DANTE
― ¡Demonios! Dije que no ―mascullo. Maldito viejo, maldigo. Tenía horas discutiendo con Lionel por el mismo asunto ―Di la orden de que no quiero malditos estorbos en mi camino.
―Tu a mí no me das órdenes, Diablo. O acaso has olvidado quien soy, y no solo porque sea el padre de tu esposa.
―Da igual si así fueras el rey de Alemania. Aquí el que da las órdenes soy yo, tú solo eres uno más del montón.
El viejo me aniquila con su mirada y yo solo le muestro una sonrisa arrogante. Él no iba a venir a mi territorio a decirme que hacer y que no, para mí no era nadie y no iba a dar órdenes, mucho menos a mí.
Tenía apenas un mes que había salido del hospital y ya quería v
DANTE―Quiero que busquen por mar y tierra en todos los rincones, que ningún lugar haga falta ―grito las ordenes a mis soldados ―Y no regresen hasta que hallan conseguido lo que les ordene. Mientras tanto seguirán buscando hasta traerme a mis hijos.No tenía mucha información de su extravió, aun así mande varios hombres a todos lados del mundo a buscarlos. Debían aparecer, nadie iba a rebatármelos y quitarme a mi familia. Leo me dijo algo que Lilli le había dicho antes de desmayarse, ella no estaba en condición de hablar o pensar algo así, tampoco quería preocuparla más, suficiente tenía ya con el secuestro que vivió y la perdida de nuestros hijos.Desde que volvimos a Italia a dormido todo el tiempo, la fiebre bajo pero seguía un poco mal. Des
LILLIELa distancia, siempre la distancia nos separaba. Sé que no estaba completa en estos momentos para estar con él, no podía reclamarle nada y menos porque haya ido hacer lo que le pedí que hiciera. Aun así estaba un poco molesta, ya que le dije que juntos lo haríamos, y ahora se había ido, me había dejado otra vez.Me sentía vacía, incompleta… tenerlos y luego perderlos, eso… me ha destrozado, y ahora temo perder de nuevo a Dante. Que se canse y encuentre consuelo en alguien más, lo conozco, y sé que es un hombre fogoso y feroz, no existiría mucho tiempo sin el calor y el deseo carnal. Y eso me preocupa.―Solo confía en él, pronto estará de vuelta con nuevas noticias ―dijo Mika ―Ya verás ―se colocó a mi lado.
DANTEEn este tiempo me puso a pensar en todos los momentos buenos y malos que han trascurrido por mi vida en estos años. Pero ninguno de esos me había dejado tan abatido como la situación que estaba viviendo ahora. El perder a un hijo.La única fuerza que tenía era mi pequeña Fiera, haberla recuperado y tenerla de nuevo a mi lado eso me daba fortaleza, una que pensé que perdería en cualquier momento si no la volvería a ver. Ahora solo podía pensar en ella, en lo perfecta que era para mí, que juntos éramos más que perfectos, ya que separados dejaba el infierno solo ardería más. Ella había llegado a mi infierno a desatarlo mucho más, pero era un placer que desee desde que la mire por primera vez, y ahora era mi completa felicidad, una que nunca creí conocer.
LILLIETome la iniciativa de contarle todo a Dante, de que supiera de la amenaza y el trato que quiso hacer Bruno conmigo, no quería que nada de eso se repitiera, y por eso estaba dispuesta a ir a buscar a mi marido para contarle todo.― ¿Estas segura de que no quieres que te acompañe? ―pregunto Alexa, mientras metía las cosas al equipaje para salir de la mansión de mis padres.Mamá ya estaba un poco mejor, el verme le ayudo mucho y eso me alegro demasiado. Aun se encontraba débil, los médicos dijeron que era normal a causa de retomar las quimio eso la debilitaba muchísimo. Pero aún seguía preocupada por ella, y una de nosotras tenía que seguir cuidando de ella, en estos momentos no podía ser yo, por esa razón Alex no debía acompañarme.―Estoy segura, mam&aacu
LILLIEFue más rápido que yo que alcanzo a tomarme del brazo y girarme antes de que saliera maldita mansión y terminando de acorralándome en un pasillo que anteriormente no había visto, creo que me había equivocado de salida.―Nena, no es lo que tú piensas ―exclamo, con el rostro descompuesto y lleno de preocupación, podía notarlo en sus ojos ―Hablemos, te explicare todo ―intento acercarse más.―Ni se te ocurra acercarte más, no me interesa saberlo ―Le rechace furiosa, me solté de sus agarre y me cruce de brazos como si fuera un escudo, pero eso ya era demasiado tarde.Seguía llorando, y maldije mentalmente el por ser tan débil y no mostrarle que sus malos actos no me afectaban en nada. Era imposible, lo amaba, pero él me había traicionado y eso dolía demasiado.―Cariño. Narkissa
LILLIE― ¿Dónde estamos? ―pregunto, veo el lugar al que llegamos. Esta no era la misión Bachman.―Señorita ―se interrumpe un segundo ―Lo siento, señora Mancini ―corrigió, recordó lo que le había dicho antes ―El señor pido que la trajéramos aquí.― ¿A este lugar? ―asiente ― ¿Para qué?―Pronto lo sabrá.Hago una mueca disgustada. Odiaba que hiciera eso, el soldado confiable de mi padre era como una tumba, siempre me dejaba a medias con algo.En cuanto bajamos no veo una mansión, veo un castillo casi parecido al de Lionel. Malditos mafiosos, porque tenían que vivir de una manera tan excesiva.Si Lionel pidió que me trajeran aquí quieras sea porque este también será otro de sus territorio. Yo tenía entendido otra cosa, nadie que no fuera
LILLIESeguía donde mismo, no dije ni una sola palabra, ni cuando se instaló enfrente a nosotros. Mis ojos se dirigieron a él cuando se inclinó para tomar mi mano, y depositar un suave beso en ella de una forma educada, como el primer día que le conocí en mi fiesta de cumpleaños.―Es un placer volverte a ver, belleza ―pronuncia con su acento bien marcado, pero se le entiende muy claro. Respondo el saludo con una corta inclinación.Yo no podía decir lo mismo, que me diera gusto verle no es una gran alegría, en realidad ninguna emoción. No estaba para juegos estúpidos, ya había tenido suficiente con Dante, y no estaba para conquistas. No tenía el tiempo, ni la mente, ni las ganas de volver a enamorarme, y desde nuestra última charla me dejo claro su interés por mí. Solo esperaba que esos pensamientos se
DANTEEstaban todos mis hombres de confianza reunidos en la sala donde se acostumbra a llevar las juntas. El único que faltaba era Edgardo, ya que aún estaba en recuperación. Leo y Enzo, habían llegado hace unas horas, y ese era otro de mis enfados.―Ya quita esa cara de aguafiestas, que nos amargas la tarde con solo verte ―dijo Leo, en un tono burlón.No sé para que demonios habían venido, nunca podían obedecer unas putas órdenes. No le respondo, solo le echo una mirada tajante, y hace un gesto señalando con sus manos que guardara silencio. Sé que no aguatara mucho tiempo sin pronunciar alguna palabra.Sus voces eran como un taladro golpeando en mi cabeza, no estaba para sus mierdas, aunque en realidad nunca las he estado. Pero ahora mi humor era más peor que antes.Vladimir se acercó y me tendió un vaso co