Abner no bromeaba cuando aseguró que no le pondría a Calisto nada fácil el camino para hablar con él, ya había pasado una semana y la joven no había podido acercarse ni siquiera él, esté siempre encontraba un pretexto para escaparse.— Me está bloqueando —exclamó con frustración.— Es un tipo muy ocupado — alegó Dara.— Puedo soportar cualquier cosa; pero que tú lo defiendas, definitivamente no es una de ellas — rebatió su amiga.— No lo defiendo, me doy cuenta por Ilan que apenas y tiene tiempo de descansar, se queja muy a menudo que él y Kenzo apenas y lo ven — se excusó Dara.— ¿Dónde está viviendo?, ¿en la mansión Barbaren? — inquirió Calisto.— No convive con su abuela y ella está ahí.— El antiguo departamento.— No, ese lo vendió — Entonces…— No, se deshizo de él — se apresuró a responder Dara, sabía que Calisto se refería al departamento que compartieron juntos.—Oh — exclamó Calisto sintiendo un pequeño pinchazo en su corazón.—Según Ilan, pasa de hotel en hotel, renta por
Su mano temblorosa se encontraba a milímetros de la perilla de la puerta, dudaba de estar haciendo lo correcto y temía por lo que le aguardaba dentro, una sensación de que su vida cambiará por completo tras entrar a aquel departamental revoloteaba por todo su cuerpo y no estaba equivocada.llegó buscando la verdad y una explicación a todo su sufrimiento, ya nada le impedía obtener las respuestas a sus preguntas, solo una puerta se interponía.¿Qué pasaría después?, esa pregunta no la abandonan, se arraigó en su mente con firmeza, ¿qué sucedería con su vida, con la de Abner tras obtener las respuestas que ambos habían estado ansiando con tanto fervor durante casi dos años.Solo pasando aquella puerta lo descubriría, así que no le dio más vueltas al asunto, hizo acopio del poco valor que la acompañaba en aquel momento, tomó la perilla con fuerza y abrió la puerta.Nunca espero que aquel lugar luciera tal cual estaba cuando ella se fue, aun así, jamás imaginó que se viera como ahora, se
El silencio de aquella habitación fue interrumpido por el estruendo de un fuerte golpe, Calisto estrelló su mano en el rostro de Abner con todas las fuerzas de las que era capaz.— ¡Me crees estúpida!, ¡en serio Abner!, ¡cuando vas a dejar de burlarte de mí! — reclamó histérica — ¡crees que no me daría cuenta si estoy casada! tú y yo no estamos casados — espetó con los dientes apretados.Pese a que su mejilla ardía de dolor por el golpe, Abner sonreía triunfante, orgulloso de poder al fin decir que ella era su esposa, ya no habría nadie que lo detuviera, se lo gritaría al mundo entero, aun y cuando la mujer en cuestión se manifestar un poco reacia a aceptarlo.— Lo estamos — afirmó una vez más Abner.— No es posible, ¿cómo? — Calisto se encontraba más que desconcertada por la noticia, no sabía si llorar, reír, matar a Abner o volver a desaparecer.— Cuando firmamos los papeles de compra del departamento, le pedí a Ilan que arreglara todo — Abner suspiro pesadamente había llegado su t
Calisto se removió entre las sábanas, sabía que tenía que abrir los ojos; pero se negaba hacerlo, de solo pensar el día que le aguardaba le provocaba no querer levantarse nunca de aquella cama que compartía con Abner.Su cuerpo estaba adolorido y ella realmente exhausta, sin embargo, el recortada a que se debía aquello su pecho se inundó de felicidad, había pasado la mejor noche de su vida en los brazos de Abner, no tenía ninguna duda que todo su ser le pertenecía a aquel imponente hombre de ojos color pardo.Sin poder evitarlo más abrió los ojos y ahí estaba él, sonriéndole como si acabara de ver a un mismísimo ángel, aunque está mejor decir que el ángel parecía él, lucía fresco y radiante pese a su cabello desordenado que a cualquier otro no le sentaría bien; pero a Abner lo hacía lucir jodidamente sexy.— ¿Tienes mucho despierto? — este ensanchó su sonrisa apenas y se dio cuenta que estaba despierta— El tiempo suficiente — respondió con voz ronca y sensual.— ¿para qué? — preguntó
—¡Por dios! — chilló Dara con emoción al ver a su amigo. esta última estaba a punto de ser presentada con bombo y platino como la señora Barbaren, esposa del magnánimo y poderoso Abner Barbaren, medios de comunicación, empresarios y celebridades de todo el mundo se dieron cita para conocer a la misteriosa mujer que se había ganado el corazón del líder de la poderosa familia Barbaren.Calisto daba los últimos toques a su vestuario el cual consiste en un elegante vestido color azul verde con detalles dorado, de tirantes delgados y corte sirena con una abertura que le llegaba hasta el muslo, haciéndola lucir espectacular.Su cabello caía en ondas hacia un costado y aunque su maquillaje era natural este no dejaba de ser elegante.— Estoy muy nerviosa — confesó la joven a su amiga.— no tienes por qué, mereces ser feliz, después de todo lo que pasaron, la vida se los debe a ambos — la tomó de las manos — Verlos juntos nos da mucha paz a todos — con todo se refería a Kenzo e Ilan y ella mis
—¿Qué pasa?, la maestra dijo que habías estado muy serio hoy en clase — preguntó Abner con preocupación a su pequeño hijo.Este hizo un mohín mientras jugueteaba nervioso con la tela de su suéter.— Matthew — lo llamó su padre echándole una mirada por el espejo retrovisor del auto y usando el tono de voz con el que el chiquillo sabía que no podía negarse a hacer lo que su padre pedía.El niño de cabello castaño, ondulado como el de su madre, piel clara y unos bellos ojos color pardo, herencia de su padre, suspiró pesadamente antes de confesar aquello que lo afligía y lo habían mantenido tan callado en clases.— Uno de mis compañeros dijo algo que me molesto — la vocecita afligida del pequeño repiqueteo en el automóvil.Abner apretó el volante del auto con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron por debajo de la piel que los cubría.Mocosos, como se atreven a molestar a un Barbaren — refunfuñaba para sus adentros — Cálmate, Abner, contrólate — comenzó a animarse el mismo cuando sint
—Señora Barbaren —la llamó su asistente con temor. El pobre hombre sabía de sobra que quien le daba malas noticias a la matriarca de la familia Barbaren, se llevaba siempre la peor parte.La mujer de cabello blanco le echó una mirada endurecida, no necesitaba ni preguntar, la actitud nerviosa del hombre le decía todo.— ¡Muéstrame! — le ordenó.Su asistente colocó la tablet sobre la mesa de té, delante de la señora, rápidamente juntó sus manos y comenzó a jugar con los dedos. Ya sabía lo que le esperaba y supo que sería peor cuando la anciana cerró los ojos por segundo y profirió un fuerte bufido.— ¡No puede ser posible! — estalló —. ¿¡Cómo es que logra meterse en tantos problemas!?—Están realizando todos los arreglos —aseguró el hombre en un fallido intento de aminorar la ira de la mujer.— ¿Arreglando?, ¡son una bola de ineptos! —estalló lanzando la tableta con toda la fuerza que le fue posible.—Señorita, tranquilícese, le puede hacer daño… —el asistente agradeció que no se la h
El humor de Calisto no era particularmente bueno ese día.Los desmanes de Abner repercuten más allá de su familia y la pobre chica había pasado toda la noche resolviendo los destrozos que el niño mimado de los Barbaren había ocasionado.Aquello rompió por completo con la rutina muy bien establecida que Calisto llevaba, dormir antes de las diez, levantarse a las seis de la mañana para ejercitarse, luego tomar una ducha y alistarse para el trabajo mientras bebía su té energizante.Nada de eso había podido hacer, su rutina fue reemplazada por una noche completa en la estación de policía representando a Abner, resolviendo el conflicto con los afectados, que dicho sea de paso eran bastantes, ya que el vehículo del joven dañó varios comercios mientras trataba de huir de la policía.Calisto no tuvo tiempo ni de ir a su casa a cambiarse, de la estación regresó directo a su oficina, se lavó la cara en el baño y acomodó su cabello lo mejor que pudo para no verse tan desaliñada. Sin éxito.Al no