-XLIII-

Los días pasaron.

La primavera empezaba a hacer su llegada.

Daylhan ya denotaba una redondita y más que llamativa barriguita.

Su gestación rondaba ya los cuatro meses y debido a que eran tres, el tiempo de embarazo sería más corto.

Keerd no cabía en sí de gozo.

Le entusiasmaba verlo mostrando su vientre y solía quedarse embelesado mirándolo.

No se cansaba de tocarlo.

De acariciarlo.

En las revisiones, cada vez que Seth le pedía oír el corazón de los bebés, reía de felicidad al notar los latidos de sus hijos.

Daylhan, a su vez, se emocionaba de ver cómo su esposo derramaba lágrimas de dicha.

Tal como Seth le predijo, su naturaleza Ulfhednar hizo que su físico cambiará.

Su cuerpo iba tomando formas más curvas, acentuándose en sus caderas.

Y desarrolló el canal.

Algo que alivió al castaño pues solo con la idea de que tuvieran que abrirle, le apabullaba.

Por otro lado, la relación entre Peter y Neilan pa

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