—Es usted una mujer muy hermosa, casi tanto como mi querida Sally que está en los cielos.
—Lo siento mucho señor, debió quererla mucho — Mientras giraba como si fuera una princesa en pleno baile, aunque su mirada estaba fija hacia otra dirección.
—Claro estuvimos juntos por casi cuarenta años, cuando ella sonreía era como si él solo iluminara el lado más oscuro.
—Entonces no soy ni la mitad de hermosa que ella, pero lo bueno es que la conoció y esos recuerdos hermosos son los que debe conservar.
—Aparte de hermosa humilde la condenada — Provocando risas en Mariam por la manera tan peculiar que la tenía de hablar como alargando las palabras al final, mientras que William no apartaba la mirada de ellos y la dulce y encantadora de Diana solo reía al momento en que su padre
La pequeña se sentía muy feliz, olvidando por un momento sus limitaciones emociónales, olvidando el pavor que le tenía a ser el centro de atención, el pavor que le tenía a interactuar en público, era una niña feliz bailando con su padre y todo eso se lo deba a una persona en especial a Mariam, la mujer que le estaba dando las llaves para vencer sus miedos.—Amiga, mi papi aprendió muy bien, no se tropezó ni nada — Ambos sonreían de la misma forma ante las ocurrencias de la pequeña.William se inclinó hacia su hija para acariciar su rostro, se sentía tan feliz de verla así de contenta, de risueña como si todo fuera normal y eso es lo que él siempre había querido, hasta que la pequeña le dio un beso en la frente, lo cual lo sorprendió demasiado.—Me has
Nadie hubiera imaginado que podría haber pasado, sino fuera por ese niño entrometido que empezó a lanzar bolas de nieve hacia cualquier dirección cayendo sobre ellos, Diana se molestó mucho e hizo otras bolas más y se las lanzo al niño como mucha rabia.—¡Niño eso no se hace! Con mi papá nadie se mete — Lo empezó a corretear, Mariam movía la cabeza le parecía la escena graciosa, pero William no podía creer lo que veía sentía que el mundo se había detenido y solo veía a su pequeña correr tras un niño con una bola de nieve en la mano y armando otras en el camino, ni en sus mejores sueños hubiera imaginado que podría ver a su hija correr como lo hace cualquier niña, Mariam no se había percatado cuando giro y lo vio ahí estático se llegó a preocupar un poc
Los días pasaron relativamente bien, Diana seguía sintiendo que Mariam era un ángel que había llegado a su vida, pero William había tratado de mantenerse alejado lo más posible era de ese ángel que les había cambiado la vida, desde que le entrego ese libro y ese beso en la mejilla, se había sentido extraño cada vez que la tenía cerca, su corazón de alguna manera se aceleraba de una manera extraña, por eso se había mantenido alejado cuando las veía interactuar solo las veía ser ellas mismas, a veces hacía horas extras en su empleo ahora que sabía que su hija estaba en buenas manos podía llevar a cabo ciertos planes para hacer crecer su negocio.—Cuando conoceré a esa santa que llego a iluminar tu vida y de mi ahijada, mira que lograr un cambio que ni tú has podido hacer es para beatificarla y ponerl
Cuando Mariam iba llegando estaba muy preocupada por las marcas que su endemoniado marido había dejado en ella, no solo eran las macas psicológicas, sino las de su rostro, las de las muñecas puede ocultarlas, pero en su pómulo derecho es otro tema, ni con el mejor maquillaje de mundo podría lograrlo. —Buenas noches, princesa hermosa ¿Ya comiste algo? —¡Amiga! Estoy muy feliz de verte — Dándole un fuerte abrazo, para luego acariciar su mejilla esa donde había una marca notoria —¿Amiga te caíste? Y la miraba como estudiándola no entendía por qué su amiga tenía esa marca en el rostro, cuando a la habitación de la pequeña entro su padre, quien no pudo disimular la sorpresa de verla no solo con ese golpe sino también con el rostro pálido y los ojos hundido como si hubiera llorado mucho. —Hola, señorita Beltrán, como ya cenaste princesa que ella te lea un cuento, señorita luego baja
Las horas pasaban y Mariam no podía dormir, daba vueltas en su cama pensando una y otra vez a qué hora regresaba, miraba tras su ventana que daba para el patio trasero algo tonto, pero necesitaba algo de seguridad, no podía estar más tiempo encerrada, fue a prepararse un té cuando escuchó la puerta abrirse, se agachó para no ser vista, pero si logro ver como entraba casi tambaleándose y el cuello de su camisa lleno de lápiz labial, como arrastraba los pies balbuceando.—¡Maldita bruja! Espero que te vea para que te enseñe—A ti que te importa si el señor estuvo con una dos o mil mujeres eso no es tu asunto Mariam ya tienes demasiados problemas en tu vida para meterte en la vida de los demás — Se repetía a sí misma para ver si así se convencía cuál era su lugar en esa casa y su vida.
Aquella mañana, paso como volando, es que cuando su mano volvió a tocar un pincel el mundo desaparecía, Sofía le regalo unos lienzos en blanco junto con unos caballetes para que siguiera practicando, ya que le había contado que tenía en la casa donde trabajaba un enorme jardín, el camino hasta la casa de William y Diana iba imaginando que volvía a pintar por sobre el aire.—Creo que haré unas deliciosas galletas, sé que a la princesa le van a encantar— Durante un par de horas se concentró en la cocina cada paso que daba era con todo el cariño del mundo, adoraba ver la sonrisa de esa pequeña cuando veía alguna de sus galletas.—Tus galletas son tan suaves como algodón de azúcar.Cuando termino de prepararlas y las puso sobre un recipiente, se dio cuenta de que las horas hab&iac
Al finalmente terminar el cuadro bajo la atenta mirada de ambos, se sentía algo nerviosa, pero lo termino cuando se lo entrego a Diana ella grito de la emoción fue corriendo a su cuarto lo dejo sobre su cama para luego analizar donde colgarlo, luego subió Mariam con quien Diana no dejaba de hablar de lo feliz que se sentía por su hermoso cuadro, las horas pasaron, luego de cenar, darle un baño la arropo y le contó uno cuento uno donde una princesa se enfrenta a monstruo gigante que la obligaba a hacer cosas que no le gustaban, no le termino de contarlo porque la hermosa princesa cayó rendida, no se había dado cuenta realmente qué hora era realmente.Cuando bajo a la primera planta, luego de haberla acostado iba bajando como si nada pasara cuando vio que en medio de la sala, exactamente sobre la alfombra frente a la chimenea estaba Williams con un vaso de whisky en mano, no podía
Mariam hablaba con ella misma tratando de convencerse en tener el valor que no tenía, tratando de que su mente entrara en razón.—Muchas veces las he tenido, muchas veces han atormentado mi mente y mi alma tantas veces, como hoy son las tres de la mañana y estoy sudando frío recordar ese maldito sueño hace que mi cuerpo tiemble de solo recordar, ese sueño me persigue, me atormenta, siempre es con Mateo goleándome e exigiéndome que haga mi parte, en vez de sueño son pesadillas, donde él hace conmigo lo que quiere como siempre, me lo ha dicho siempre, me escribe, me llama, dice que no debo olvidar el motivo por el cual estoy aquí, si no hago lo que exige no sé qué será de mí, William es muy bueno, pero no me protegería si supiera el verdadero motivo de mi estancia aquí y mi princesa te veo y me arrepiento de venir aquí,