—Dara, ¿qué haces ahí? —la chica levantó la vista y sus profundos ojos azules resplandecieron al ver a su amiga aparecer frente a ella.
— ¡Esperándote!, ¿qué más estaría haciendo afuera de tu apartamento? —respondió con una enorme sonrisa.
— ¡Lo siento!, las cosas se complicaron un poco —se defendió Calisto.
—Abre la puerta primero y ahorita me cuentas todo, muero de frío.
— ¿Frío? —pero si ya estamos en primavera.
—Sabes que soy sensible al clima y hoy el viento está particularmente helado.
—Querrás decir fresco.
—Anda, abre y deja de darme la contraria —demandó la chica de cabello lila.
— ¡Está bien, está bien!, entremos — Calisto colocó sus cosas en el suelo para abrir la puerta de su departamento, esta necesitaba un poco de fuerza para abrir.
Aseguraba que no la reparaba porque funcionaba como un seguro contra delincuentes, no cualquiera podría abrirla sin saber el truco de cómo hacerlo, pero la verdad es que nunca ajustaba con su sueldo para mandarla reparar.
— ¡Hogar, dulce hogar! — exclamó Calisto dejándose caer sobre su mullido y viejo sofá.
— ¿Un día pesado? — inquirió Dara.
— ¡No te imaginas cuánto!
—Ve a cambiarte, mi madre te envío un poco de su delicioso estofado, lo calentaré mientras tanto.
— ¡Tu madre es una santa! — chillo Calisto al mismo tiempo que se ponía de pie para ir a su habitación a cambiarse de ropa.
— ¡Lo sé, lo sé! — respondió su amiga quien ya maniobraba con la comida en la cocina.
El departamento de Calisto era pequeño, bastaba con dar un paso para llegar de la estancia a la cocina, no tenía muchos muebles, así que no representaba problema para ella, se justificaba diciendo que era práctico y cómodo.
Una pequeña mesa en color blanco desgastado, con apenas tres sillas, ocupaba la mitad del espacio en la cocina, mientras que la sala solo estaba adornada por el viejo sofá y la televisión en la pared frente a él, un par de mesas a los costados y ya.
Al cabo de unos minutos, Calisto regresó enfundada en un desgastado pantalón de chándal y una sudadera demasiado grande para ella, el cabello lo llevaba suelto, sus ondas rebeldes le caían sobre la espalda.
—El chongo me estaba provocando migraña — masajeó su cuero cabelludo para ayudar a quitar la tensión en él.
—Toma — dijo su amiga poniendo sobre la mesa un tazón con el humeante estofado dentro de él — ¿soda?
— ¡Por favor!, huele delicioso… — Calisto tomó asiento saboreando el estofado aun sin probar, el olor de aquel sencillo, pero exquisito platillo, le abrió el apetito. La insípida ensalada que tuvo que compartir con Abner no la había saciado para nada.
Dara sirvió también un poco para ella, tomó dos sodas del refrigerador y se sentó frente a su amiga.
— ¿Volviste a saltarte las comidas? — preguntó con preocupación.
— No, pero solo pude comer un poco de ensalada —respondió Calisto.
Su amiga la miró con duda.
— ¿Mucho trabajo?
—No fue eso… fue complicado, pero no por la carga de trabajo. Abner es algo pesado, cerca de él a cualquiera se le va el hambre —explicó.
— ¿Te insultó? —quiso saber Dara.
—No, al menos no en mi cara, ni en voz alta. Ojalá lo hubiera hecho para librarme de él.
—Sabes que no tienes por qué hacer esto, solo di que no y listo.
—No fue tan malo como lo pensé —aseguró Calisto —sigo pensando que intentar llevarlo por buen camino es cosa perdida, sin embargo, necesito el dinero.
—No, no es así, no lo necesitas Cali —señaló su amiga.
—Mis deudas no se pagarán solas —rebatió ella.
—Dirás las deudas de tu madre —aseveró Dara.
—Por favor Dara, no empecemos con eso, el estofado está muy bueno, disfrutémoslo, ¿sí? —pidió Calisto.
— ¡Es muy injusto! —Dará no pensaba dejarlo pasar, le frustraba cómo su amiga se partía la espalda por pagar deudas que no eran más que el resultado de las estafas de su madre. —Trabajas en la mejor empresa del mundo y vives como pordiosera.
Las palabras de Dara eran duras, sin embargo, necesarias.
— ¡Estoy ahorrando! —se defendió Calisto.
— ¡Llevas años ahorrando!, era para que ya tuvieras una mansión en Dubai. Sé realista amiga, no te compras ropa, vives al día y todo por culpa de tu madre. ¡Déjala que haga frente a sus problemas!, ella misma se lo ha buscado.
—Con este trabajo podré salir de todo eso al fin — aseguró Calisto.
—Eso crees tú, mañana aparecerá tu madre con una nueva demanda que tendrás que pagar —señaló Dara.
—No será así, eso terminó.
—Mientras siga estafando personas, esto no va a terminar, Cali.
—No e****a personas, daba consultas y ya no lo hace…
— ¿Qué hace ahora? — preguntó su amiga poco convencida de las explicaciones de Calisto.
—Da clases de reiki o algo así… — respondió.
—De verdad espero que así sea, no vale la pena que te sacrifiques tanto por ella, se supone que los padres deben cuidar de nosotros, no al revés.
—Tranquila o te va a caer mal el estofado. ¡Anda, come!, todo está fríamente calculado, no te estreses — la animó Calisto.
Aunque ese ánimo no alcanzaba para ella misma. Dara tenía razón, estaba harta de cargar con los problemas que las ocurrencias de su madre ocasionaban.
La madre de Calisto se definía como un alma libre, aunque era más bien como una hippie que nunca superó su etapa esotérica. Siempre fue aficionada de la astrología, tomó un par de cursos de lectura de cartas y leyó unos cuantos libros sobre la sanación del cuerpo con la energía del universo.
Eso bastó para que se creyera doctora, montó un consultorio y recetó un sin fin de tratamientos que ni siquiera estaban avalados. Eso le trajo varias demandas que Calisto terminó pagando, con tal de que su madre no terminara en prisión.
La pobre chica solo trabajaba para eso. Su vida y su juventud se le estaban yendo en arreglar la vida de su madre, bien lo dijo Dara, era toda una injusticia.
—Y, ¿cómo es? —preguntó Dara en medio de su plática.
—Ya te lo dije, un completo imbécil, súper arrogante — respondió su amiga.
—No, ¿cómo es físicamente? Vi unas fotos suyas en internet y en la mayoría sale ebrio o pelando, aunque aun así se ve guapo.
Calisto la miró con una ceja alzada.
—No me mires así, que no me incline por el género masculino, no significa que no sepa apreciar la belleza de un hombre.
—Pues si es atractivo, alto, fornido… su piel es más clara en persona, no entiendo cómo es que, aunque bebe mucho, se conserva tan bien el muy maldito —señaló Calisto.
—Menos mal que tú te fijas más en la personalidad que en el físico, amiga —se burló Dara.
—Pues así es, lo guapo no le quita lo tarado. Además, he visto hombres más guapos.
—Ah, ¿sí?, ¿quién? Y no ni digas que el vejete de Jairo, ese señor no cuenta.
—Su amigo Kenzo —respondió de inmediato Calisto.
— ¿Amigo de quién?
—De Abner. Hoy fue a visitarlo y es muy guapo, alto, delgado, rubio, ojos verdes, cabello largo tipo lord Farquaad de Shrek, pero bien arreglado, tiene la nariz respingada y los labios pequeños…
— ¿Pero? —preguntó su amiga — ¡vamos, Cali!, se nota a leguas que el tipo no te cayó bien del todo, aunque lo describas como un adonis —rezongó Dara.
— Es muy raro, me veía como si fuera una extraña pieza antigua que acababa de desenterrar. Dijo que era psiquiatra, aunque yo creo que parece más un loco que un doctor.
—Bueno, dicen que para ser psiquiatra se debe estar un poco loco.
—Sí, pero a él creo que le sobra locura, y más siendo amigo de Abner.
—Ese Abner puede que sea problemático, sin embargo, no me da la impresión de que sea mala persona.
—Ni siquiera lo conoces.
—Siento sus vibras.
— ¿Sus vibras?, ¿y te quejas de mi madre y sus charlatanerías?
Las carcajadas de Dara sonaron por todo el departamento.
—Cali, prométeme que si ese trabajo se vuelve insoportable lo dejarás. No te aguantes, y si el tal Abner se atreve a insultarte o tratarte mal, le romperás la cara.
—No te preocupes, ya le quedó muy claro que conmigo no le funcionan sus trucos baratos y que le daré batalla.
— ¡Esa es mi amiga!
— ¿Cuándo te he decepcionado? —preguntó Calisto.
— ¡Nunca, nunca! — aseguró Dara —busquemos una película antes de dormir.
— Claro.
Diez minutos después Calisto ya estaba roncando sobre el regazo de su amiga, estar todo el día junto Abner la había dejado exhausta mentalmente.
— ¿De verdad le seguirás el juego a tu abuela? —Cuestionó Kenzo a Abner—¿No es más fácil para ti, tomar el control de BBN y ya?—En cuanto me declaren presidente perderé mi libertad, deseo disfrutarla un poco más —respondió Abner con seriedad.—A mí no me engañas, tienes algo planeado, ¿cierto? —Los ojos oscuros de Ilan se clavaron en él.—Por el momento, aguantar a la loca que me pusieron de niñera —al decir esto, Abner tomó su copa y se la terminó de un solo trago.—La chica es inofensiva, ¿por qué te ensañas tanto con ella? —cuestionó Kenzo.— ¿Ya la conociste? —Ilan lanzó la pregunta a este último.—Esta mañana.— ¿Y, cómo es? El par de amigos se envolvieron en una plática sobre Calisto, olvidando por completo la presencia de Abner.—Es fascinante —aseguró Kenzo ante la mirada incrédula de Abner.—Entonces, ¿es bonita?— ¡Es horrenda!, ¡hasta el diablo sentiría escalofríos de solo verla! — Intervino Abner.—La belleza es subjetiva, querido.— ¡Exacto!, la encuentras fascinante p
Esa frase que dice: “Después de la tempestad viene la calma”, era todo lo contrario a la etapa por la que atravesaban Calisto y Abner. Para esos dos la tormenta apenas se aproximaba. Tras el disturbio en el departamento del joven heredero, por el que fue a dar a la cárcel junto con sus amigos, este se mantenía sorprendentemente dócil y obediente.Escuchaba con atención todo lo que Calisto le enseñaba e incluso llevaba a cabo las tareas que ella le mandaba, sin rechistar.La joven deseaba ser optimista y creer que el escarmiento que le dio mandándolo a arrestar, había funcionado para calmarlo, sin embargo, un sexto sentido la obligaba a desconfiar y mantenerse alerta, al fin de cuentas, solo había pasado un par de días desde aquello.—Pídeles a tus amigos que no interrumpan nuestras clases —demandó ella antes de retirarse.Ese día Kenzo e Ilan se la pasaron en el departamento y el hecho de que ambos no le quitaban la vista de encima, haciéndola sentir una atracción de circo, no era el
— ¡Te dije que no funcionaría! —se quejaba Abner.—Habría funcionado si te hubieras disculpado sin una sonrisa burlona en la cara y hubieras sido un poco más serio y sincero. ¡Era evidente que te estabas burlando de él! —rebatió la joven, mientras le curaba las heridas del rostro.Durante el evento, Abner tenía que disculparse con el anfitrión por haberle robado la virtud a su hija y no responder como es debido… al menos ese era el plan y el joven Barbaren siguió con ello, no obstante, la infructuosa disculpa resultó más ofensiva para el agraviado.—Siento mucho lo que pasó. Digo, no es que yo me lleve toda la culpa, ¿cómo iba a saber que era virgen?, en estos tiempos, ¿quién guarda su pureza hasta los 26 años? —habría dicho Abner, desatando la ira del padre y provocando que este se le fuera encima a los golpes.— ¡Les advertí que no era bueno disculpándome!, —dijo él — ¡Aaah!, ¡eso duele! Calisto presionó con fuerza la herida de su labio intencionalmente.— ¡Podías haberte esforzado
A medida que la convivencia entre Calisto y Abner avanzaba, ambos descubrían aspectos del otro que jamás imaginaron, en este caso, Calisto era la sorprendida al darse cuenta de que, el problemático heredero de los Barbaren, no era tan cabeza hueca como ella lo suponía.Tanta fue su sorpresa que incluso todavía estando en casa de Abner, envió un mensaje a Jairo solicitando el currículum académico del joven, usando la excusa de que quería saber qué tanto conocimiento tenía él, para poder partir de ahí con sus clases.Jairo pareció conforme con la explicación de ella y no tardó en enviarle la información solicitada. Calisto hizo acopio de toda su paciencia para no abrir ahí mismo los documentos, tenía que hacerlo hasta estar en su casa, no podía arriesgarse a que Abner la descubriera.Ese día fue eterno para ella, al terminar su jornada, salió corriendo del lugar, dejando a Abner y sus amigos un poco confundidos por su actitud.—Sí que la sorprendiste, — señaló Ilan —salió corriendo.—Te
NINGUNO DEBERÍA ESTAR AHÍ—A veces se me olvida que tú también perteneces a este mundo —dijo Calisto al ver la elegancia del evento.—Yo me pertenezco a mí misma, amiga —respondió Dara. —Esto no me define —agregó encogiéndose de hombros.Dara descendía de un largo y vasto linaje de artistas.En su árbol genealógico había artistas plásticos, críticos de arte, escritores y hasta actores. Su padre había sido un crítico de arte reconocido, sin embargo, desde que él falleció, la joven se negaba a usar su renombre.El peso del apellido era demasiado para ella.—Doy gracias a Dios de que así sea —respondió Calisto sonriente, no pretendía incomodar a su amiga.La ostentosidad de aquella fiesta no iba para nada con el estilo sencillo y cálido de Dara, rara vez ella se involucraba con ese mundo, por ello resultaba un poco extraño.Al ingresar a la fiesta, les dieron una máscara que tendrían que utilizar durante toda la velada. Estas habían sido creadas por el artista que firmaba la exposición y
— ¿Está usted bien? —preguntó Abner con voz cautivadora.—Perdón, ¿qué? —Calisto supo que el hombre, que aún rodeaba su cuerpo de manera protectora, había hablado por el movimiento de sus labios, pero no logró escuchar nada.— ¿Qué si estás bien? —dijo más fuerte Abner, perdiendo la galanura.— ¡Oh!, sí, sí, ¡lo siento! —Calisto se removió incómoda, sin embargo, Abner aunque aflojó su agarre sobre ella, no la soltó.— ¿Estás perdida? —la fuerza de la música obligó a Abner a hablarle a Calisto al oído, cosa que disfrutó de sobremanera, el olor a lilas que expedía la mujer, lo tenía extasiado.—No, ¡vine con una amiga! —gritó ella, evitando acercarse a él. Su aliento le había provocado un extraño escalofrío por toda la espalda. — ¡Estoy buscándola! —agregó.—Puedo acompañarte, esto se está poniendo muy salvaje —la amabilidad de Abner escondía otras intenciones.— ¡Estoy bien, gra…! ¡Ay! —exclamó Calisto al verse arrastrada, junto a Abner, hasta el centro de la pista, por una horda de ch
—Te dejo un momento sola, y te enrollas con el primer hombre que se te cruza por enfrente, ¡Ah!, ¡estoy tan orgullosa de ti, amiga! — dijo Dara.— ¡Shhh!, ¡cállate! —demandó Calisto avergonzada, y mirando de reojo al conductor del taxi.— ¡Por fin dejaste de ser virgen, tenemos que celebrarlo!— ¿Puedes callarte, por favor?, y para tu información, no perdí mi virginidad — aclaró.— ¿Cómo?, —chilló Dara con decepción — ¡tienes 26 años, al paso que vas, llegarás virgen a los 40, amiga!, ¡no, peor!, ¡morirás virgen!... qué decepción —bufó. —Estamos en el siglo XXI, eso de llegar virgen al matrimonio ya no se usa.—Ya lo sé y no soy una mojigata, pero tampoco voy a entregarme a un completo desconocido, en un cuartucho de quinta que quien sabe qué era — rebatió Calisto.— ¿Entonces qué paso?, porque parece que te dieron hasta para llevar, amiga.El rostro de Calisto ardía de vergüenza.—Nos besamos, —Dará la miró incrédula —bueno, me hizo un par de cosas… — admitió con el rostro más rojo q
EL PODER DE UN BESO—Señorita Melker, ¡buenos días! —Saludó Gala Barbaren — ¿Dónde está mi nieto?—Buen día, señora. Está por llegar —aseguró la joven.Un día antes acordaron que se verían en la reunión, Calisto fue muy precisa al explicarle la importancia de verse con algunos de los miembros de la junta directiva para buscar una alianza, y que estos respalden su nombramiento.—Esperaba que aprendiera la lección, sobre todo después de lo que pasó en la gala —señaló con dureza la anciana Barbaren.— ¿Disculpe? —preguntó Calisto confundida.—Mi nieto no es alguien con quien se puede bajar la guardia, confío en que no porque haya mostrado un poco de interés en la compañía, usted crea que ya lo tiene sometido.—Le aseguró que estoy plenamente consciente de eso, señora —aseguró la joven.—No, no lo está. De ser así, mi nieto ya estaría aquí.—Él está a punto de llegar.Gala Barbaren suspiró, frustrada.—Él no va a llegar, — exclamó — conozco a mi nieto mejor que nadie y sé que no vendrá y