-XII-

Le costaba moverse.                                          Unos fuertes y musculosos brazos lo mantenían firmemente sujeto contra un cuerpo desnudo y que desprendía un grandísimo calor.                                                     Lo había hecho.                                                  Había sabido controlar al moreno y mantuvo sexo con él de la manera que quería y le gustaba. Una sonrisa bobalicona se dibujó en su rostro. Empezaba a verle el gustillo a eso de mantener relaciones sexuales con otro hombre. Nunca imaginó que podría agradarle y ahí estaba, abrazado por un hombre que ni era completamente humano

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