A medida que la convivencia entre Calisto y Abner avanzaba, ambos descubrían aspectos del otro que jamás imaginaron, en este caso, Calisto era la sorprendida al darse cuenta de que, el problemático heredero de los Barbaren, no era tan cabeza hueca como ella lo suponía.Tanta fue su sorpresa que incluso todavía estando en casa de Abner, envió un mensaje a Jairo solicitando el currículum académico del joven, usando la excusa de que quería saber qué tanto conocimiento tenía él, para poder partir de ahí con sus clases.Jairo pareció conforme con la explicación de ella y no tardó en enviarle la información solicitada. Calisto hizo acopio de toda su paciencia para no abrir ahí mismo los documentos, tenía que hacerlo hasta estar en su casa, no podía arriesgarse a que Abner la descubriera.Ese día fue eterno para ella, al terminar su jornada, salió corriendo del lugar, dejando a Abner y sus amigos un poco confundidos por su actitud.—Sí que la sorprendiste, — señaló Ilan —salió corriendo.—Te
NINGUNO DEBERÍA ESTAR AHÍ—A veces se me olvida que tú también perteneces a este mundo —dijo Calisto al ver la elegancia del evento.—Yo me pertenezco a mí misma, amiga —respondió Dara. —Esto no me define —agregó encogiéndose de hombros.Dara descendía de un largo y vasto linaje de artistas.En su árbol genealógico había artistas plásticos, críticos de arte, escritores y hasta actores. Su padre había sido un crítico de arte reconocido, sin embargo, desde que él falleció, la joven se negaba a usar su renombre.El peso del apellido era demasiado para ella.—Doy gracias a Dios de que así sea —respondió Calisto sonriente, no pretendía incomodar a su amiga.La ostentosidad de aquella fiesta no iba para nada con el estilo sencillo y cálido de Dara, rara vez ella se involucraba con ese mundo, por ello resultaba un poco extraño.Al ingresar a la fiesta, les dieron una máscara que tendrían que utilizar durante toda la velada. Estas habían sido creadas por el artista que firmaba la exposición y
— ¿Está usted bien? —preguntó Abner con voz cautivadora.—Perdón, ¿qué? —Calisto supo que el hombre, que aún rodeaba su cuerpo de manera protectora, había hablado por el movimiento de sus labios, pero no logró escuchar nada.— ¿Qué si estás bien? —dijo más fuerte Abner, perdiendo la galanura.— ¡Oh!, sí, sí, ¡lo siento! —Calisto se removió incómoda, sin embargo, Abner aunque aflojó su agarre sobre ella, no la soltó.— ¿Estás perdida? —la fuerza de la música obligó a Abner a hablarle a Calisto al oído, cosa que disfrutó de sobremanera, el olor a lilas que expedía la mujer, lo tenía extasiado.—No, ¡vine con una amiga! —gritó ella, evitando acercarse a él. Su aliento le había provocado un extraño escalofrío por toda la espalda. — ¡Estoy buscándola! —agregó.—Puedo acompañarte, esto se está poniendo muy salvaje —la amabilidad de Abner escondía otras intenciones.— ¡Estoy bien, gra…! ¡Ay! —exclamó Calisto al verse arrastrada, junto a Abner, hasta el centro de la pista, por una horda de ch
—Te dejo un momento sola, y te enrollas con el primer hombre que se te cruza por enfrente, ¡Ah!, ¡estoy tan orgullosa de ti, amiga! — dijo Dara.— ¡Shhh!, ¡cállate! —demandó Calisto avergonzada, y mirando de reojo al conductor del taxi.— ¡Por fin dejaste de ser virgen, tenemos que celebrarlo!— ¿Puedes callarte, por favor?, y para tu información, no perdí mi virginidad — aclaró.— ¿Cómo?, —chilló Dara con decepción — ¡tienes 26 años, al paso que vas, llegarás virgen a los 40, amiga!, ¡no, peor!, ¡morirás virgen!... qué decepción —bufó. —Estamos en el siglo XXI, eso de llegar virgen al matrimonio ya no se usa.—Ya lo sé y no soy una mojigata, pero tampoco voy a entregarme a un completo desconocido, en un cuartucho de quinta que quien sabe qué era — rebatió Calisto.— ¿Entonces qué paso?, porque parece que te dieron hasta para llevar, amiga.El rostro de Calisto ardía de vergüenza.—Nos besamos, —Dará la miró incrédula —bueno, me hizo un par de cosas… — admitió con el rostro más rojo q
EL PODER DE UN BESO—Señorita Melker, ¡buenos días! —Saludó Gala Barbaren — ¿Dónde está mi nieto?—Buen día, señora. Está por llegar —aseguró la joven.Un día antes acordaron que se verían en la reunión, Calisto fue muy precisa al explicarle la importancia de verse con algunos de los miembros de la junta directiva para buscar una alianza, y que estos respalden su nombramiento.—Esperaba que aprendiera la lección, sobre todo después de lo que pasó en la gala —señaló con dureza la anciana Barbaren.— ¿Disculpe? —preguntó Calisto confundida.—Mi nieto no es alguien con quien se puede bajar la guardia, confío en que no porque haya mostrado un poco de interés en la compañía, usted crea que ya lo tiene sometido.—Le aseguró que estoy plenamente consciente de eso, señora —aseguró la joven.—No, no lo está. De ser así, mi nieto ya estaría aquí.—Él está a punto de llegar.Gala Barbaren suspiró, frustrada.—Él no va a llegar, — exclamó — conozco a mi nieto mejor que nadie y sé que no vendrá y
— ¿Por qué esa cara tan larga? — preguntó Kenzo a Abner quien mostraba un aire pensativo, no muy común en él. —Estabas muy animado por tu chica enmascarada, ¿ya se te pasó el efecto?Pronto la mente de Abner que había estado enfocada en el beso con Calisto y lo que esto provocó en él, vio una luz al final de túnel.Lo que esa joven misteriosa le hizo sentir, era igual a lo que sintió al besar a Calisto, por lo que decidió poner en práctica aquel dicho que un clavo saca otro clavo.Una alternativa demasiado inocente a decir verdad.— ¿Ya no quieres saber quién es? —cuestionó Kenzo al ver que Abner seguía perdido en sus pensamientos.— ¿Ya la encontraron? —preguntó con ansias.—No, cálmate hombre. Lo pregunto porque Ilan está vuelto loco buscándola, se decepcionará mucho si de pronto, ya no quieres encontrarla —explicó Kenzo.—Necesito encontrarla, ahora más que nunca —dijo Abner, más para él que para su amigo.— ¿Por qué? —la actitud de Abner provocaba demasiada curiosidad en Kenzo, él
Con la firme convicción de que la revolución de sentimientos se debía a su encuentro con el hombre misterioso, al no estar acostumbrada a ese tipo de relaciones fugaces, Calisto se plantó en el departamento de Abner. Afortunadamente, él no estaba cuando ella llegó, eso le dio oportunidad de mentalizarse y prepararse para su reacción.Al no querer invadir su privacidad, la joven esperó a Abner en la sala.Aunque el asistente de la señora Gala le había dicho que podía instalarse en cualquiera de las habitaciones de aquel lujoso y enorme penthouse, ella decidió no hacerlo hasta que Abner llegara.Estaba segura de que la noticia de que tendrían que vivir juntos algunas semanas, le caería como bomba y la culparía de todo, aún y cuando era orden de su abuela.Las horas pasaron y pasaron y Abner no llegaba, Calisto terminó quedándose dormida en el sofá, vencida por el cansancio mental.Ya avanzada la madrugada, Abner se dignó a aparecer en su apartamento, sin imaginarse lo que lo aguardaba.
La convivencia diaria no mejoraba en nada la relación entre Calisto y Abner y una densa tensión reinaba en el departamento. Lo único bueno del asunto era que los amigos del chico dejaron de ir tan a menudo como acostumbraban. Podían haberlo sobrellevado, pero después de lo que sucedió, era realmente incómodo, sobre todo por el hecho que ambos iban en contra de un sentimiento que ya se les había arraigado dentro. Se engañaban a sí mismos de manera olímpica. Abner seguía empeñado en encontrar a la chica enmascarada a cómo diera lugar, mientras que cada noche de aquella semana, llevó a casa una mujer distinta y aunque él aseguraba que era para mitigar el deseo ardiente que le provocan los recuerdos de su mujer misteriosa, no era del todo verdad. Al contrario, una vez dentro de su habitación no sucedía nada, el simple hecho de saber que Calisto estaba a unos cuantos pasos lo bloqueaba por completo, su cuerpo se negaba a reaccionar aún y cuando tuviera enfrente a una mujer hermosa y des