CAPÍTULO VEINTIDÓS

Ver de nuevo a Garrick fue para Erick algo más bien agridulce. Por un lado, le alegraba estar cerca de nuevo del único y verdadero amigo que siempre había tenido, mientras que, por el otro, odiaba que tuviera que ser en circunstancias tan grises como aquella que los ocupaba. En una realidad diferente y un poco más feliz, Erick estaría regresando de su maravillosa luna de miel para contarle los detalles a su compañero, sin embargo, ahí estaba él, reuniéndose una vez más con su abogado para tratar de salvar la relación con sus hijos, a quienes temía perder para siempre.

— ¿Cómo estás?—le preguntó Garrick en cuanto ambos se sentaron—. ¿Cómo estuvo el vuelo?

—Bien, estuvo bien—respondió Erick, y aunque le costó bastante, logró no hacer una mueca ante el tono tan rasgado e irregular de su propia voz.

Tras echarle una rápida mirada y revolver un poco los papeles que llevaba consigo, Garrick comentó:

—De verdad, lamento que hayas tenido que volver antes. Sé que tu luna de miel estaba
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