Cuando Mariam iba llegando estaba muy preocupada por las marcas que su endemoniado marido había dejado en ella, no solo eran las macas psicológicas, sino las de su rostro, las de las muñecas puede ocultarlas, pero en su pómulo derecho es otro tema, ni con el mejor maquillaje de mundo podría lograrlo.
—Buenas noches, princesa hermosa ¿Ya comiste algo?
—¡Amiga! Estoy muy feliz de verte — Dándole un fuerte abrazo, para luego acariciar su mejilla esa donde había una marca notoria —¿Amiga te caíste?
Y la miraba como estudiándola no entendía por qué su amiga tenía esa marca en el rostro, cuando a la habitación de la pequeña entro su padre, quien no pudo disimular la sorpresa de verla no solo con ese golpe sino también con el rostro pálido y los ojos hundido como si hubiera llorado mucho.
—Hola, señorita Beltrán, como ya cenaste princesa que ella te lea un cuento, señorita luego baja
Las horas pasaban y Mariam no podía dormir, daba vueltas en su cama pensando una y otra vez a qué hora regresaba, miraba tras su ventana que daba para el patio trasero algo tonto, pero necesitaba algo de seguridad, no podía estar más tiempo encerrada, fue a prepararse un té cuando escuchó la puerta abrirse, se agachó para no ser vista, pero si logro ver como entraba casi tambaleándose y el cuello de su camisa lleno de lápiz labial, como arrastraba los pies balbuceando.—¡Maldita bruja! Espero que te vea para que te enseñe—A ti que te importa si el señor estuvo con una dos o mil mujeres eso no es tu asunto Mariam ya tienes demasiados problemas en tu vida para meterte en la vida de los demás — Se repetía a sí misma para ver si así se convencía cuál era su lugar en esa casa y su vida.
Aquella mañana, paso como volando, es que cuando su mano volvió a tocar un pincel el mundo desaparecía, Sofía le regalo unos lienzos en blanco junto con unos caballetes para que siguiera practicando, ya que le había contado que tenía en la casa donde trabajaba un enorme jardín, el camino hasta la casa de William y Diana iba imaginando que volvía a pintar por sobre el aire.—Creo que haré unas deliciosas galletas, sé que a la princesa le van a encantar— Durante un par de horas se concentró en la cocina cada paso que daba era con todo el cariño del mundo, adoraba ver la sonrisa de esa pequeña cuando veía alguna de sus galletas.—Tus galletas son tan suaves como algodón de azúcar.Cuando termino de prepararlas y las puso sobre un recipiente, se dio cuenta de que las horas hab&iac
Al finalmente terminar el cuadro bajo la atenta mirada de ambos, se sentía algo nerviosa, pero lo termino cuando se lo entrego a Diana ella grito de la emoción fue corriendo a su cuarto lo dejo sobre su cama para luego analizar donde colgarlo, luego subió Mariam con quien Diana no dejaba de hablar de lo feliz que se sentía por su hermoso cuadro, las horas pasaron, luego de cenar, darle un baño la arropo y le contó uno cuento uno donde una princesa se enfrenta a monstruo gigante que la obligaba a hacer cosas que no le gustaban, no le termino de contarlo porque la hermosa princesa cayó rendida, no se había dado cuenta realmente qué hora era realmente.Cuando bajo a la primera planta, luego de haberla acostado iba bajando como si nada pasara cuando vio que en medio de la sala, exactamente sobre la alfombra frente a la chimenea estaba Williams con un vaso de whisky en mano, no podía
Mariam hablaba con ella misma tratando de convencerse en tener el valor que no tenía, tratando de que su mente entrara en razón.—Muchas veces las he tenido, muchas veces han atormentado mi mente y mi alma tantas veces, como hoy son las tres de la mañana y estoy sudando frío recordar ese maldito sueño hace que mi cuerpo tiemble de solo recordar, ese sueño me persigue, me atormenta, siempre es con Mateo goleándome e exigiéndome que haga mi parte, en vez de sueño son pesadillas, donde él hace conmigo lo que quiere como siempre, me lo ha dicho siempre, me escribe, me llama, dice que no debo olvidar el motivo por el cual estoy aquí, si no hago lo que exige no sé qué será de mí, William es muy bueno, pero no me protegería si supiera el verdadero motivo de mi estancia aquí y mi princesa te veo y me arrepiento de venir aquí,
Con el pasar de las semanas, dejo de ir al departamento que compartía con Mateo, siempre inventaba algo y como él aún tenía su plan en marcha a la vez que seguía disfrutando de la vida que el sueldo de Mariam le daba no le tomaba importancia, así de seguro se sentía que ella era suya en obediencia y voluntad, mientras que ella solo quería que un día él desistiera de su locura.—No creo que sea correcto. — Mientras se ruborizaba frente al pedido de William.—Ya te dije Mariam tú eres casi como de la familia, no veo cuál es el problema.—Pero señor …—Nada de señor, Mariam no es justo tantos formalismos, eres como una amiga en serio no veas como el jefe ogro o iceberg como me dicen en la oficina.En realidad, ella no quer
Había pasado una semana y a la paciencia de William era poca, necesitaba poder avanzar con ella, así que llamo a la única persona que lo podría ayudar en todo eso.—Se supone que me ibas a ayudar y ya paso una semana dese que no me dice señor para ella ahora soy William. — Procurando que nadie más lo viera u oyera.—Tranquilo niño, eso pareces por lo ansioso, todo a su paso. —Tratando de aguantar la carcajada por oírlo tan desesperado.—Deberías tratar de entenderme, no es fácil para mí con la mama de Diana fue distinto ella fue quien me abordo cuando la conocí y el resto ya lo sabes, en cambio Mariam a veces rehúye de mí como si me tuviera miedo.—Está bien entiendo tu punto, vas a hacer lo que yo te diga no te andes quejando de que si no te salen
—Bienvenida, me alegra que estés aquí, cuéntame de ti, que te gustaría decirme — Le informo el psicólogo que la estaba atendiendo.—Bueno yo, bueno me llamo Mariam Beltrán tengo veintidós años y trabajo cuidando a una hermosa niña de casi nueve años—Eso me parece perfecto, pero cuéntame más de ti ¿Por qué estás aquí?De la noche a la mañana se dio cuenta de que necesitaba ayuda, pensó en las palabras de su maestra que nunca es tarde para buscar ayuda, por eso y porque no había podido dormir bien en las últimas semanas, tenía pesadillas constantes donde el protagonista era la voz de Mateo gritándole ¡Hazlo! ¡Hazlo! Se veía a sí misma en la casa de la pequeña toda vacía de noche con un
Ella nunca pensó que algo así podría suceder, nunca pensó que un hombre como William se atrevería a besarla y mucho menos se fijaría en ella, no entendía en que momento él pensó en traspasar esos límites de jefe empleada, no entendía porque lo hizo realmente, ella no era nada en comparación a las mujeres con las que seguramente estaba acostumbrado, no tenía la figura perfecta, el rosto alineado o los ojos claros, era solo era una muchacha de cabello castaño que no pasaba del metro sesenta y cinco, con un senos pequeños y naturales.Cada vez que había la oportunidad de que ellos se encontraban, Mariam buscaba cualquier excusa para alejarse de él, parecía una niña pequeña huyendo, pero no se sentía capaz de enfrentarlo y que seguramente le dijera que era un error, una tontería. Por otro lado, &eacut