-XIV-

Más enojado consigo mismo que por lo dicho por Seth, Keerd caminaba dirección a su casa con idea de pedirle perdón al chico.

Casi llegando, la puerta de la cabaña se abrió, asomando Daylhan. Ambos, mirándose fijamente, permanecían inmóviles.

Keerd se percató de una especie de bulto que el castaño llevaba en una mano y dio unos cuantos pasos hacia delante, con la intención de acercársele cuando, de repente, Daylhan extendió la otra mano gritando:

-NO-

Quieto. Así se quedó el moreno. Pero se atrevió a preguntar:

-¿Dónde vas?-

-A casa de Neilan-

-¿A qué hora regresas?-

Daylhan tragó saliva.

-No…no volveré- contestó, manteniéndole la mirada.

-¿Cómo que no volverás?- gruñó Keerd.

Sin demostrar ni una pizca de miedo, el castaño respondió:

-Si…si quieres que vuelva, tendrás que…ganartelo-

Bajando la mirada, se apresuró a irse. Justo al cruzar por al lado del moreno, éste le atrapó de un brazo, deteniendolo.

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