—Comencemos entonces, soy todo tuyo.
Abner apareció en la estancia, llevaba puesto un pantalón de vestir color caqui y camisa en color crema, mocasines y el cabello muy bien peinado. El hombre era todo un adonis y aunque Calisto no era ciega, su desprecio por él le servía como repelente ante sus encantos.
—El desayuno está ahí —dijo ella señalando hacia la encimera de la cocina sin despegar la vista de la tablet que sostenía —de ahora en adelante, llevará una dieta muy estricta.
—Estoy en forma —replicó él.
—Es una forma decente de decir que su abuela quiere desintoxicar su sistema —explicó la chica.
— ¿Desintoxicar? — preguntó confundido.
—Sí, bueno, se ha bebido el océano pacífico en alcohol —señaló ella sin pudor.
— No soy alcohólico —aclaró indignado Abner.
—La negación es la primera fase —se burló Calisto.
—Tu sarcasmo me molesta.
—Se acostumbrará —respondió Calisto fríamente.
—No lo creo —dijo entre dientes Abner.
—Le informaré sobre sus deberes —anunció ella —además de la dieta, ejercicio, no tomar alcohol y despedirse de sus amigas, nos prepararemos para asistir a varios eventos, mismos que ya fueron elegidos por su abuela. Tenemos el primero para este fin de semana, yo me encargaré de instruirlo e informarlo acerca de quienes asisten y todo eso, también tenemos programadas citas con algunas señoritas con las que la señora Barbaren está interesada que se relacione, de igual forma con algunas personalidades, como empresarios, socialités, personajes distinguidos, todo esto con el objetivo de ir posicionando su imagen positivamente en la sociedad y formar alianzas poderosas. Cada vez que cumpla con lo estipulado recibirá una remuneración, cuando no lo haga, se le quitará un beneficio, ¿alguna duda?
Abner la miraba como si le hubiera hablado en chino.
—Interpretaré su silencio como un sí — dijo ella al ver que Abner no hablaba.
—No, no y no — respondió él de pronto —aceptaré todo el circo —hizo un aspaviento con la mano —pero hasta ahí. No van a controlar mi vida, ¿con quién salir?, ¿con quién relacionarme?, ¡por favor!, es una completa ridiculez —exclamó.
Calisto cruzó sus manos sobre el escritorio, al mismo tiempo se inclinó ligeramente hacia adelante.
—Lo necesita, su reputación está por los suelos, en cuanto sea anunciado como presidente la empresa se irá a pique, ¿lo entiende?
Abner tomó la misma posición que Calisto antes de hablar.
—Soy consciente de todo eso, no obstante, si consigo restaurar mi reputación, las alianzas no serán necesarias, en todo caso lo sería solo dentro de la empresa, que son los únicos que pueden impedir mi nombramiento —sonrió burlonamente ante la mirada atónita de Calisto.
La joven estaba sorprendida, Abner tenía razón e incluso ella ya lo había pensado, sin embargo, eran órdenes explícitas de la mandamás de los Barbaren, Jairo fue muy claro al decirle que debía apegarse al plan tal y como era, podría hacer ajustes pequeños, pero no más.
— ¿Por qué? — preguntó la joven.
Ahora que Abner lo mencionaba, se dio cuenta de que dentro de las personas con la que la abuela quería que el joven se congraciara no había nadie que perteneciera a la empresa o se relaciona con esta de alguna manera. Si en verdad quería posicionar a su nieto, debía comenzar por ellos, pero no era así.
—Te han engañado —señaló Abner con aire socarrón —no quieren que me prepares, ni me instruyas en nada, mucho menos quieren que me conviertas en el superpresidente Barbaren. Estás aquí solo para vigilarme y obligarme a seguir una tonta agenda y ya.
—Por supuesto que no —rebatió Calisto —no trate de confundirme, pierde su tiempo.
Sospechaba que existía algo más detrás de todo aquel absurdo plan en el que se había visto obligada a participar y eventualmente lo descubriría, pero por ahora, debía seguir las indicaciones.
—Admito que tiene lógica tu conclusión, sin embargo, estoy segura de que tu abuela tiene sus razones, así que nos apegaremos al plan tal y como está.
—No tenemos por qué hacerlo, ¿sabes?, solo somos tú y yo, podemos llegar a un acuerdo que nos beneficie a ambos —Abner sonaba ante Calisto como todo un embaucador —estás aquí por el dinero ¿cierto?, digo, no veo qué beneficio profesional te vaya a traer ser mi niñera —se mofó —yo finjo hacer todo lo que mi abuela quiere, recupero mi fortuna y te doy el doble de lo que ella te prometió, los dos salimos ganando —propuso adoptando una apostura triunfadora.
«No es tan imbécil como pensaba, al parecer razona y es buen estratega» observó la joven para sí misma «debo estar alerta con él, bien dicen, el enemigo que subestimas el que te mata» pensó.
—Ética profesional — respondió ella tajante —me pidieron asesorarlo y eso es lo que voy a hacer, los planes que su familia tenga para usted son su problema, joven.
Abner no hizo más que sonreír, la verdad es que nunca creyó que lograra convencerla, su verdadera intención era sembrar en ella la duda y supo que lo había conseguido cuando ella por un instante lo tuteó, bajó la guardia por un instante.
«Ya te tengo arpía, voy a jugar con tu mente hasta que salgas huyendo» se regodeó.
—Bien, bien —dijo él, fingiéndose derrotado —entonces, ¿con qué comenzamos?
—El primer evento del fin de semana es con Aston Leroy —comenzó a explicar Calisto —organiza una gala benéfica para ancianos desprotegidos. Tendrá que hacer presencia y ofrecerle públicamente el apoyo de BBN…
—No puedo hacerlo —la interrumpió Abner —quita ese evento de la lista.
— ¿Qué?, ¿por qué? —inquirió Calisto visiblemente molesta.
—Desvirgue a su hija —soltó Abner sin más.
— ¿Cómo?
— ¿Quieres los detalles?, ¡vaya!, eres de mente sucia, ya comienzas agradarme.
— ¡Sabe a qué me refiero! —sentenció ella.
—Ya lo dije, tuve mis queveres con su adorada hija, el hombre me odia, así que no podemos ir —explicó encogiéndose de hombros.
—Bueno, esta es la oportunidad para arreglar lo que sucedió hace tiempo, errores de juventud, supongo —Calisto sacó conclusiones demasiado rápido.
—De hecho, fue hace un par de meses, ella se estaba guardando para el matrimonio y su príncipe azul, ya sabes esas mierdas.
— ¡Dios santo! —exclamó Calisto.
—Aston quería que me casara con ella y respondiera por mi error, obviamente me negué así que…
—Bien, bien, aun así… en el evento estarán otras personas importantes que podemos aprovechar para saludar, por ejemplo, la señora Lena Brown.
—Me acosté con ella, fuimos amantes unos días… no terminó bien — Abner dejó con la boca abierta a Calisto.
—El señor Milton…
—Golpee a su hijo.
—Taylor Santos…
—Dije públicamente que era Gay y me demandó por difamación… en mi defensa, si lo es.
— ¿Hay alguien a quien no le haya causado problemas? — preguntó Calisto entrando en pánico.
—A ver… muéstrame la lista — pidió Abner extendiendo su mano hacia ella.
No muy segura, Calisto accedió a mostrársela.
—Este no… este tampoco… ¡Uf!, este ni de chiste, me mataría — decía el joven mientras repasaba los nombres en aquella hoja — ¡Oh!, a ella no la conozco — anunció señalando un nombre.
—Marina Levyn es el nombre de la sala donde será el evento.
Toda la paciencia de Calisto se había ido al carajo.
«Para limpiar su imagen tendría que volver a nacer» se dijo a sí misma.
— ¡Ups!, es una lástima… tendremos que esperar al próximo —exclamó Abner.
Cuanto deseaba Calisto poder borrarle esa sonrisa socarrona de un puñetazo.
—Como dije, será una oportunidad para enmendar sus errores, aprovecharemos el evento para que se disculpe.
— ¡Claro que no!, Abner Barbaren no pide disculpas jamás —sentenció él.
—Pues vaya practicando, porque este fin de semana lo hará y por lo visto, muchas veces —rebatió Calisto. —Escribiremos algunas líneas para que las vaya memorizando, no buscará entablar conversación con nadie directamente, esperaremos a que se acerquen a usted.
— ¿Estás hablando en serio?, en cuanto ponga un pie ahí nos van a linchar, es más, dudo que me dejen entrar.
—Corrección, lo van a linchar a usted, yo fingiré que no lo conozco.
—Aparte de bruja, traidora —señaló entre dientes Abner.
— ¿Disculpe?
—Nada, nada… repasemos los eventos de nuevo.
Así transcurrió todo el día para aquel par, discutiendo sobre las actividades marcadas para Abner. Era una estira y afloja, Calisto presionaba y Abner se negaba.
Era obvio que el heredero Barbaren no tenía ninguna intención de seguir indicaciones, mucho menos órdenes, Calisto estaba llegando a su límite, todo el día perdido en nada, a todo lo que ella decía, Abner le encontraba una salida, aquello hacía imposible que ella cumpliera con su deber.
No le importaba en lo más mínimo que Abner lograra ser lo que su abuela quería y aprovecharía cualquier oportunidad para deshacerse de él, pero no podía hacerlo así como así, tenía que hacer parecer que era culpa de él.
No creyó que fuera tan difícil lograrlo, Abner sorpresivamente resultó ser astuto y al igual que ella, era consciente de que no podía librarse de las condiciones de su abuela sin por lo menos hacerle pensar que lo había intentado.
El sonido del timbre interrumpió sus interminables discusiones.
—Están tocando —anunció Abner.
—Sí, ya escuché —dijo ella.
— ¿No piensas abrir? —señaló él.
— ¿Por qué lo haría? — inquirió ella —es su casa, abra usted —agregó con indiferencia.
Abner se puso de pie de mala gana.
—Dame paciencia, Dios. Antes de que la ahorque —decía entre dientes mientras se dirigía a la puerta.
— ¡Abner!, ¡amigo!, ¿estás bien?, ¿dónde está?, ¿lograste librarte de ella? —Kenzo comenzó a bombardear a su amigo con preguntas, sin percatarse de que Calisto estaba justo en la estancia — ¡he venido a salvarte!
—Es un poco tarde, ¿no crees? —reclamó Abner.
— ¡Lo siento!, me ocupé más tiempo de lo que pensaba en la clínica —se defendió su amigo —y bien, ¿dónde está esa mujer malvada que te está torturando?
— ¿Eres ciego? — inquirió Abner con sarcasmo, al mismo tiempo que dirigió su mirada hacia Calisto, quien decidió ignorarlos y continuaba buscando la manera de que Abner se presentara en los eventos, sin ser agredido por algún resentido.
— ¡Oh por Dios! —exclamó su amigo al notar la presencia de Calisto —pero si es un corderito, Abner, ¡eres un exagerado!, esa cosita es inofensiva —chilló Kenzo.
— Jamás entenderé tu fascinación por las cosas espeluznantes —señaló Abner, luego volteó hacia ella — Calisto, tráenos algo de beber —pidió.
—Tiene manos, hágalo usted mismo, no soy su sirvienta —rezongó Calisto sin apartar la mirada de su trabajo.
— ¡Es adorable! —Kenzo se acercó a Calisto emocionado. — ¡Buenas noches, señorita! — la saludó.
—Buenas noches, joven.
—Kenzo, Kenzo Alcot — se apresuró a decir.
La sonrisa en su rostro incomodó un poco a Calisto.
—Mucho gusto señor Alcot.
— ¡No, no!, llámame Kenzo, nada de señor, soy amigo de Abner, significa que también soy tu amigo.
—El joven y yo no somos amigos — aseveró Calisto.
—Trabaja para mí — intervino Abner.
—Trabajo para su abuela, que me contrató para educarlo —atacó Calisto.
— ¡La quiero!, ¿me la prestas unos días? — Kenzo se dirigió a Abner, estaba fascinado con Calisto.
Las chicas que los rodeaban le parecían tan vacías, siempre sonrientes y dispuestas a hacer lo que ellos quisieran, pero aquella chica frente a él era completamente diferente, manifestaba una personalidad fuerte, decidida, decía lo que pensaba, sin filtro, no había nada más excitante para Kenzo que eso.
—Es toda tuya — respondió Abner sin dudar.
—No me sorprende que sean amigos — refunfuño Calisto. —Lo siento Señor Alcot, no soy un objeto que se pueda prestar, estoy aquí por trabajo y por hoy ya he terminado, es hora de irme…
— ¡Por fin! — dijo Abner sin disimulo.
—Nos vemos mañana —Calisto lo miraba de mala gana.
—Abner, tráeme un whisky por favor —pidió Kenzo.
Abner torció los ojos antes de cumplir la petición de su amigo.
—Lo siento si te asusté — se disculpó con Calisto —soy psiquiatra y tiendo a evaluar la personalidad de las personas en cuanto las conozco… un mal hábito, lo sé —explicó. —Muy pocas veces he tenido la fortuna de conocer a alguien con un carácter como el tuyo —el joven acomodó un mechón de su cabello rubio tras la oreja.
«¿Psiquiatra?, más bien parece loco» pensó Calisto «no sé por qué me sorprende, nadie que sea amigo de Abner debe ser normal»
—No se preocupe, no me asusto con facilidad —Calisto tomó sus cosas y se dispuso a salir.
— ¿Nos veremos pronto, señorita…?
—Melker — dijo ella.
—Melker, qué bien, ¿y tu nombre? — quiso saber Kenzo.
— ¿No te ibas ya? —hablo Abner de mala gana.
—Con gusto señor Alcot, nos vemos mañana, muy, muy temprano —dijo mientras miraba amenazante a Abner.
—Dara, ¿qué haces ahí? —la chica levantó la vista y sus profundos ojos azules resplandecieron al ver a su amiga aparecer frente a ella.— ¡Esperándote!, ¿qué más estaría haciendo afuera de tu apartamento? —respondió con una enorme sonrisa.— ¡Lo siento!, las cosas se complicaron un poco —se defendió Calisto.—Abre la puerta primero y ahorita me cuentas todo, muero de frío.— ¿Frío? —pero si ya estamos en primavera.—Sabes que soy sensible al clima y hoy el viento está particularmente helado.—Querrás decir fresco.—Anda, abre y deja de darme la contraria —demandó la chica de cabello lila.— ¡Está bien, está bien!, entremos — Calisto colocó sus cosas en el suelo para abrir la puerta de su departamento, esta necesitaba un poco de fuerza para abrir.Aseguraba que no la reparaba porque funcionaba como un seguro contra delincuentes, no cualquiera podría abrirla sin saber el truco de cómo hacerlo, pero la verdad es que nunca ajustaba con su sueldo para mandarla reparar.— ¡Hogar, dulce hoga
— ¿De verdad le seguirás el juego a tu abuela? —Cuestionó Kenzo a Abner—¿No es más fácil para ti, tomar el control de BBN y ya?—En cuanto me declaren presidente perderé mi libertad, deseo disfrutarla un poco más —respondió Abner con seriedad.—A mí no me engañas, tienes algo planeado, ¿cierto? —Los ojos oscuros de Ilan se clavaron en él.—Por el momento, aguantar a la loca que me pusieron de niñera —al decir esto, Abner tomó su copa y se la terminó de un solo trago.—La chica es inofensiva, ¿por qué te ensañas tanto con ella? —cuestionó Kenzo.— ¿Ya la conociste? —Ilan lanzó la pregunta a este último.—Esta mañana.— ¿Y, cómo es? El par de amigos se envolvieron en una plática sobre Calisto, olvidando por completo la presencia de Abner.—Es fascinante —aseguró Kenzo ante la mirada incrédula de Abner.—Entonces, ¿es bonita?— ¡Es horrenda!, ¡hasta el diablo sentiría escalofríos de solo verla! — Intervino Abner.—La belleza es subjetiva, querido.— ¡Exacto!, la encuentras fascinante p
Esa frase que dice: “Después de la tempestad viene la calma”, era todo lo contrario a la etapa por la que atravesaban Calisto y Abner. Para esos dos la tormenta apenas se aproximaba. Tras el disturbio en el departamento del joven heredero, por el que fue a dar a la cárcel junto con sus amigos, este se mantenía sorprendentemente dócil y obediente.Escuchaba con atención todo lo que Calisto le enseñaba e incluso llevaba a cabo las tareas que ella le mandaba, sin rechistar.La joven deseaba ser optimista y creer que el escarmiento que le dio mandándolo a arrestar, había funcionado para calmarlo, sin embargo, un sexto sentido la obligaba a desconfiar y mantenerse alerta, al fin de cuentas, solo había pasado un par de días desde aquello.—Pídeles a tus amigos que no interrumpan nuestras clases —demandó ella antes de retirarse.Ese día Kenzo e Ilan se la pasaron en el departamento y el hecho de que ambos no le quitaban la vista de encima, haciéndola sentir una atracción de circo, no era el
— ¡Te dije que no funcionaría! —se quejaba Abner.—Habría funcionado si te hubieras disculpado sin una sonrisa burlona en la cara y hubieras sido un poco más serio y sincero. ¡Era evidente que te estabas burlando de él! —rebatió la joven, mientras le curaba las heridas del rostro.Durante el evento, Abner tenía que disculparse con el anfitrión por haberle robado la virtud a su hija y no responder como es debido… al menos ese era el plan y el joven Barbaren siguió con ello, no obstante, la infructuosa disculpa resultó más ofensiva para el agraviado.—Siento mucho lo que pasó. Digo, no es que yo me lleve toda la culpa, ¿cómo iba a saber que era virgen?, en estos tiempos, ¿quién guarda su pureza hasta los 26 años? —habría dicho Abner, desatando la ira del padre y provocando que este se le fuera encima a los golpes.— ¡Les advertí que no era bueno disculpándome!, —dijo él — ¡Aaah!, ¡eso duele! Calisto presionó con fuerza la herida de su labio intencionalmente.— ¡Podías haberte esforzado
A medida que la convivencia entre Calisto y Abner avanzaba, ambos descubrían aspectos del otro que jamás imaginaron, en este caso, Calisto era la sorprendida al darse cuenta de que, el problemático heredero de los Barbaren, no era tan cabeza hueca como ella lo suponía.Tanta fue su sorpresa que incluso todavía estando en casa de Abner, envió un mensaje a Jairo solicitando el currículum académico del joven, usando la excusa de que quería saber qué tanto conocimiento tenía él, para poder partir de ahí con sus clases.Jairo pareció conforme con la explicación de ella y no tardó en enviarle la información solicitada. Calisto hizo acopio de toda su paciencia para no abrir ahí mismo los documentos, tenía que hacerlo hasta estar en su casa, no podía arriesgarse a que Abner la descubriera.Ese día fue eterno para ella, al terminar su jornada, salió corriendo del lugar, dejando a Abner y sus amigos un poco confundidos por su actitud.—Sí que la sorprendiste, — señaló Ilan —salió corriendo.—Te
NINGUNO DEBERÍA ESTAR AHÍ—A veces se me olvida que tú también perteneces a este mundo —dijo Calisto al ver la elegancia del evento.—Yo me pertenezco a mí misma, amiga —respondió Dara. —Esto no me define —agregó encogiéndose de hombros.Dara descendía de un largo y vasto linaje de artistas.En su árbol genealógico había artistas plásticos, críticos de arte, escritores y hasta actores. Su padre había sido un crítico de arte reconocido, sin embargo, desde que él falleció, la joven se negaba a usar su renombre.El peso del apellido era demasiado para ella.—Doy gracias a Dios de que así sea —respondió Calisto sonriente, no pretendía incomodar a su amiga.La ostentosidad de aquella fiesta no iba para nada con el estilo sencillo y cálido de Dara, rara vez ella se involucraba con ese mundo, por ello resultaba un poco extraño.Al ingresar a la fiesta, les dieron una máscara que tendrían que utilizar durante toda la velada. Estas habían sido creadas por el artista que firmaba la exposición y
— ¿Está usted bien? —preguntó Abner con voz cautivadora.—Perdón, ¿qué? —Calisto supo que el hombre, que aún rodeaba su cuerpo de manera protectora, había hablado por el movimiento de sus labios, pero no logró escuchar nada.— ¿Qué si estás bien? —dijo más fuerte Abner, perdiendo la galanura.— ¡Oh!, sí, sí, ¡lo siento! —Calisto se removió incómoda, sin embargo, Abner aunque aflojó su agarre sobre ella, no la soltó.— ¿Estás perdida? —la fuerza de la música obligó a Abner a hablarle a Calisto al oído, cosa que disfrutó de sobremanera, el olor a lilas que expedía la mujer, lo tenía extasiado.—No, ¡vine con una amiga! —gritó ella, evitando acercarse a él. Su aliento le había provocado un extraño escalofrío por toda la espalda. — ¡Estoy buscándola! —agregó.—Puedo acompañarte, esto se está poniendo muy salvaje —la amabilidad de Abner escondía otras intenciones.— ¡Estoy bien, gra…! ¡Ay! —exclamó Calisto al verse arrastrada, junto a Abner, hasta el centro de la pista, por una horda de ch
—Te dejo un momento sola, y te enrollas con el primer hombre que se te cruza por enfrente, ¡Ah!, ¡estoy tan orgullosa de ti, amiga! — dijo Dara.— ¡Shhh!, ¡cállate! —demandó Calisto avergonzada, y mirando de reojo al conductor del taxi.— ¡Por fin dejaste de ser virgen, tenemos que celebrarlo!— ¿Puedes callarte, por favor?, y para tu información, no perdí mi virginidad — aclaró.— ¿Cómo?, —chilló Dara con decepción — ¡tienes 26 años, al paso que vas, llegarás virgen a los 40, amiga!, ¡no, peor!, ¡morirás virgen!... qué decepción —bufó. —Estamos en el siglo XXI, eso de llegar virgen al matrimonio ya no se usa.—Ya lo sé y no soy una mojigata, pero tampoco voy a entregarme a un completo desconocido, en un cuartucho de quinta que quien sabe qué era — rebatió Calisto.— ¿Entonces qué paso?, porque parece que te dieron hasta para llevar, amiga.El rostro de Calisto ardía de vergüenza.—Nos besamos, —Dará la miró incrédula —bueno, me hizo un par de cosas… — admitió con el rostro más rojo q