — Acomodándose sobre la cama para que no se caiga ni una migaja.—Claro, o acaso yo veo otra princesa por aquí, no la verdad — Tratando de hacer como si buscara a alguien, haciendo que la pequeña empezara a reírse y aplaudir de la emoción.
Ese día se la paso llorando hasta la hora de recoger a la pequeña, tratando de disimular, pero era imposible le invento algo a la hermosa niña en su ingenuidad le creyó, fueron a casa—Gracias, amiga, de verdad muchas gracias — Mientras la tomaba de la mano.—Porque lo dices princesa, aunque sé que sea lo que sea no tienes nada que agradecer — Inclinándose a su altura, acariciando su suave y lizo cabello casi rubio de la pequeña Diana antes de entrar a la casa.—Gracias, porque eres muy buena conmigo, yo nunca tuve una amiga que me busque a la escuela o me prepare el desayuno, por eso estoy muy feliz, mi corazón da volteretas de lo feliz que se siente, es como si uno de mis sueños se volviera realidad.—Me alegra mucho pequeña, pero dices que uno de ellos y los otr
En el trascurso de los días venideros, la interacción entre Diana y Mariam era como un sueño hecho realidad para Williams, se sentía tan feliz de ver a su hija contenta, se sentía feliz de tener una hija que no dejaba de hablar ni un minuto, eso es lo que siempre había querido que su princesa se sienta cómoda para ser ella misma, pero había algo que aún tenía el temor que no sea capaz, una de las barreras que siempre tuvo, pero no era bueno tener siempre miedo y haría lo necesario por su hija.Era viernes por la tarde y Mariam sentía una opresión en su pecho, sabía perfectamente lo que esperaba en ese departamento al que tenía que llamar casa aunque no lo sintiera así, imaginaba la furia del puño de Mateo sobre su rostro o tal vez los aberrantes cosas que haría con ella algo tan común como doloroso, muchas veces
La pequeña Diana quedó rápidamente dormida y en cuando a Mariam, el viaje paso muy rápido, divertido y eso gracias a las dos copas de coñac que termino bebiendo a insistencia de William, ya que la veía muy nerviosa por más que quiso ocultarlo, a él le pareció algo gracioso verla así tan sonriente o con las mejillas sonrojadas se veía tierna pensaba, aun con su hija dormida en brazos, la ayudo a bajar del avión como si ella fuera parte de la realeza pisando tierra desconocida.—Señor disculpé, que vergüenza con usted, en mi defensa le dije que no era buena bebiendo, — De verdad que sentía pena, sabía que sus pasos salían torpes por el alcohol en su sistema.—No tengas penas por eso recuerda que yo te insiste, además por lo menos eso ayudo a calmar tus nervios y ni cuenta te diste qu
Como negarse a esos ojos, a esa carita casi suplicando, tal vez no estaba bien, que debía mantener su distancia, pero el ojito de Diana era como si sus defensas se bajaran e hiciera todo lo que la pequeña quisiera.—Pequeña, pero no traigo ropa para la ocasión, así que dudo que pueda acompañarlos — Tratando de alguna manera de salir de ese compromiso.—Si tú no vas amiga, yo tampoco porque no tengo un vestido — Cruzando los brazos sentándose sobre la cama, dispuesta a seguir en su postura si es que no lograba su objetivo.—Por eso no hay problema hija, te puedo comprar o mandar a traer el vestido más bonito de la tienda — Sin proveer que su hija era aún más inteligente de lo que él creía.—Entonces también puedes traer un vestido para mi amiga &mdas