El silencio de aquella habitación fue interrumpido por el estruendo de un fuerte golpe, Calisto estrelló su mano en el rostro de Abner con todas las fuerzas de las que era capaz.— ¡Me crees estúpida!, ¡en serio Abner!, ¡cuando vas a dejar de burlarte de mí! — reclamó histérica — ¡crees que no me daría cuenta si estoy casada! tú y yo no estamos casados — espetó con los dientes apretados.Pese a que su mejilla ardía de dolor por el golpe, Abner sonreía triunfante, orgulloso de poder al fin decir que ella era su esposa, ya no habría nadie que lo detuviera, se lo gritaría al mundo entero, aun y cuando la mujer en cuestión se manifestar un poco reacia a aceptarlo.— Lo estamos — afirmó una vez más Abner.— No es posible, ¿cómo? — Calisto se encontraba más que desconcertada por la noticia, no sabía si llorar, reír, matar a Abner o volver a desaparecer.— Cuando firmamos los papeles de compra del departamento, le pedí a Ilan que arreglara todo — Abner suspiro pesadamente había llegado su t
Calisto se removió entre las sábanas, sabía que tenía que abrir los ojos; pero se negaba hacerlo, de solo pensar el día que le aguardaba le provocaba no querer levantarse nunca de aquella cama que compartía con Abner.Su cuerpo estaba adolorido y ella realmente exhausta, sin embargo, el recortada a que se debía aquello su pecho se inundó de felicidad, había pasado la mejor noche de su vida en los brazos de Abner, no tenía ninguna duda que todo su ser le pertenecía a aquel imponente hombre de ojos color pardo.Sin poder evitarlo más abrió los ojos y ahí estaba él, sonriéndole como si acabara de ver a un mismísimo ángel, aunque está mejor decir que el ángel parecía él, lucía fresco y radiante pese a su cabello desordenado que a cualquier otro no le sentaría bien; pero a Abner lo hacía lucir jodidamente sexy.— ¿Tienes mucho despierto? — este ensanchó su sonrisa apenas y se dio cuenta que estaba despierta— El tiempo suficiente — respondió con voz ronca y sensual.— ¿para qué? — preguntó
—¡Por dios! — chilló Dara con emoción al ver a su amigo. esta última estaba a punto de ser presentada con bombo y platino como la señora Barbaren, esposa del magnánimo y poderoso Abner Barbaren, medios de comunicación, empresarios y celebridades de todo el mundo se dieron cita para conocer a la misteriosa mujer que se había ganado el corazón del líder de la poderosa familia Barbaren.Calisto daba los últimos toques a su vestuario el cual consiste en un elegante vestido color azul verde con detalles dorado, de tirantes delgados y corte sirena con una abertura que le llegaba hasta el muslo, haciéndola lucir espectacular.Su cabello caía en ondas hacia un costado y aunque su maquillaje era natural este no dejaba de ser elegante.— Estoy muy nerviosa — confesó la joven a su amiga.— no tienes por qué, mereces ser feliz, después de todo lo que pasaron, la vida se los debe a ambos — la tomó de las manos — Verlos juntos nos da mucha paz a todos — con todo se refería a Kenzo e Ilan y ella mis
—¿Qué pasa?, la maestra dijo que habías estado muy serio hoy en clase — preguntó Abner con preocupación a su pequeño hijo.Este hizo un mohín mientras jugueteaba nervioso con la tela de su suéter.— Matthew — lo llamó su padre echándole una mirada por el espejo retrovisor del auto y usando el tono de voz con el que el chiquillo sabía que no podía negarse a hacer lo que su padre pedía.El niño de cabello castaño, ondulado como el de su madre, piel clara y unos bellos ojos color pardo, herencia de su padre, suspiró pesadamente antes de confesar aquello que lo afligía y lo habían mantenido tan callado en clases.— Uno de mis compañeros dijo algo que me molesto — la vocecita afligida del pequeño repiqueteo en el automóvil.Abner apretó el volante del auto con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron por debajo de la piel que los cubría.Mocosos, como se atreven a molestar a un Barbaren — refunfuñaba para sus adentros — Cálmate, Abner, contrólate — comenzó a animarse el mismo cuando sint
—Señora Barbaren —la llamó su asistente con temor. El pobre hombre sabía de sobra que quien le daba malas noticias a la matriarca de la familia Barbaren, se llevaba siempre la peor parte.La mujer de cabello blanco le echó una mirada endurecida, no necesitaba ni preguntar, la actitud nerviosa del hombre le decía todo.— ¡Muéstrame! — le ordenó.Su asistente colocó la tablet sobre la mesa de té, delante de la señora, rápidamente juntó sus manos y comenzó a jugar con los dedos. Ya sabía lo que le esperaba y supo que sería peor cuando la anciana cerró los ojos por segundo y profirió un fuerte bufido.— ¡No puede ser posible! — estalló —. ¿¡Cómo es que logra meterse en tantos problemas!?—Están realizando todos los arreglos —aseguró el hombre en un fallido intento de aminorar la ira de la mujer.— ¿Arreglando?, ¡son una bola de ineptos! —estalló lanzando la tableta con toda la fuerza que le fue posible.—Señorita, tranquilícese, le puede hacer daño… —el asistente agradeció que no se la h
El humor de Calisto no era particularmente bueno ese día.Los desmanes de Abner repercuten más allá de su familia y la pobre chica había pasado toda la noche resolviendo los destrozos que el niño mimado de los Barbaren había ocasionado.Aquello rompió por completo con la rutina muy bien establecida que Calisto llevaba, dormir antes de las diez, levantarse a las seis de la mañana para ejercitarse, luego tomar una ducha y alistarse para el trabajo mientras bebía su té energizante.Nada de eso había podido hacer, su rutina fue reemplazada por una noche completa en la estación de policía representando a Abner, resolviendo el conflicto con los afectados, que dicho sea de paso eran bastantes, ya que el vehículo del joven dañó varios comercios mientras trataba de huir de la policía.Calisto no tuvo tiempo ni de ir a su casa a cambiarse, de la estación regresó directo a su oficina, se lavó la cara en el baño y acomodó su cabello lo mejor que pudo para no verse tan desaliñada. Sin éxito.Al no
Con la firme convicción de llevar su plan hacia el éxito, Calisto se presentó en el apartamento de Abner muy temprano, llevaba consigo la agenda de eventos y actividades que la abuela y Jairo planearon para él. Se tomó la libertad de hacerle unos pequeños ajustes para medir las reacciones de Abner, aparte de su insolencia, arrogancia y su constante falta de respeto hacia los demás, no sabía mucho acerca de él.—Tendré que averiguar tus debilidades —dijo para sí misma, mientras esperaba a que Abner se dignara a abrirle la puerta.Dispuesta a hacerlo el tiempo que fuera necesario, esperó un par de minutos antes de volver a aporrear el timbre con ímpetu. El pensar en cómo perturbaba el sueño de Abner, la hizo sonreír.— ¡Dios!, ¡esto no es posible! —rugió Abner al levantarse —¡mataré a quien esté detrás de esa puerta!, ¡juro que lo haré! —despotricaba el hombre mientras caminaba a paso pesado hacia la puerta. —¡Dios santo! —exclamó espantado al ver a Calisto con una sonrisa siniestra de
—Comencemos entonces, soy todo tuyo.Abner apareció en la estancia, llevaba puesto un pantalón de vestir color caqui y camisa en color crema, mocasines y el cabello muy bien peinado. El hombre era todo un adonis y aunque Calisto no era ciega, su desprecio por él le servía como repelente ante sus encantos.—El desayuno está ahí —dijo ella señalando hacia la encimera de la cocina sin despegar la vista de la tablet que sostenía —de ahora en adelante, llevará una dieta muy estricta.—Estoy en forma —replicó él.—Es una forma decente de decir que su abuela quiere desintoxicar su sistema —explicó la chica.— ¿Desintoxicar? — preguntó confundido.—Sí, bueno, se ha bebido el océano pacífico en alcohol —señaló ella sin pudor.— No soy alcohólico —aclaró indignado Abner.—La negación es la primera fase —se burló Calisto.—Tu sarcasmo me molesta.—Se acostumbrará —respondió Calisto fríamente.—No lo creo —dijo entre dientes Abner.—Le informaré sobre sus deberes —anunció ella —además de la dieta