LILLIE
—Come —ordena el monstruo —O quiere algo en especial mi reina.
¿Su reina? Jamás, esta loco si cree que seré suya.
No respondo, y solo tomo el cubierto puntiagudo para hincarlo en el filete que estaba servido en mi plato. Debía comer, no porque él me lo haya ordenado, sino por mis bebés que aún crecían en mi vientre y necesitaban nacer sanos y fuertes para soportar cualquier cosa a futuro.
Yo más que nadie debía tener fuerzas para protegerlos y salir de este maldito lugar.
—Bien, así me gustas más. Obediente y dócil como una pequeña gatita —dijo, mientras me llevo otro bocado a la boca —Solo yo podré domar a esa fiera que llevas por dentro.
Que siga soñando el infeliz engreído, nunca me doblegare ante él. Es la peor escoria que hay en el mundo y tenlo por seguro que ser su sumisa seria lo último en la vida que haría. Antes muerta que obedecerle.
—Ni siquiera en otra vida podría pasar eso — me atreví a decir, pero en vez de gritárselo en la cara, el tono salió suave y bajó.
No lo voy a negar, le tenía miedo y no por mí, por mis hijos. Después de que se enteró de mi embarazo comenzó a lanzar amenazas y cuando suele tenerme cerca, sus ojos me miran de una manera extraña y después se desvían a mi vientre, mirándolo por un largo rato con una expresión desagradable y sombría que me causa escalofríos por el horror que despierta en mí.
Bruno se inclinó un poco sobre la mesa apoyando sus brazos, sin quitarme los ojos de encima sonrió en un modo burlona curvando su boca.
—Me fascinas que seas apacible. Pero no puedo negar que me vuelves loco cuando te alteras y sale esa Fiera indomable de ti —sus ojos reflejan lascivia como el tono de sus palabras —Ahora entiendo porque el maldito de mi primo te apodo así.
Su sonrisa se amplió y extiende su mano para tratar de tocar mi rostro, pero antes de que lo hiciera giré mi cabeza a otro lado. Mi estómago se revolvió por repulsión, no dejaría que me tocará.
Si esperaba que me arrodillara ante él, o le complacerá como quería, estaba equivocado. El infierno se congelaría primero antes de que eso pasara.
En el tiempo que llevo aquí no le he permitido acercarse tanto hasta mí, ni siquiera soporto que me mire, mucho menos soportaría su tacto en mi piel.
Lo odiaba y por ello no lo toleraba. Se había vuelto la persona más despreciable para mí. Bruno Mancini era el peor humano sobre la faz de la tierra, una escoria que ni el mundo debió conocer. Me había arrebatado mi libertad y ahora me acechaba a cada instante que podía hacerlo.
Era demasiado incómodo tener siempre su mirada perturbadora sobre mí. No se que trauma tenía o que obsesión loca le provocaba, pero maldecí por ello. Yo no quería esto, nunca pedí que un maldito mafioso se obsesionara conmigo.
Me paso con Dante, pero con él todo fue diferente. Con Bruno era otra cosa, él es muy distinto a mi Diablo, lo que tenemos Dante y yo esta lleno de fervor y sin contar la pasión que arde entre nosotros cada vez que estamos juntos.
Mi amor por él es único, ningún otro hombre puede tener cavidad en mi corazón, más que él. Mi perverso Diablo.
Necesitaba verlo, tenerlo cerca y que me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien, y que él nos protegerá de cualquier mal.
Hubo una interrupción por alguien, podía estar segura que era uno de los hombres de Bruno. No preste atención, seguía con la cabeza girada mirado la pared que estaba cerca, hasta eso era más interesante que esos criminales.
―Señor, ya quedo el encargo ―anuncio el tipo.
Desgraciadamente conocía esa voz y ya lo había visto, otra escoria más a quien despreciar. Jack, es su apelativo, la verdad no sabía si ese era su verdadero nombre, con ellos nunca se sabía la verdad de las cosas.
Jamás pensé llegar a ver a este hombre en este lugar, sabía que era un delincuente, pero no tenía ni idea de que estuviera más metido en este mundo de la mafia. Mi hermana sufrió por él, la daño y la dejo destrozada y embarazada, y hoy me vengo a enterar que este tipo no solo trabaja para Bruno, si no que también es parte de una organización de asesinos más buscados y crueles del mundo.
Y pensar que mi hermana en algún momento se involucró con este hombre. Ella no tenía ni idea de lo que había pasado con él, estaba en la ignorancia de su existencia y la verdad quería que asi siguiera. Nada bueno podía dejarles a ella y a Sandy.
Pero lamentablemente él sí sabía de ellas, estaba al tanto de la existencia de mi sobrina y eso me preocupaba demasiado, tanto que me temía que hiciera algo contra ellas. Me sentía impotente e inútil al no poder protegerlas, no podía ni hacerlo conmigo misma como es que iba a cuidar de las personas que amaba.
―Bien, alista al último equipo y encárgate de ellos, estarás al frente ―dijo tajantemente ―Quiero su cabeza y serás tú el que me la traira esta noche, pero esta vez sin fallas. ¿Entendido?
―Sí, así será señor, esta vez no fallare. Hoy mismo tendrá la cabeza del Diablo.
En cuanto pronuncio “Diablo” gire para verlo. Una sonrisa maliciosa se reflejó en su rostro cuando se dio cuenta de que tenía mi atención y con mi expresión de asombro a su confesión.
No otra vez no por favor.
―Hola, cuñadita ―dijo sutilmente con un cinismo.
La ira se apodero de mí, lo fulmine con la mirada. Otro hombre que despreciaba tanto, tiene todavía el descaro de venir y hablarme de esa manera, nunca me quedare callada aunque es inútil discutir con ellos, aun así no podía soportar verlos sonreír victoriosos, como si todo lo que digieran o hicieran fuera mejor que cualquier otra cosa.
―No te permito que me llames así, tú no eres nadie para mi hermana.
― ¿Estas segura de eso? Porque yo creo que ella no me ha olvidado ―sonríe con seguridad.
―Completamente segura, ella ya te supero.
―Lo dudo, cuñadita ―amplia más su sonrisa ―Tenemos algo que nos une y eso nadie lo va a cambiar.
―No metas a mi sobrina en esto —siseo enfurecida.
―Yo la meto cuando quiera, es mi hija y pueda ser que pronto le haga otra visita. Quizás quiera venir a conocer Rusia y ver a su tía por última vez —guiño el ojo en mi dirección.
Me hervía la sangre de solo pensar que ese maldito se le acercaría a mi pequeña sobrina, no podía dejar que eso pasara. Pero desde aquí no se podía hacer nada, ni siquiera alertarles de las artimañas que tenía planeadas este tipo.
―Te advierto que si le tocas un cabello, yo misma te asesinare ― lo señalé con mi dedo, me puse de pie furiosa, mirando a los dos idiotas que no dejaban de reír como si lo que hubiera dicho fuera un chiste.
― ¿Y cuándo mate al Diablo que me harás? ―dijo provocativamente con un ligero tono lujurioso.
Bruno gruño bruscamente en respuesta a la pregunta que hizo, es claro que le molesto el subidito de tono de Jack. Pero él se disculpó con su jefe, no conmigo. Tampoco podía esperar mucho de él, de hecho de ese hombre no se puede esperar nada bueno, solo lo malo. Tanto él cómo Bruno eran las peores personas que tenía este mundo.
Ahora mi preocupación estaba en Dante, enterarme de esto solo hizo que me entrara el pánico. No quería volver a pasar por lo mismo, sentir ese vacío, ese dolor de pérdida, es la sensación más desagradable y lastimosa que puedes percibir cuando se trata de alguien que amas, y más si es el hombre de tu vida.
No estoy dispuesta a vivir nuevamente lo mismo, Dante no es fácil de vencer, sé que él podrá con ellos. Sé que es por mi rescate y sé que no le importara arriesgarse por nosotros, pero aun así me preocupa que le pase algo malo y que jamás pueda volverlo a ver. No me di cuenta que unas lágrimas estaban amenazando por salir de mis ojos hasta que sentí como unas se deslizaron por mis mejillas, me limpie rápidamente, no quería mostrar debilidad frente a ellos, no me verán derrotada fácilmente.
DANTEHabía ciertas cosas que siempre me había prometido que nunca haría. Estaba rompiendo esa promesa, no es que yo siguiera las reglas pero jamás me entregaría al enemigo con facilidad. Yo nunca pensé flaquear en ese sentido, debía mantener mi reputación y no mostrar ningún punto débil. Pero hoy había llegado el día que conocerían mi puta debilidad, una que ni yo mismo creí que llegaría a tener.Por ella era capaz de hasta arráncame la piel si era necesario de hacerlo, que importaba si me torturaban para después matarme. Pero primero que nada me aseguraría de que ella estuviera a salvo y protegida.Tome el par de armas que se encontraban encima de la mesa que esta junto a la cama. Las encaje en la funda que suel
DANTEEran las tres de la madrugada, había llegado la hora de partir al encuentro donde supuestamente estaba Lillie. Edgardo estaba muy seguro de que era una trapa y aunque Iván estaba molesto con él, también lo apoyo en ese asunto. Pero como a mí me valía una jodida lo que digieran, al final aceptaron ir a ese lugar, con o sin ellos yo me iba a arrojar a la cueva del traidor. Debía asegurarme de que ella no estaba allí, que ya lo sabía. Lo hice porque quería obtener algunas pistas, y este era el motivo por el que iría.Sabía de sobra que con ese maldito no se podía confiar y él también estaba al tanto de que yo no me fiaría con facilidad. Por ello tuve que acceder al método que armo Iván.La idea era enviar tres grupos, en el último irían Leo y Alan e Iván estaba convencido de que quería
DANTE― ¡Es mejor que hables de una puta vez! ―grite sin importarme quienes estuvieran a mi alrededor. De igual manera todos eran mis soldados.Me pare a escasa distancia el individuo que estaba amordazado en una silla mientras Iván sumergía su asquerosa cabeza en un contenedor grande de agua.―Sera mejor que sueltes toda la mierda que tengas o aquí mismo acabare contigo ―amenaza Iván ― ¿Me has oído?―No, hermano ―me dirijo a Iván ―Él es mío, solo dejare que te diviertas por un rato.― ¡Mierda! Tenía tantas ganas de hacer esto ―dijo, ahogando de nuevo al tipo en el contenedor.― No sab
LILLIEEl temor volvió a mí, y ahora no solo temblaba de frio, sino también de pánico. Bruno, ese desgraciado. Maldigo el día que lo conocí en la casa de mi padre, desde ahí comenzó mi sentencia de muerte y yo sin saber que me deparaba la vida. Al principio estaba segura de que la causa de todo esto había sido porque era la hija del líder de la mafia Alemana, pero después arme cabos e ideas que tenía en la mente y recordé que se apellidaba igual que Dante, pero no estaba informada de que fuera su enemigo. ¿Cómo es posible que alguien de tu familia sea tu rival y te haga daño?No entendía eso, mas bien seguía sin comprender el mundo de la mafia. Recuerdo que una vez dijo Mika que la naturaleza de ellos era matar, controlar todo a su paso y
LILLIEEstaba lista, decidida y preparada para escapar de este horrible lugar. Tome en mis manos el único abrigo que me habían dado en este sitio cuando llegamos, no me iba ir sin el aunque no quisiera nada de ellos, pero no podía salir así. Las temperaturas eran demasiado bajar, tanto que hasta podría morir congela allí afuera y nadie se daría cuenta.El lugar era demasiado grande, podría decir que era un castillo entre la nieve. Habías pasillos y puertas por todos lados como un laberinto. Nunca anduve vagando por el corredor, no lo tenía permitido, no me dejaban sola en ningún momento, solo cuando iba al baño o estaba en la alcoba.Era difícil salir de aquí y escapar, con un gigante lleno de músculos vigilando fuera de mi p
DANTE―Tres putos meses ―gruñí exasperado, dándole un puño cerrado a la pared más cercana.Habían pasado Tres meses de cuando se la llevaron, alejándola de mí. No he logrado conseguir información para entrar a ese maldito lugar, pero aun seguía esperando la ayuda de ese contacto en Rusia.Desgraciadamente en esto momentos era como si estuviera atado de pies y manos, no podía moverme y volver a Rusia.―No queda mas que seguir esperando. Mientras tanto te necesitamos aquí, mas Edgardo e Iván ―explico Leo.Edgardo había caído enfermo, y ahora se encontraba en cama recuperándose. Después del infarto que vivo hace una semana a causa de la noticia que recibió.
LILLIEDesperté con un intenso dolor de cabeza, pero no le tome importancia porque ahí no era donde estaba preocupada. Mi vientre seguía dolorido, sentía unas punzadas fuertes, como un desgarre y eso me tenía mareada y confundida.Antes de abrir mis ojos, escuche unas voces extrañas muy cercas de donde me encontraba recostada. Probablemente eran las mismas que anteriormente había oído, no las entendía ya que hablaban en un idioma distinto al mío.Lentamente abrí los ojos, ya que sentía que mis parparos pesaban. Parpadee varias veces para acostumbrarlos a la luz repentina que golpeaba en mi rostro. Cuando lo logre y enfoque la mirada mire a mi alrededor. Un joven de complexión delgada y pecoso me miraba como experimento.
DANTE― ¡Demonios! Dije que no ―mascullo. Maldito viejo, maldigo. Tenía horas discutiendo con Lionel por el mismo asunto ―Di la orden de que no quiero malditos estorbos en mi camino.―Tu a mí no me das órdenes, Diablo. O acaso has olvidado quien soy, y no solo porque sea el padre de tu esposa.―Da igual si así fueras el rey de Alemania. Aquí el que da las órdenes soy yo, tú solo eres uno más del montón.El viejo me aniquila con su mirada y yo solo le muestro una sonrisa arrogante. Él no iba a venir a mi territorio a decirme que hacer y que no, para mí no era nadie y no iba a dar órdenes, mucho menos a mí.Tenía apenas un mes que había salido del hospital y ya quería v