40. Inocente...

La última vez que se había sentido así fue hace tanto tiempo atrás, en la soledad que emanaba estar todos esas noches con su embarazo, porque tanto las hermanas de Antonio y su madre la dejaban en aquel rancho que parecía un infierno cuando llovía como cuando apenas la luna se dejaba ver. Antonio se aprovechó de ella en varias ocasiones.

Como se había criado en el convento de las monjas toda su vida, al conocer a Antonio un día cuando fue a misa, su vida cambió para siempre. La había enamorado, y la había convencido de que se casarían y tendrían varios hijos. Enamorada tan profundamente de él, aceptó dejar el convento con la condición de que serían marido y mujer, y así Antonio se lo había prometido. La monja, Ximena, quien la acogió desde niña, le advirtió que debían irse justo cuando fuese el día de su boda. María Teresa se convenció de que en cualquier momento se casarían y Antonio manipuló a la monja aprovechándose del interés de María Teresa para llevársela.

Nunca hubo boda, y e
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