-IV-

Esa noche, Daylhan oía el ruido procedente del exterior.Asomándose por la ventana vio a hombres y mujeres desnudos y danzando al ritmo de música de gaitas y tambores de cuero.En su pueblo habían dejado de lado aquellos rituales paganos para adorar a un tal Dios Todopoderoso y Padre De Todos.                En pocas palabras, habían abrazado el cristianismo.

De ahí que el idioma celta fuera algo desconocido para Daylhan.

Desde pequeño había oído el latín y otro dialecto entre los suyos pero su madre, antes de morir, le enseñó algunas palabras como Athair, padre, o Daidí, papá en sentido coloquial. Por eso entendió a aquellos niños cuando dijeron “Atha” diminutivo de padre en celta.Atraído por dicho rito pagano, Daylhan caminó hacia la puerta y la abrió.

-Wouf-

Un ladrido poco amable le hizo quedarse inmóvil. Delante de él vio a un cánido más grande de lo habitual.Fijándose mejor la sangre de sus venas se congeló.

No era un perro…sino un lobo.Un inmenso y negro lobo. Tragando saliva, retrocedió lentamente. Entonces, el animal avanzó hacia él.                                                                    Despacio.                                                          Fijando sus verdigrises ojos en el chico.Una vez estuvo dentro de la casa, el lupino saltó sobre Daylhan provocando que cayera de culo.Había cerrado los ojos para no ver cómo lo asesinaba aquel gran lobo pero su sorpresa fue mayúscula cuando notó una mano acariciarle la mejilla y oír una voz grave decir:

-No salgas-

Abriendo los ojos poco a poco se topó con el azabache a escasos centímetros de su rostro.Un extraño calor le recorrió desde la punta de los pies hasta la cabeza. Y no era para menos pues el moreno se hallaba, íntegramente desnudo, encima suya.

-Va-vale- tartamudeó el chico.

Con una rapidez sobrehumana, Keerd saltó hacia el exterior de la casa. Recuperando su forma lobuna volvió la cabeza al humano.

-Grrrrrrgrrr- rugió suavemente.

-No-no saldré- prometió Daylhan.

Lo vio alejarse hacia donde los demás lobos…¿Lobos?                                                          Fijándose bien comprobó que ya no había personas sino montones y montones de cuadrúpedos de pelaje oscuro aullando, danzando y alzando gemidos de alegría.Solo seguían siendo humanos los que golpeaban los tambores y apretaban las gaitas.

Aterrado, Daylhan se puso en pie. Primeramente se abalanzó sobre la puerta, que cerró de un portazo. Luego, a toda prisa, corrió hacia la cama y metiéndose bajo las mantas se cubrió hasta la cabeza.                  ¿Con quién se iba a casar?                                  Los rumores sobre ellos eran reales.

A pesar de haberle contado, el druida de éstos, todo lo que le contó, Daylhan no se lo había creído a pies juntillas.Pero al ver al que sería su futuro esposo, convertirse en un…cánido, le puso los pelos de punta.Temblando, se hizo un ovillo, cerró los ojos y terminó por quedarse dormido.


********


Sintió que alguien le pellizcaba la nariz. Luego una mejilla. Después su mentón.Daylhan despertó, sobresaltado. Cuando vio las caritas de dos niños mirándole y riéndose.Atónito se incorporó en la cama sin dejar de mirarles.

-Tienes la nariz rara- dijo uno de los niños.

-A mí me gusta- alegó el otro -Y ésos puntitos que tiene en la cara también- señaló el rostro del chico.

Daylhan se retiró bruscamente de aquellos niños, quienes se lo quedaron mirando fijamente.

-¿Por qué está asustado?- preguntó uno al otro.

-No lo sé- se encogió de hombros el segundo.

-¡Niños, qué le hacéis!-

Un joven hombre con una llamativa barriga se plantó ante ellos. Daylhan lo reconoció al instante. Era el hombre al que Gydeon había besado cuando llegaron.

-Está asustado- señaló uno de los pequeños.

Caminando hacia ellos, el embarazado se cruzó de brazos, miró a los niños y aseveró dulcemente:

-Tiene que acostumbrarse, solo lleva con nosotros un día-

-¿Cuándo se case con Keerd tendrá hijos?-preguntó el otro pequeño. Su hermano le dio un sopapo y dijo:

-¡Pues claro que tendrán! ¿A que sí, Daidí?-

El hombre sonrió de manera tranquilizadora a la vez que dijo:

-Poco a poco-

-¡Ay qué bien!- palmeó el niño más próximo a Daylhan-¿Nos dejarás jugar con ellos?-

-¿Y podemos verles todos los días?-

-¿Y querrás que los cuidemos?-

-¿Y dejarás que se vengan con nosotros?-

Los pequeños bombardeaban a preguntas al castaño, quien, boquiabierto los miraba a uno y otro, alternativamente.El embarazado anduvo hacia sus hijos, les cogió de las manos y alejándolos del chico apuntó:

-Mejor si os vais con Athair ¿Eh?-

-¡Pero yo quiero quedarme contigo y con él!-gimotearon a dúo.

-No es posible, andad, iros con Atha que yo no tardo ¿Sí?-

Arrastrándolos hacia la puerta ya iba a abrir ésta cuando alguien lo hizo por él.Frente a ellos apareció Gydeon.

-Con que aquí estáis, diablillos- rió.

Empujándolos contra Gydeon, el otro hombre giró el rostro hacia Daylhan para inmediatamente después regresar la vista al castaño cenizo alto y fornido.

-¿Podrías llevártelos? Han asustado al chico y no dejan de preguntarle si tendrá hijos y demás-

Gydeon miró divertido al castaño. Luego cogió en brazos a cada uno de sus hijos, besó castamente en los labios al otro y en voz baja dijo:

-No te esfuerces mucho-

-Solo lo justo-

-Sigo pensando que deberías haber dejado que Kayra viniera para explicarle acerca de cómo será el enlace-

-Kayra es una mujer, necesita la experiencia de un hombre-

-Grphfmm, cabezón, cabezón-

-Pfff, el que fue a hablar- se burló el gestante. Acariciándose el vientre, repuso -Estaré bien-

Gydeon volvió a besarle, luego se dio media vuelta y se fue con los niños.El embarazado cerró la puerta y se volvió a Daylhan.

-Perdona a mis hijos- excusó -Hay pocos niños pequeños entre nosotros y…están impacientes por tener amiguitos-

El chico asintió bobaliconamente mientras miraba, sin pestañear, el vientre del hombre.

-En realidad yo no debería estar moviéndome- alegó éste tocándose la barriga -Estoy a las puertas y…pero como eres varón pensé que te vendría bien saber, por boca de otro, sobre cómo es eso de casarte con un hombre-

-¿Co-cómo es…de-de qué manera lo…lo tendrás?- quiso saber Daylhan sin apartar los ojos de la grandiosa tripa.

-Parto natural- respondió el otro tranquilamente.

-¿¿Co-cómo??- se atemorizó Daylhan. Avanzando hacia él, el gestante llegó a su lado.

-¿Puedo sentarme?- pidió permiso, el cuál le fue concedido por el chico. Tomando asiento a su lado, le miró y comenzó a decir -Me llamo Neilan y con respecto al embarazo, no estés asustado ni le eches cuentas aún-

Daylhan no podía apartar los ojos del inmenso vientre. Humedeciéndose los labios demostró la tentación por tocarlo y, así, comprobar que era real.

-¿Quieres tocarlo, verdad?- adivinó Neilan su deseo.

Daylhan negó muy seguido pero el otro cogió una de sus manos y se la posó en su vientre.El chico dejó escapar un jadeo de asombro.¡Notaba el incesante movimiento allí dentro!

-Se-se mueve...¡Se mueve mucho!-

-Se mueven constantemente- corrigió Neilan. Daylhan se lo quedó mirando atónito -Son dos-

-¡Do-dos!- se asombró el castaño.

Neilan le miró, sonriendo.

-Daylhan, olvídate ahora de embarazos y demás- cogiéndole las manos, el peliclaro siguió hablando -Estoy aquí para explicarte cómo deberás comportarte una vez tú y nuestro líder, estéis casados-

Ruborizándose, el chico bajó la mirada.

-Vuestro…druida ya me ha comentado algo sobre que tendré que mostrarme…sumiso ante él y…-

Neilan le asió del mentón y le obligó a que levantara el rostro.

-No, no, eso no es así- respondió. Daylhan arrugó el ceño -Nada de mostrarte sumiso, para nada seas un títere-

-Pe-pero vuestro druida me dijo que…que el...el Ulfhednar saldría esta noche después de…de la boda y que…haría lo imposible por…llevarlo a cabo y…-

-Nada de sumisión- cortó Neilan -Tienes que darle permiso pero que vea quien manda-

-¿¿Y…y eso cómo…cómo se hace??- exclamó nervioso el chico.

-Tienes que rechazarle, negarte, al menos, tres veces a que te toque-

-¡¡Entonces me forzará!- se asustó Daylhan.

-No, no lo hará-

-¿Có-cómo que no?-

Neilan amplió su sonrisa y prosiguió diciendo:

-Nosotros, como ya habrás adivinado, no somos humanos como tú- Daylhan asintió muy seguido -Aunque realicemos rituales típicos como las bodas y demás, tenemos, también, un ritual muy arraigado y perteneciente a nuestra naturaleza animal-

Tragando saliva y sin pestañear, el chico instó a seguir hablando al otro:

-¿Y…y ese ritual es…-

-El Cortejo- contestó Neilan.

Daylhan abrió los ojos como platos.

-No sé si alguna vez has visto a los lobos de verdad cómo se aparean pero es muy similar a lo que nosotros hacemos- explicó el embarazado.

-¿Él…él me…hará daño?- preguntó el castaño temeroso.

-En absoluto- calmó Neilan -Únicamente, tú no te asustes ni te niegues cuando logre “dominarte” y te aseguro que no será, para nada, lo que probablemente estés pensando-

Mirando para otro lado, Daylhan dijo:

-Es-es que yo no…nun-nunca he…-

-Ya lo sé- asintió el pelirrubio -Y eso hará que Keerd sea todavía más cariñoso-

Daylhan volvió a mirarle.

-No parece que yo le agrade mucho-

Neilan dejó escapar un suspiro para luego decir:

-Keerd es muy…cerrado. No en el sentido que le solemos dar sino que le cuesta expresar sus sentimientos, es por eso que no le ves sonreír o no le oyes hablar-

-Aamm, sí que le he visto sonreír…aunque apenas si fue una sombra-

Neilan entrelazó sus dedos con los del chico y repuso:

-Te digo yo que sí que le agradas-

-¿Tú-tú crees?- entrecerró los ojos Daylhan.

-Si no le agradaras ten por descontado que ni hubiera hecho por molestarse cuando te...desmayaste cuando llegaste-

Daylhan dejó ver una sonrisa.

-Poco a poco, Daylhan. Tú no eres como nosotros y tienes que acostumbrarte a nuestros hábitos- añadió Neilan.

El chico se sintió cómodo con aquel joven.

-No…no te he preguntado…tus otros dos hijos…¿Cómo se…-

-Eren y Kyeran-

-Muy bonitos sus…nombres-

-Gracias-sonrió amable Neilan.

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