Ver de nuevo a Garrick fue para Erick algo más bien agridulce. Por un lado, le alegraba estar cerca de nuevo del único y verdadero amigo que siempre había tenido, mientras que, por el otro, odiaba que tuviera que ser en circunstancias tan grises como aquella que los ocupaba. En una realidad diferente y un poco más feliz, Erick estaría regresando de su maravillosa luna de miel para contarle los detalles a su compañero, sin embargo, ahí estaba él, reuniéndose una vez más con su abogado para tratar de salvar la relación con sus hijos, a quienes temía perder para siempre. — ¿Cómo estás?—le preguntó Garrick en cuanto ambos se sentaron—. ¿Cómo estuvo el vuelo? —Bien, estuvo bien—respondió Erick, y aunque le costó bastante, logró no hacer una mueca ante el tono tan rasgado e irregular de su propia voz. Tras echarle una rápida mirada y revolver un poco los papeles que llevaba consigo, Garrick comentó: —De verdad, lamento que hayas tenido que volver antes. Sé que tu luna de miel estaba
Convencer a sus padres de esperar un poco para conocer al hombre que ahora era su esposo representó todo un reto, por lo que, mientras se dirigía hacia la casa de Erick, Olivia sintió que se merecía un par de palmaditas en la espalda. Aunque, al mismo tiempo, también necesitaba un poco (mucho) de ayuda, pues no tenía ni la más mínima idea de cómo hacer para decirle a Erick que sus padres estaban en la ciudad y que, por si fuera poco, querían conocerlo cuanto antes. —Llegamos, señora Miller. Escuchar que la llamaban por el apellido de Erick le provocó a Olivia un intenso escalofrío que le recorrió el cuerpo entero en segundos, y que, sin embargo, no resultó del todo desagradable. En realidad, si era completamente sincera, le encantaba cómo sonaba, solo que no podía permitirse pensar de aquella forma, así que prefería engañarse a sí misma. No obstante, lo que sí que no pudo tragar del todo, fueron las miradas mal disimuladas que recibió en su camino hacia la que, desde aquel momen
Por su trabajo, Erick tenía una amplia selección de trajes, todos carísimos y de un muy buen diseño, que no solo lo ayudaban a verse presentable para las importantes reuniones que tenía casi a diario, sino que también le permitían sentirse cómodo y seguro. Nunca había dudado sobre qué ponerse, pues siempre lograba dar con el atuendo perfecto casi que a la primera. Sin embargo, parecía que acababa de hallar la excepción a la regla, pues aunque había tenido nervios de acero al enfrentarse a cientos de empresarios implacables como pirañas, la simple perspectiva de conocer a los padres de la mujer de la que estaba enamorado, con quien se había casado en secreto y por conveniencia, era suficiente para ponerle la carne de gallina y hacer tal estropicio con sus nervios, que cualquier cosa que se ponía le parecía un asco. — ¿Ya estás listo? Cuando el reflejo de Olivia apareció en el espejo, Erick tiró sobre la cama la corbata que se había estado probando y se dio la vuelta. Su esposa habí
Dos días más tarde, Olivia seguía sin poder olvidarse de la forma en la que Erick le había hecho el amor. Porque sí, aunque una parte de ella temía a la verdad, de nada servía negar lo que era más que evidente: el hombre con el que se había casado por fin se había atrevido a llevar el sexo a un punto mucho más personal, mucho más íntimo, regalándole a ella una experiencia maravillosa que no solo la había dejado por las nubes, sino que también la había llenado de incertidumbre y confusión, pues luego de aquello no tenía ni la más mínima idea de cómo sentirse al respecto de su relación con Erick Miller. Se había casado con él creyendo que sería algo de ganar/ganar, y aunque técnicamente seguía siendo así, tampoco era tan ingenua como para creer que lo que había entre ellos seguía siendo casual. Y era justamente esa certeza la que le oprimía el pecho, porque, si ya no tenían algo casual, ¿entonces qué era lo que había entre ellos? Y como si eso no fuera suficiente para sentirse mortific
Al despertar, lo primero que Erick notó fue el calor que lo envolvía como una manta. Desorientado y sin recordar casi nada, se removió un poco antes de abrir los ojos y encontrarse de frente con la tierna mirada de Olivia. Solo entonces recordó todo lo que había pasado, y aunque seguía sintiéndose cómodo y protegido entre los brazos de su esposa, sintió que una parte especialmente grande de su mundo se tambaleaba peligrosamente, amenazando con caer por completo al vacío. — ¿Qué hora es?—preguntó mientras se incorporaba, tratando de no romper el abrazo de Olivia—. ¿Qué pasó? —Son casi las seis—respondió Olivia con una tímida sonrisa—. No sé si lo recuerdas, pero estuvimos hablando un rato y supongo que estabas muy cansado, porque te dormiste poco después de eso. — ¿Por qué no me despertaste para ir a la cama? Debes estar incómoda a más no poder. —En realidad no me importa. Además, no quería despertarte. Ante esto, Erick fue golpeado por una inmensa y poderosa ola del más puro
Tal como se lo había prometido, Olivia acompañó a Erick a la siguiente audiencia por la custodia de sus hijos, un acontecimiento que, ya para aquel momento, se había hecho de dominio público. Un público que se había encargado de hacer juicios premeditados, lanzando contra Erick, e incluso contra ella misma, las más duras acusaciones, todo sin tener una mínima idea de cómo eran las cosas en realidad. Cuando salieron de casa, camino del juzgado, tuvieron que enfrentarse a una auténtica marea de reporteros y curiosos, quienes llevaban acampando a las afueras del edificio horas enteras, y que se lanzaron sobre ellos como pirañas hambrientas nada más verlos aparecer. Olivia, que no estaba para nada acostumbrada a aquello, se sintió bastante abrumada al ver los cientos de micrófonos que salían de todas partes, exigiéndole respuestas a preguntas cada vez más estúpidas. No obstante, se supo fuerte y apoyada al sentir la mano de Erick sobre la suya, quien se encargó de
Al despertar aquella mañana, Erick se sintió lleno de un optimismo tan puro como hacía tiempo no sentía. Por un lado, se sentía cada vez más seguro de que, después de tanto pelear, después de tantos nervios y tanto miedo, parecía que por fin podría asegurar la custodia de sus hijos. Según lo que le había dicho Garrick por encima (no queriendo tocar el tema a demasiada profundidad para no cantar victoria antes de tiempo), había muchísimas posibilidades de que el fallo del juez obrara a su favor, ya que la nueva defensa que habían preparado terminó por aplastar de forma contundente casi todos los argumentos con los que el abogado de Louisa se había defendido. Eso era, por mucho, lo que más feliz lo tenía, no obstante, como si de pronto el universo hubiera querido regalarle un poco de felicidad extra para compensar la angustia y sufrimiento de los últimos meses, además de eso tenía también la fortuna de despertar junto a la mujer más hermosa del mundo. Tal vez por lo en
De nuevo estaba en el juzgado, y de nuevo, para la desgracia y la incomodidad de Olivia, se hallaba bajo la atenta mirada del mismo tipo extraño de la última vez, quien no parecía interesado en nada que no fuera ella, cosa que a Olivia le ponía los pelos de punta, pues no entendía qué podía querer aquel tipo con ella, si ni siquiera se conocían y no tenían nada en común, más allá de que, según le había dicho Erick, él era la nueva pareja de la mujer que había sido, antes que ella, la esposa de su esposo. Todo un auténtico enredado de telenovela, sí, pero aun y con todo eso no era suficiente para que la mirase de aquella forma. — ¿Estás bien? Al escuchar la voz de Erick, Olivia apartó la mirada del tipo y la centró en su esposo, quien estaba justo frente a ella, al otro lado de la baranda que separaba sus asientos de todo lo demás. —Todo bien—respondió Olivia, tratando de actuar normal—. ¿Qué hay de ti? — ¿Me creerías si t