CAPÍTULO DIECIOCHO

Tener sus manos sobre Olivia de aquella forma, fue lo mejor y al mismo tiempo lo peor que podría haberle pasado a Erick; una delicia pero también una completa y absoluta tortura, pues mientras se dedicaba a instruirla y enseñarla a flotar, también tenía que aparentar como si el corazón no le latiera a mil por hora, y eso sin contar la palpitante y dolorosa erección que amenazaba con rasgar su traje de baño. Por suerte para él, resultó que Olivia era una mejor alumna de lo que hubiera creído, y en poco tiempo le agarró el truco a la cosa; no es como si hubiera aprendido a nadar de un momento a otro, pero al menos encontró la forma de no hundirse, con lo que Erick pudo apartar las manos de ellas, no porque de verdad quisiera hacer algo como aquello, sino porque sabía que era lo correcto.

Pasaron una tarde realmente hermosa, chapoteando un poco en el agua y hablando más que nada con los ojos, pues tanto uno como otro estaban demasiado encantados con el entorno como para dañarlo con palab
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