Mariam es una dulce chica de solo veinte un años, de estatura mediana, cabello Castaño oscuro, ojos grandes color caramelo, su cuerpo no es voluptuoso o demasiado delgado, ella era una chica común se decía muchas veces cuando se veía al espejo, pero con un increíble ángel para los niños pequeños, cuando estaba con ellos era como si todo a su alrededor desapareciera, gracias a ellos descubrió su talento y amor por el arte, con ellos se sentía como pisando nubes en el cielo, pero cuando esa parte de su mundo no estaba vivía su propio infierno a manos de quien hace unos años le prometió el cielo y las estrellas, de quien con el tiempo se vio imposibilitada de escapar el miedo era tal que ese valor que se necesita para escapar de tu verdugo no existía. Solo sabía obedecer, porque si no lo hacía sabia hasta qué punto era capaz de llegar con tal de hacer prevalecer su derecho de macho alfa en esa casa como el mismo se autodenominaba, ella se sentía encerrada sin poder escapar y él era su carcelero el único que tenía la llave de esa cárcel.
—Ya está todo arreglado hoy dentro de poco tienes tu entrevista con el señor Olivier — Mientras bebía directamente de la botella de cerveza y veía un partido de futbol en la televisión.
—No puedo creer que quieras que haga algo como eso, es muy peligroso ¿Si me descubren? —Porque al final y al cabo la única afectada terminaría siendo ella, Las manos le temblaban mientras preparada la cena de Antonio su flamante marido.
—No sabes de lo que estás hablando, este negocio nos puede traer demasiado beneficio, ni que fuera tanto esfuerzo. Además, tú solo obedece y punto, eres mi mujer que hace y dice lo que yo quiera y cuando yo quiera no lo olvides — Y le ordenaba otra cerveza con el gesto de la mano arriba con botella vacía agitándola de manera frenética, era una señal ella se apresuró a traerle otra.
—Por favor Antonio, piénsalo bien son muchos riesgos, podemos terminar presos mejor sería que — No termino de hablar, ya que Antonio se levantó y con el puño cerrado se acercó a ella, el cuerpo de Mariam empezó a temblar pieza del miedo retrocedió hasta chocar su espalda contra la parte delantera del refrigerador Antonio la tomo del mentón haciendo presión sobre este y acercando su rostro al de ella incluso podía sentir el aliento a alcohol salir de su boca, ella solo atinó a cerrar los ojos y esperar lo peor más que lo peor era lo de siempre.
—¿Lo peor dices? Peor te puede ir a ti si no obedeces, soy tu marido y sé que es lo mejor para ambos, tú obedece si no quieres que esa linda carita tuya termine de colores y sabes perfectamente de lo que puede hacer si me desobedeces no debería ni recordártelo, no juegues con tu suerte cariño.
En el momento en que el la soltó, ella solo atino a arrastrarse por debajo de su brazo y salir corriendo a su habitación y empezar a llorar en silencio como siempre lo hacía.
—Hasta cuando seré capaz de soportar, soy una estúpida como siempre dice mi marido, soy tan estúpida que sigo en este lugar, yo pensé que el orfanato era el infierno que idiota fui, el infierno es este, ¿Por qué me hace estas cosas? ¿Acaso yo pedí nacer? Para que nacer si siempre voy a ser tratada peor que un trapo viejo al que puede pisar cuando y como quiera, Siento tanta vergüenza de mi misma, pero yo me lo busque y me aguanto, si eso Mariam solo te toca aguantarte.
Se tapó la boca con ambas manos, mientras se deslizaba sobre su vieja cama, no podía emitir sonidos sin importar que estaba hiperventilando producto del llanto ahogado, si hacia un ruido, si él se daba cuenta de que estaba llorando la golpearía a tal punto que la hinchazón de sus ojos haría imposible que una lágrima saliera de ellos, ya lo sabía y como se decía ella SE TENÍA QUE AGUANTAR ELLA SE LO BUSCO.
DÍAS DESPUÉS EN OLIVIER COMPANY
—Señor Olivier una señorita de nombre Mariam Beltran está esperando por la entrevista que puso en el diario — Sin dejar de observarla de manera despectiva de arriba abajo, mientras le entregaba el currículo de Mariam que contenía una fotografía muy formal que distaba mucho del desfile de supermodelos que se paseaba por el lugar hasta hace poco por otro aviso que habían puesto en el diario.
—Dígale que pase — Rogando que fuera una mujer decente y no otra de las tantas mujeres vestidas como si de un casting para revista pornográfica se tratase y no para acompañar a una niña de ocho años.
Cuando ella ingresó, quedo algo sorprendida por la hermosa vista hacia la ciudad, por la cantidad de premios que adornaba esas lizas y blancas paredes, aun con los nervios en ella estiro su brazo para darle la mano y presentarse.
William agradecía a todos los cielos que llegara por lo menos no vestida como para un burdel de mala muerte, no era una mujer despampanante, pero vestía de manera decente y no tenía aires de que ella le hacía un favor y no al revés
—Seré franco e iré al grano, no me gusta perder tiempo porque el tiempo es dinero, hábleme de su experiencia con los niños.
—Lo entiendo, trabajé dos años cuidando unos gemelos para un embajador y su esposa, pero que por motivos de viaje tuve dejar de trabajar para ellos, además que fui asistente de maestra en un jardín de infantes, aquí tiene mi curricular y dentro de él las referencias con los números respectivos para confirmar lo que le digo.
Tomo el folder que ella le alcanzaba miraba su hoja de vida, aunque no tenía estudios en psicología o cuidado infantil, igual consideraría lo de la experiencia, memorizo los números de referencia e hizo unas llamadas ante la mirada impaciente de Mariam, que rogaba que no contesten sus ex jefes.
Minutos después y confirmada los datos, no había duda ella era lo que buscaba tenía un o sé que lo hacía decir que ella era la indicada.
—Me ha quedado todo claro, necesito que esta misma tarde se traslade a mi casa ¿Tiene algún inconveniente con el tiempo?
Mariam no creyó que todo ser daría de forma tan rápida, Antonio se lo dijo y palabras textuales de él, “Ese hombre está desesperado por quien le cuidara a la mocosa esa”
—Inconveniente claro que no, al contrario, muchas gracias por darme la oportunidad.
—Aún tengo unos documentos que revisar si me espera dos horas yo mismo la llevo — Y era cierto, pero Mariam en el fondo no estaba del todo segura sobre el tiempo si no regresaba a casa y le avisaba a su marido, al final le podría ir muy mal y con la golpiza de hace unas semanas tenía suficiente.
—No tengo problema en realidad, solo que me gustaría ir a mi departamento por mi ropa, no viene preparada para tomar el empleo tan rápido, vivo aquí cerca en menos tiempo del que me dijo estaré de regreso.
Él no le encontró inconveniente después de todo tenía algo de razón, es que él ya estaba cansado del perder tiempo con entrevistas vacías y sin sentido y era como si ella hubiera sido el ángel que necesitaba para su vida en ese momento.
Cuando ella llegó a su departamento para buscar su valija, lo que encontró fue a su marido roncando con muchas botellas vacías alrededor y la televisión prendida en un canal para adultos.
—Por lo menos no tendré que hablar con él, le dejaré una nota, esto no es escapar del infierno de vida que tengo, pero es cama adentro y voy a poder respirar, aunque con lo que voy a hacer lo menos que merezco es respirar.
Armo su pequeña maleta, con prendas básicas, una peineta, sus documentos del orfanato, por un momento iba a tomar y guardar el marco con una fotografía que tenía cuando su relación con Antonio recién empezaba, cuando los golpes aún no se volvían pan de cada día, sentía tanta nostalgia de esa muchacha ingenua y cursi que pensó que había conocido su príncipe azul y se dejó envolver de palabras vacías y sin sentido, no reparo que la manera en que sostenía el marco haría que este se le cayera de las manos y terminara estrellándose con el piso rompiéndose en mil pedazos y solo basto segundos para oír la puerta abrirse de golpe.
—Así que la perra se iría sin despedirse de su maridito, ¿Cuán imbécil crees que soy? — Mariam no supo en qué momento, pero.
—Cariño yo no quería hacer e…
Solo cerro los ojos ante el fuerte golpe que sintió en su pómulo derecho para al instante ser tomado de los cabellos sin importar que el dolor se incrustaba en su cuero cabelludo que podía ser arrancando en cualquier momento.
—Espero que con esto aprendas que de mí nadie se burla y menos tú, más te vale portarte bonito, y rendirme cuentas como mi mujer que eres, si no te doy más lecciones es que no quiere que digan que pobre idiota que se deja golpear por el marido, solo son lecciones de vida preciosa y deja de llorar que te ves más patética de lo que eres, agradece que te tomé como mi mujer, porque con lo estúpida e insulsa que eres no me sirves de ni de polvo— Para luego soltarla lanzándola al suelo, haciendo que ella cierre los ojos para poder así dejar de llorar, se arrastró por el suelo, tomo su maleta y se marchó con la dignidad por debajo de cero. Esperando que ser la niñera de la familia Olivier sea de verdad ese respiro que necesita para encontrarle un poquito de lógica a su existencia.
Cuando llego a la empresa, ya que casi habían pasado las dos horas que le pidió, tuvo que invitar alguna excusa tonta aquellas que ya estaba acostumbrada para justificar el color en su pómulo derecho, para William le pareció un tanto torpe por golpearse tras pisar mal un tapete, pero no la juzgaría del todo hasta ver su comportamiento con su princesa.
—Parece algo nerviosa ¿Se siente bien? — Mientras seguía revisando unos documentos y el solo se escondía detrás de ellos.
—En realidad si un poco, espero caerle bien a su niña. — Mientras jugaba con sus mansos productos de los nervios que crecían cuanto más se alejaban del lugar.
—Por ese lado no se preocupe mucho, mi princesa es un ángel en realidad solo sería extraño al principio no suele actuar bien frente a personas extrañas o que recién conoce, le costaba un poco, pero es cuestión de tiempo, la verdad que tengo mi fe en usted mi hija es muy especial para mí y espero que la sepa tratar con la delicadeza del caso.
—Se nota que adora a su hija, se nota que la ama mucho por como habla de ella. — Como evitar no sentir nostalgia de saber que a ella si sus padres nunca la quisieron, por eso fue abandonada cuál b****a que no sirve.
—La verdad que sí, yo adoro a mi princesa y me desvivo por ella, cuando estoy en mi empresa mi mente está en los negocios, en hacer respetar mis decisiones, en que todos teman equivocarse, pero cuando se trata de Diana es como si ella me dominara a su antojo y eso con el tiempo me ha complicado las cosas, pero no cambiaría la felicidad que me da su sonrisa por nada del mundo.
Cuando William hablaba de lo mucho que adoraba a su hija los ojos le brillaban, adquirían una luz especial la que solo te da el amor por los hijos, solo faltaba un babero para hablar de su pequeña princesa. Cuando Mariam le iba a preguntar sobre la madre de Diana el auto se detuvo y sabía que habían llegado.
Cuando bajaron del auto, tomo sus llaves y abrió la puerta, no había quien le abriera la puerta algo que sorprendió a Mariam, ya que una persona con su fortuna y siendo el empresario que era, se supondría que tendría personal a su servicio.
—No se sorprenda en verme abrir la puerta y no esperar que alguien lo haga por mí, no soy un hombre que confié en las personas y no tengo personal de planta, solo una cocinera y una señora que limpia las casa un par de veces por semana, no confió en nadie y usted es una excepción por mi princesa.
Ella solo pensaba en lo reservado que era con su vida y quien no si esa niña seguramente era como su tesoro más preciado.
—No se preocupe es lógico se trata de su hija.
Cuando de pronto se escuchó unas pequeñas pisadas bajar las escaleras correr de frente a los brazos de William.
—¡Papito llegaste!
—Mi hermosa princesa ¿Cómo te fue en la escuela? Y antes que me respondas quiero presentarse a alguien.
William la bajo de sus brazos y Diana se quedó observando a Mariam que solo atinaba a sonreír, esperando que la niña la acepte, era tan bonita esa pequeña princesa de papá.
Diana lo jalo de la manga de la camisa para hablarle al oído
—Papito ¿Es tu novia?
—Porque ella es muy bonita —Él tosió, aunque no era intención de Diana que Marian escuchara fue inevitable.—No princesa, ella trabajar para mí, ¿Recuerdas que te comenté de qué alguien te acompañara durante el día cuando yo no este contigo?Diana sonrió, algo en Mariam hacía que pequeñas mariposas pasearan en ella, no sabía exactamente que era, pero sentía que iba a ser muy importante para ella.—Hola, mi nombre es Diana Olivier Smith, mucho gusto, tengo casi así de años — Estirando su mano hasta el número nueve a lo que Marian se inclinó ligeramente hasta llegar a su nivel.—Mucho gusto, preciosa, mi nombre es Mariam, si gustas puedes decirme no sé, nana, Mariam y hasta amiga si gustas, tienes una sonrisa muy bonita ca
A la mañana siguiente, Mariam se despertó muy temprano, quería darle una sorpresa a la niña como lo era con un desayuno que la ayudara a estar muy activa, sin saber que Diana lo hacía normalmente en la escuela, cuando subió a la habitación de la pequeña con la bandeja llena de jugo, fruta picada, queso y un poco de leche, la pequeña princesa no podía creerlo, su papá a veces le subía el desayuno a la cama, pero nunca uno como este que hasta una carita feliz tenia dibujada sobre los hotcakes.—No puedo creerlo, amiga ¿Todo esto es para mí? — Acomodándose sobre la cama para que no se caiga ni una migaja.—Claro, o acaso yo veo otra princesa por aquí, no la verdad — Tratando de hacer como si buscara a alguien, haciendo que la pequeña empezara a reírse y aplaudir de la emoción.
Ese día se la paso llorando hasta la hora de recoger a la pequeña, tratando de disimular, pero era imposible le invento algo a la hermosa niña en su ingenuidad le creyó, fueron a casa—Gracias, amiga, de verdad muchas gracias — Mientras la tomaba de la mano.—Porque lo dices princesa, aunque sé que sea lo que sea no tienes nada que agradecer — Inclinándose a su altura, acariciando su suave y lizo cabello casi rubio de la pequeña Diana antes de entrar a la casa.—Gracias, porque eres muy buena conmigo, yo nunca tuve una amiga que me busque a la escuela o me prepare el desayuno, por eso estoy muy feliz, mi corazón da volteretas de lo feliz que se siente, es como si uno de mis sueños se volviera realidad.—Me alegra mucho pequeña, pero dices que uno de ellos y los otr
En el trascurso de los días venideros, la interacción entre Diana y Mariam era como un sueño hecho realidad para Williams, se sentía tan feliz de ver a su hija contenta, se sentía feliz de tener una hija que no dejaba de hablar ni un minuto, eso es lo que siempre había querido que su princesa se sienta cómoda para ser ella misma, pero había algo que aún tenía el temor que no sea capaz, una de las barreras que siempre tuvo, pero no era bueno tener siempre miedo y haría lo necesario por su hija.Era viernes por la tarde y Mariam sentía una opresión en su pecho, sabía perfectamente lo que esperaba en ese departamento al que tenía que llamar casa aunque no lo sintiera así, imaginaba la furia del puño de Mateo sobre su rostro o tal vez los aberrantes cosas que haría con ella algo tan común como doloroso, muchas veces
La pequeña Diana quedó rápidamente dormida y en cuando a Mariam, el viaje paso muy rápido, divertido y eso gracias a las dos copas de coñac que termino bebiendo a insistencia de William, ya que la veía muy nerviosa por más que quiso ocultarlo, a él le pareció algo gracioso verla así tan sonriente o con las mejillas sonrojadas se veía tierna pensaba, aun con su hija dormida en brazos, la ayudo a bajar del avión como si ella fuera parte de la realeza pisando tierra desconocida.—Señor disculpé, que vergüenza con usted, en mi defensa le dije que no era buena bebiendo, — De verdad que sentía pena, sabía que sus pasos salían torpes por el alcohol en su sistema.—No tengas penas por eso recuerda que yo te insiste, además por lo menos eso ayudo a calmar tus nervios y ni cuenta te diste qu
Como negarse a esos ojos, a esa carita casi suplicando, tal vez no estaba bien, que debía mantener su distancia, pero el ojito de Diana era como si sus defensas se bajaran e hiciera todo lo que la pequeña quisiera.—Pequeña, pero no traigo ropa para la ocasión, así que dudo que pueda acompañarlos — Tratando de alguna manera de salir de ese compromiso.—Si tú no vas amiga, yo tampoco porque no tengo un vestido — Cruzando los brazos sentándose sobre la cama, dispuesta a seguir en su postura si es que no lograba su objetivo.—Por eso no hay problema hija, te puedo comprar o mandar a traer el vestido más bonito de la tienda — Sin proveer que su hija era aún más inteligente de lo que él creía.—Entonces también puedes traer un vestido para mi amiga &mdas
—Es usted una mujer muy hermosa, casi tanto como mi querida Sally que está en los cielos.—Lo siento mucho señor, debió quererla mucho — Mientras giraba como si fuera una princesa en pleno baile, aunque su mirada estaba fija hacia otra dirección.—Claro estuvimos juntos por casi cuarenta años, cuando ella sonreía era como si él solo iluminara el lado más oscuro.—Entonces no soy ni la mitad de hermosa que ella, pero lo bueno es que la conoció y esos recuerdos hermosos son los que debe conservar.—Aparte de hermosa humilde la condenada — Provocando risas en Mariam por la manera tan peculiar que la tenía de hablar como alargando las palabras al final, mientras que William no apartaba la mirada de ellos y la dulce y encantadora de Diana solo reía al momento en que su padre
La pequeña se sentía muy feliz, olvidando por un momento sus limitaciones emociónales, olvidando el pavor que le tenía a ser el centro de atención, el pavor que le tenía a interactuar en público, era una niña feliz bailando con su padre y todo eso se lo deba a una persona en especial a Mariam, la mujer que le estaba dando las llaves para vencer sus miedos.—Amiga, mi papi aprendió muy bien, no se tropezó ni nada — Ambos sonreían de la misma forma ante las ocurrencias de la pequeña.William se inclinó hacia su hija para acariciar su rostro, se sentía tan feliz de verla así de contenta, de risueña como si todo fuera normal y eso es lo que él siempre había querido, hasta que la pequeña le dio un beso en la frente, lo cual lo sorprendió demasiado.—Me has