—¿Qué pasa?, la maestra dijo que habías estado muy serio hoy en clase — preguntó Abner con preocupación a su pequeño hijo.Este hizo un mohín mientras jugueteaba nervioso con la tela de su suéter.— Matthew — lo llamó su padre echándole una mirada por el espejo retrovisor del auto y usando el tono de voz con el que el chiquillo sabía que no podía negarse a hacer lo que su padre pedía.El niño de cabello castaño, ondulado como el de su madre, piel clara y unos bellos ojos color pardo, herencia de su padre, suspiró pesadamente antes de confesar aquello que lo afligía y lo habían mantenido tan callado en clases.— Uno de mis compañeros dijo algo que me molesto — la vocecita afligida del pequeño repiqueteo en el automóvil.Abner apretó el volante del auto con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron por debajo de la piel que los cubría.Mocosos, como se atreven a molestar a un Barbaren — refunfuñaba para sus adentros — Cálmate, Abner, contrólate — comenzó a animarse el mismo cuando sint
—Señora Barbaren —la llamó su asistente con temor. El pobre hombre sabía de sobra que quien le daba malas noticias a la matriarca de la familia Barbaren, se llevaba siempre la peor parte.La mujer de cabello blanco le echó una mirada endurecida, no necesitaba ni preguntar, la actitud nerviosa del hombre le decía todo.— ¡Muéstrame! — le ordenó.Su asistente colocó la tablet sobre la mesa de té, delante de la señora, rápidamente juntó sus manos y comenzó a jugar con los dedos. Ya sabía lo que le esperaba y supo que sería peor cuando la anciana cerró los ojos por segundo y profirió un fuerte bufido.— ¡No puede ser posible! — estalló —. ¿¡Cómo es que logra meterse en tantos problemas!?—Están realizando todos los arreglos —aseguró el hombre en un fallido intento de aminorar la ira de la mujer.— ¿Arreglando?, ¡son una bola de ineptos! —estalló lanzando la tableta con toda la fuerza que le fue posible.—Señorita, tranquilícese, le puede hacer daño… —el asistente agradeció que no se la h
El humor de Calisto no era particularmente bueno ese día.Los desmanes de Abner repercuten más allá de su familia y la pobre chica había pasado toda la noche resolviendo los destrozos que el niño mimado de los Barbaren había ocasionado.Aquello rompió por completo con la rutina muy bien establecida que Calisto llevaba, dormir antes de las diez, levantarse a las seis de la mañana para ejercitarse, luego tomar una ducha y alistarse para el trabajo mientras bebía su té energizante.Nada de eso había podido hacer, su rutina fue reemplazada por una noche completa en la estación de policía representando a Abner, resolviendo el conflicto con los afectados, que dicho sea de paso eran bastantes, ya que el vehículo del joven dañó varios comercios mientras trataba de huir de la policía.Calisto no tuvo tiempo ni de ir a su casa a cambiarse, de la estación regresó directo a su oficina, se lavó la cara en el baño y acomodó su cabello lo mejor que pudo para no verse tan desaliñada. Sin éxito.Al no
Con la firme convicción de llevar su plan hacia el éxito, Calisto se presentó en el apartamento de Abner muy temprano, llevaba consigo la agenda de eventos y actividades que la abuela y Jairo planearon para él. Se tomó la libertad de hacerle unos pequeños ajustes para medir las reacciones de Abner, aparte de su insolencia, arrogancia y su constante falta de respeto hacia los demás, no sabía mucho acerca de él.—Tendré que averiguar tus debilidades —dijo para sí misma, mientras esperaba a que Abner se dignara a abrirle la puerta.Dispuesta a hacerlo el tiempo que fuera necesario, esperó un par de minutos antes de volver a aporrear el timbre con ímpetu. El pensar en cómo perturbaba el sueño de Abner, la hizo sonreír.— ¡Dios!, ¡esto no es posible! —rugió Abner al levantarse —¡mataré a quien esté detrás de esa puerta!, ¡juro que lo haré! —despotricaba el hombre mientras caminaba a paso pesado hacia la puerta. —¡Dios santo! —exclamó espantado al ver a Calisto con una sonrisa siniestra de
—Comencemos entonces, soy todo tuyo.Abner apareció en la estancia, llevaba puesto un pantalón de vestir color caqui y camisa en color crema, mocasines y el cabello muy bien peinado. El hombre era todo un adonis y aunque Calisto no era ciega, su desprecio por él le servía como repelente ante sus encantos.—El desayuno está ahí —dijo ella señalando hacia la encimera de la cocina sin despegar la vista de la tablet que sostenía —de ahora en adelante, llevará una dieta muy estricta.—Estoy en forma —replicó él.—Es una forma decente de decir que su abuela quiere desintoxicar su sistema —explicó la chica.— ¿Desintoxicar? — preguntó confundido.—Sí, bueno, se ha bebido el océano pacífico en alcohol —señaló ella sin pudor.— No soy alcohólico —aclaró indignado Abner.—La negación es la primera fase —se burló Calisto.—Tu sarcasmo me molesta.—Se acostumbrará —respondió Calisto fríamente.—No lo creo —dijo entre dientes Abner.—Le informaré sobre sus deberes —anunció ella —además de la dieta
—Dara, ¿qué haces ahí? —la chica levantó la vista y sus profundos ojos azules resplandecieron al ver a su amiga aparecer frente a ella.— ¡Esperándote!, ¿qué más estaría haciendo afuera de tu apartamento? —respondió con una enorme sonrisa.— ¡Lo siento!, las cosas se complicaron un poco —se defendió Calisto.—Abre la puerta primero y ahorita me cuentas todo, muero de frío.— ¿Frío? —pero si ya estamos en primavera.—Sabes que soy sensible al clima y hoy el viento está particularmente helado.—Querrás decir fresco.—Anda, abre y deja de darme la contraria —demandó la chica de cabello lila.— ¡Está bien, está bien!, entremos — Calisto colocó sus cosas en el suelo para abrir la puerta de su departamento, esta necesitaba un poco de fuerza para abrir.Aseguraba que no la reparaba porque funcionaba como un seguro contra delincuentes, no cualquiera podría abrirla sin saber el truco de cómo hacerlo, pero la verdad es que nunca ajustaba con su sueldo para mandarla reparar.— ¡Hogar, dulce hoga
— ¿De verdad le seguirás el juego a tu abuela? —Cuestionó Kenzo a Abner—¿No es más fácil para ti, tomar el control de BBN y ya?—En cuanto me declaren presidente perderé mi libertad, deseo disfrutarla un poco más —respondió Abner con seriedad.—A mí no me engañas, tienes algo planeado, ¿cierto? —Los ojos oscuros de Ilan se clavaron en él.—Por el momento, aguantar a la loca que me pusieron de niñera —al decir esto, Abner tomó su copa y se la terminó de un solo trago.—La chica es inofensiva, ¿por qué te ensañas tanto con ella? —cuestionó Kenzo.— ¿Ya la conociste? —Ilan lanzó la pregunta a este último.—Esta mañana.— ¿Y, cómo es? El par de amigos se envolvieron en una plática sobre Calisto, olvidando por completo la presencia de Abner.—Es fascinante —aseguró Kenzo ante la mirada incrédula de Abner.—Entonces, ¿es bonita?— ¡Es horrenda!, ¡hasta el diablo sentiría escalofríos de solo verla! — Intervino Abner.—La belleza es subjetiva, querido.— ¡Exacto!, la encuentras fascinante p
Esa frase que dice: “Después de la tempestad viene la calma”, era todo lo contrario a la etapa por la que atravesaban Calisto y Abner. Para esos dos la tormenta apenas se aproximaba. Tras el disturbio en el departamento del joven heredero, por el que fue a dar a la cárcel junto con sus amigos, este se mantenía sorprendentemente dócil y obediente.Escuchaba con atención todo lo que Calisto le enseñaba e incluso llevaba a cabo las tareas que ella le mandaba, sin rechistar.La joven deseaba ser optimista y creer que el escarmiento que le dio mandándolo a arrestar, había funcionado para calmarlo, sin embargo, un sexto sentido la obligaba a desconfiar y mantenerse alerta, al fin de cuentas, solo había pasado un par de días desde aquello.—Pídeles a tus amigos que no interrumpan nuestras clases —demandó ella antes de retirarse.Ese día Kenzo e Ilan se la pasaron en el departamento y el hecho de que ambos no le quitaban la vista de encima, haciéndola sentir una atracción de circo, no era el